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maría Eugenia alonso | ander azpiroz
Domingo, 15 de mayo 2016, 02:35
Con apenas 30 años y tras ser elegido ya en dos ocasiones diputado, Alberto Garzón (Logroño, 1985) es el político mejor valorado. El candidato de IU logró evitar el 20-D la desaparición de su formación del Parlamento y ahora ha conseguido unir fuerzas con Podemos, una confluencia perseguida durante meses y que solo fue aceptada cuando el partido de Pablo Iglesias ha notado un retroceso en las encuestas.
¿Por qué no hubo acuerdo con Podemos en diciembre y ahora sí?
Han cambiado las condiciones políticas y la posición de ambas formaciones, especialmente Podemos. Hubo una mesa a cuatro de la que el PSOE se levantó para pactar con Ciudadanos. Podemos, Compromís e IU creíamos que, pese a nuestras diferencias, había que enviar el mensaje de que queremos construir algo juntos. Esta es la condición que ha permitido que el pacto fructifique. La confluencia es un reflejo del nuevo país que se está construyendo, un país del diálogo.
En Podemos, en cambio, sostienen que si la alianza es posible es porque ha cambiado IU.
No negaré que en IU vimos el precipicio porque las encuestas señalaban que teníamos un 1% de la intención de voto. Por ello hicimos un proceso de renovación muy importante y satisfactorio, que terminará cuando elijamos la nueva dirección de IU en la primera semana de junio. La voluntad política de la confluencia siempre ha estado en la mesa, siempre hemos defendido que era una necesidad social para nuestro país. Por eso no siento que IU haya cambiado en absoluto. Pero es ocioso debatir sobre lo pasado, lo importante es ver que organizaciones diferentes y que hemos competido a veces con palabras gruesas nos hemos puesto de acuerdo.
¿No cree que ha influido en la confluencia que en las encuestas Podemos retrocede mientras IU se recupera?
Seguro que influye. La política no sólo son emociones y sentimientos, incluye también los números. Hemos entendido que si trabajábamos solos podíamos competir unos con otros, pero no ganaríamos el país.
¿Tiene la sensación entonces de ser el salvavidas de Pablo Iglesias?
No, en absoluto. Teníamos claro que lo cómodo era no hacer este acuerdo y que cada uno fuera en solitario. Pero eso hubiera significado probablemente que el PP y Ciudadanos gobernaran cuatro años más. Esa posibilidad nos ha obligado a ir más allá de nuestra comodidad.
¿Algunos sectores de su partido creen que la independencia de IU está en riesgo por la confluencia?
Este es un proceso democrático que no depende de la voluntad de una o dos personas, sino de los militantes. En IU hemos celebrado dos consultas internas con un 84% y un 87% de apoyo a la confluencia. Las críticas son legítimas, pero minoritarias.
Algunas voces críticas piensan que es un agravio que usted vaya de número cinco por Madrid.
Es un buen acuerdo en el que hay cosas que nos gustan y otras que no. Cuando hicimos el pacto no estábamos pensando en las listas ni en repartos burocráticos sino en la Lomce, la ley mordaza, los desempleados o los desahucios. Las listas son importantes pero secundarias frente a la emergencia social. Cuando la gente me paraba por la calle me decía «únete para acabar con la ley mordaza», nadie me hablaba de listas.
Pitufo gruñón, cenizo, izquierdista tristón ¿Estos calificativos que les dedicó Pablo Iglesias están olvidados?
Son propios de una competición electoral. Hemos recibido de Podemos declaraciones que no nos han gustado y y ellos de nosotros lo mismo. Esto tiene que quedar en algo secundario.
¿Sería un fracaso no sumar los seis millones de votos que lograron por separado el 20 de diciembre?
No sé cuales serán los indicadores que diferencien el éxito del fracaso. Lo importantes es que hay que ganar al PP y tenemos una potencialidad enorme. No se trata de sumar los resultados de Podemos e IU, sino de multiplicarlos llegando a gente que apoyó a otras formaciones o que no votó.
Usted ha sido testigo del deterioro de la relación entre PSOE y Podemos. ¿Qué le parece el trato que se dispensan?
En política siempre se puede ir a la raíz de los problemas con formas elegantes y educadas. Pero, más allá de las formas, lo que nos debe importar son los contenidos políticos. La relación ha sido muy clara, el PSOE no ha querido que Podemos formase parte de su Gobierno, y Podemos se rebeló. El PSOE se siente más cómodo con Ciudadanos que con la mesa a cuatro de la izquierda.
¿Piensa entonces que los socialistas están perdidos para la izquierda? ¿Ve factible un pacto postelectoral con el PSOE?
