Cierre de filas y prórroga presupuestaria
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El viento de la inestabilidad sopla de nuevo en el inicio del curso político. Mientras, Sánchez pretende reconvertir al PSOE en un 'frente amplio' progresistaEl curso político se inicia con las mismas incógnitas con las que comenzó el verano. Los frentes de incendio para la estabilidad son el pacto fiscal catalán y la inmigración. El viaje de Pedro Sánchez a algunos países africanos no ha servido para apaciguar el ... debate a pesar de que el presidente ha modulado su discurso sobre la inmigración irregular en línea con la posición de la Unión Europea. La presión de la inmigración irregular y del discurso ultra al respecto está condicionando a los gobernantes europeos con la bandera de la seguridad y del miedo, que son combustibles muy fáciles de explotar en determinadas coyunturas económicas en detrimento de los principios morales humanistas más elementales. El giro conservador del canciller alemán Olaf Scholz es una elocuente muestra de hasta qué punto el pánico se empieza a apoderar de la socialdemocracia germana por un previsible avance espectacular de los herederos del nazismo. Eso sí que son palabras mayores.
En el fondo es muy posible que el PSOE y el PP compartan más cosas de lo que creen en este asunto de la inmigración. Los populares han encontrado una zona de confort acusando al presidente de dar bandazos y vaivenes al respecto, cuando en el fondo muchas de las ideas que ha defendido en las últimas horas son las que esgrimía el propio Alberto Núñez Feijóo. Y los socialistas, que sienten cerca el marcaje de Sumar, le han cogido la medida al PP al situarlo como cómplice de la ultraderecha.
El otro conflicto que amenaza con incendiarse este otoño es el territorial. El acuerdo para la financiación singular de Cataluña, una vez rebasada la dimensión semántica de si se trata o no de un concierto, ha abierto un boquete en el PSOE a pesar de que el presidente del Gobierno y la actual dirección del partido han cerrado filas con sus compañeros del PSC. La apuesta de Sánchez por Illa es muy profunda y estructural porque considera que el apaciguamiento del independentismo catalán, que ha perdido la mayoría absoluta, es una operación estratégica de la España constitucional que tiene una mirada a muy largo plazo y que se dirige a las futuras generaciones. El precio que paga Sánchez por la 'normalización' en Cataluña amenaza con reactivar una tormenta seria en el resto de España si el asunto de la financiación autonómica no encuentra una solución novedosa a una situación manifiestamente mejorable. Consciente del temporal que viene, con una caja de Pandora de los agravios que puede ser un verdadero tsunami, Sánchez ha optado por chutar el balón hacia adelante e intentar ganar tiempo para acallar las críticas internas. Primero, mediante la convocatoria urgente de un Comité Federal el próximo 7 de septiembre en el que, siendo como son los sanchistas mayoría absoluta, va a intentar poner orden y frenar los focos de disidencia que empiezan tímidamente a cristalizar. La segunda apuesta –el adelanto un año del Congreso del PSOE– tiene mayor calado y responde a una pretensión clara de alinear al partido en una misma dirección mediante una serie de renovaciones orgánicas que alienten nuevos liderazgos competitivos. El socialismo español ha perdido muchísimas parcelas de poder local y autonómico. Si a la debilidad de los liderazgos le sumamos la discusión de la financión, el PSOE va a tener que hacer un gran esfuerzo de comunicación política para explicar por qué se ha hecho de la necesidad virtud. El presidente quiere, además, otro modelo de partido, más cerca del 'frente amplio' progresista que de la estructura tradicional.
En este clima comienza el curso con serios nubarrones sobre el porvenir de la legislatura pero con la idea de que todo es posible. Si Junts se empecina en descolgarse hasta última hora de un acuerdo para los Presupuestos, o impone condiciones imposibles, parece asumido que Sánchez apretará el botón de una nueva prórroga presupuestaria. El escenario, que incomoda a los socios parlamentarios, agravará la sensación de acoso y desgaste, pero la otra solución, la de convocar elecciones anticipadas para perderlas, es peor. Susto o muerte. De nuevo.
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