Rueda de prensa de Joseba Asirón e Idoia Zabaleta de EHBildu ante la moción de censura presentada p contra la alcaldesa de Pamplona. EFE

La Jerusalén abertzale

Entre líneas. ·

La moción de censura contra UPN en Pamplona es un arma de doble filo para Pedro Sánchez y proporciona a EH Bildu una valiosa baza en el relato político

Alberto Surio

San Sebastián

Domingo, 17 de diciembre 2023, 00:10

Algo profundo e íntimo se ha roto en Pamplona, «la Jerusalén de los vascos», una frase que se atribuye a Arnaldo Otegi y que pone de relieve la gran importancia simbólica y política que tiene la capital de Navarra para los abertzales. La moción de ... censura entre EH Bildu y el PSN en Pamplona sacude de lleno la política española y ha introducido un elemento de grave fractura en la vida social de Navarra después de que, precisamente, la crispación se haya rebajado en los últimos años en la Comunidad foral gracias a la desaparición de ETA y a los acuerdos de coalición entre diferentes. El divorcio tiene elementos inquietantes que no podemos obviar como si formaran parte del paisaje natural. Se presenta la moción como un acuerdo tejido en el ámbito estrictamente municipal. Parece ingenuo sacar este entendimiento inédito del contexto político navarro, con la socialista María Chivite elegida presidenta gracias a la abstención de la izquierda independentista y con Pedro Sánchez en la Moncloa, gracias al respaldo de todo el arco soberanista.

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Los acontecimientos circulan a gran velocidad y hemos entrado en una dinámica de cambios que produce vértigo. El habitual epicentro catalán se ha trasladado a Pamplona, lo que encierra un significado, ya que la capital navarra ha sido históricamente una especie de Jerusalén para el mundo nacionalista vasco, tarro de todos los esencialismos y un escenario de colisión entre el ultranacionalismo abertzale y el ultranacionalismo español. Pero parece evidente que esta moción no hubiera sido factible si Sánchez no hubiera sido elegido presidente, que su presentación ha ido adelantándose a un escenario en el que resulte menos gravoso para los socialistas, y que estos asumen un serio problema de coherencia con su discurso tradicional reacio a estos pactos con EH Bildu mientras no condenase a ETA.

Es evidente que el escenario no es el mismo al del pasado. UPN y el PP han reaccionado con las tripas a la moción de censura, sobre la base de que es un acuerdo que proporciona la Alcaldía de Pamplona a los «terroristas de EH Bildu». Es un mensaje anticuado y anclado en la hipérbole, en una sobreactuación que no se corresponde ya con el principio de realidad, por mucho que a la derecha le permita desarrollar una estrategia de desgaste del Ejecutivo. Porque si fuera así, EH Bildu no podría presentarse a las elecciones como un partido legal, que ha dado pasos –eso sí, aún tiene que dar más– en apostar por la política democrática en una sociedad, además, en la que el terrorismo ha desaparecido hace doce años.

Y es que, a pesar de reconocer los avances, la izquierda independentista sigue teniendo una asignatura pendiente, que es el reconocimiento de que la violencia fue un ejercicio injusto y arbitrario. Esa autocrítica sigue echándose en falta y constituye un déficit, una anomalía, que aún condiciona la homologación plena de esta formacióna a la hora de articular gobiernos de coalición. El problema no es que se busquen pactos con ellos, sino que la frontera que se había construido para acordar gobiernos se vea superada por completo por dinámicas tacticistas. Disolver ese principio ético por mor de la necesidad lanza un mensaje confuso a la sociedad y a las futuras generaciones, que rebaja el nivel de exigencia moral sobre ese mundo. La izquierda independentista recibe una valiosa baza en el terreno del relato ideológico. Su narrativa sale fortalecida.

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Será ahora, después de la moción de censura, cuando el nuevo alcalde Joseba Asiron tendrá que demostrar que su proyecto respeta la pluralidad democrática, asume la diversidad identitaria y tiene un compromiso sincero con las víctimas de ETA. Si no es así, la moción se convertirá en un bumerán contra sus impulsores y, en concreto, contra el PSOE y contra Sánchez.

Mientras tanto, el asunto va a abrir un escenario de enorme tensión que encona los bloques. El choque rompe los puentes entre PSOE y PP, poniendo en peligro la propia celebración de la reunión entre Feijóo y Sánchez.

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