Congreso de resistencia
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El PSOE recurre al cierre de filas ante la sensación de acoso y derribo, pero debe ofrecer una respuesta a la sociedad que trascienda su propia esfera orgánicaEntre líneas ·
El PSOE recurre al cierre de filas ante la sensación de acoso y derribo, pero debe ofrecer una respuesta a la sociedad que trascienda su propia esfera orgánicaPedro Sánchez va a salir con su liderazgo reforzado en el PSOE del 41 congreso federal que este fin de semana celebra en Sevilla. La sensación de acoso y derribo que siente el socialismo español, con múltiples frentes judiciales abiertos, pueden explicar su enrocamiento ... interno. El PSOE arropa a su líder atacado y cierra filas en un mecanismo reflejo de resistencia que puede resultar necesario, y comprensible, pero que políticamente le resulta absolutamente insuficiente para conectar con la sociedad que se sitúa en el centroizquierda progresista en España y que espera un mensaje de ilusión más atractivo y menos endogámico. Y que espera también explicaciones, aunque la hiperventilación del PP le resulta particularmente incómoda y atosigante.
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Si el PSOE había anticipado su Congreso de Sevilla lo hacía para recuperar la iniciativa política, para reivindicar su 'relato' y para impulsar los nuevos liderazgos territoriales para hacerlos más competitivos. La apuesta ha quedado desbaratada por las tormentas judiciales que se han precipitado con enorme furia.
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El PSOE, forzado a estar a la defensiva, ha optado por la huida hacia adelante con un discurso recurrente de unidad que deslegitima todas las investigaciones judiciales en marcha como si fueran producto de la ingenieria jurídica de la extrema derecha. No todo es lo mismo. Ni todas las insinuaciones vertidas son ya sentencias demostradas, ni todas las declaraciones son bulos falsos. Habrá que confiar en que la Justicia dirima sin tampoco esperar una eternidad y separe el grano de la paja.
El socialismo español tiene una oportunidad para definir el proyecto socialdemócrata en una coyuntura histórica en el que el centroizquierda está en pleno retroceso en la Unión Europea y Sánchez se ha convertido en uno de sus últimos referentes en activo con mayor prestigio. Este objetivo pasa también por combatir el populismo extremista creciente, que ha convertido a la política y a los políticos en los chivos expiatorios de una deficiente gestión pública. La indignación social que se vive en Valencia por los retrasos en las ayudas publicas a los afectados por la catástrofe de la DANA puede ser un botón muy elocuente de que ese malestar hunde sus raíces en una gran frustración.
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La ultraderecha quiere explotar ese resentimiento y la corriente antipolítica que se ha activado con fuerza le permite hacerlo con una enorme facilidad y mucha rapidez. La socialdemocracia española, que este fin de semana reflexiona sobre su hoja de ruta para los próximos años, no puede ser ajena a este fenómeno. Como la derecha democrática, que debe poner pie en pared con firmeza frente a quienes desprecian la libertad y justifican la dictadura de Franco y tiene que ser consciente de los enormes peligros que tiene la demonización del adversario. En la historia de España lo sabemos bien.
El PSOE ve detrás de los escándalos una operación de deslegitimación ideológica y política que nació desde la llegada de la primera coalición con Podemos y que ahora se ha cebado en la figura de Sánchez, de su esposa y ahora de su hermano, en una maraña de investigaciones judiciales auspiciadas inicialmente por algunas asociaciones y colectivos de la extrema derecha. Subrayaba el viernes la portavoz de la Ejecutiva Federal, Esther Peña, el compromiso activo socialista «frente a los bulos y las bolas». pero cometería un gran error de diagnóstico el principal partido del Gobierno se limitase el capítulo de las denuncias de corrupción a una campaña «de la ultraderecha y la derecha extrema» que solo busca la inhabilitación política y penal del presidente del Gobierno para tumbar a la izquierda del poder.
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El PSOE se ha topado con este clima adverso en la batalla del relato, lo que le obstaculiza poner el foco en otras materias que forman parte de su proyecto social. La batalla ideológica de la derecha no está en esas coordenadas, sino en dar crédito a las declaraciones del empresario Víctor de Aldama, dispuesto a dinamitar el Congreso socialista y a dejar fuera de juego a ministros y dirigentes del PSOE a los que acusa, hasta ahora sin pruebas, del cobro de comisiones en una estrategia de incriminación masiva. La mejor respuesta al 'ventilador' es la transparencia, la verdad y la ley. La renovación de la política pasa sobre todo por dar explicaciones, no limitarse a envolverse en la bandera de la resistencia. Y también por un desarme verbal. Ni el Gobierno es ilegítimo ni la derecha es 'golpista'. Las palabras nunca son inocuas y los extremistas están a la vuelta de la esquina.
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