La base social del PSOE es de izquierda, son gente con valores y principios de la izquierda. Pero el PSOE vive contradicciones, cuando gobierna no se comporta como dice su programa, sino de forma liberal. Esa contradicción hace que mucha gente que ha votado socialista se vea tentada de votarnos ahora, pero el PSOE siempre tendrá que ser un aliado. Esto necesitará una respuesta suya, aunque por ahora no parece que sea favorable, como demuestra que haya rechazado quitar la mayoría absoluta al PP en el Senado.
¿Su objetivo es el sorpasso al PSOE o al PP?
Al PP. Lo que quiere la gente no es superar a los socialistas, sino cambiar su vida, y para hacerlo hay que ganar al PP. El PSOE no debe ser para nosotros un elemento central en esta campaña.
Pasó de gritar en las calles no nos representan a convertirse en el diputado más joven del Congreso cuando llegó a él en 2011.
¿Qué balance haría del 15M cinco años después?
Todo lo que ha ocurrido en este tiempo es sorprendente. Recuerdo que cuando llegaba a las plazas lo que la gente quería era compartir opiniones, pero también aprender. Era una universidad popular que permitió a mucha gente repolitizarse y entrar en un ámbito en el que antes no participaba. Eso expresa muy bien el clima que vivimos desde entonces y en el que la política se ha convertido en un elemento central de nuestra vida cotidiana.
Ahora la calle se ha calmado, quizás expectante ante un cambio institucional. ¿Cree que volverá a activarse si se reedita un Gobierno conservador?
La movilización social ha estado en un repliegue los últimos dos años. Pero las causas que nos llevaron a salir a la calle no solo no han desaparecido, sino que han empeorado radicalmente. La situación de desempleo, de miseria, de desigualdad. Hasta los propios desahucios se han multiplicado. Del 15M decíamos que era un bosque de hojas secas en la que un pequeña chispa podía hacerlo incendiar. Hoy creo que seguimos en ese bosque y que si no hay una solución a la vida de ese millón y medio de hogares que tienen a todos sus miembros en paro cualquier chispazo puede hacer que esto vuelva a emerger con mucha fuerza.
Usted ha acusado a Podemos de haberse olvidado del 15M. ¿Lo sigue pensando?
Estamos hablando de dos escenarios distintos. El 15M es un escenario de movilización social que no tiene dueño, es la manifestación de la frustración de la gente. Después, hemos tenido ecos de ese sentimiento que han sido las Mareas, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, el propio Podemos o la renovación de IU. Expresiones diferentes del 15M pero ninguno podemos otorgarnos la representación del movimiento.
¿El 15M está con Podemos e IU, o se ha vuelto a desengañar y se quedará en casa el 26-J?
Si IU y Podemos no hubiéramos alcanzado un acuerdo probablemente tendríamos una abstención histórica el 26 de junio y, especialmente, en ese sector representado por el 15M. Que se haya logrado nos permite trabajar conjuntamente en un escenario de entusiasmo muy parecido al que se vivió en los días posteriores al 15M.
¿La confluencia entre Podemos e IU es una alianza de izquierda o transversal?
Las etiquetas no son tan importantes. Yo me defino como comunista porque así lo siento, pero esta confluencia no aspira a hablar solo con gente de izquierda. Va más allá. Debemos evitar caer en debates de terminología cuando lo que le preocupa a la gente es llegar a fin de mes.
¿Quién tiene la mayor parte de culpa de la repetición electoral?
El PSOE. Era la pieza maestra y todo gobierno pasaba por él. Podían haberlo jugado muy bien pero su lucha de poder interna les ha reducido capacidad de maniobra. Recuerdo a Susana Díaz diciendo «no quiero que pacten con el PP ni con Podemos y tampoco quiero nuevas elecciones». Así era imposible. El PSOE eligió una opción sin futuro: la de Ciudadanos, 130 escaños. Y después de haber visto el fracaso, insistió en esa línea; inconcebible.
¿Comparte el planteamiento de Podemos sobre el derecho a decidir en Cataluña? ¿Se siente cómodo?
Somos partidarios del derecho de autodeterminación porque es la mejor forma de expresar una solución política, pero nunca votaríamos a favor de la independencia de ningún territorio. Nuestro modelo es federal, de respeto y colaboración de las clases populares de todas las partes del Estado. Pero si no arbitramos una solución dialogada y negociada en Cataluña desde luego vamos a un escenario de callejón sin salida.
En su acuerdo eluden el debate sobre la República, una de las principales banderas políticas de IU.
Somos republicanos y vamos a defender la República. El acuerdo al que hemos llegado con Podemos nos compromete a votar lo mismo cada vez que se debata sobre ese programa que hemos acordado. Cuando se trata de puntos que no aparecen en él, ya sea eutanasia, aborto, etc., cada organización aplica su programa y a veces coincidirá y otras no.
¿Va a participar en los debates o el protagonismo será para Iglesias?
En los centrales parece de sentido común que sea Iglesias. No es cuestión de egos, se trata de llegar a la gente de la mejor forma posible.
¿Garzón acabará en Podemos?
Me han ofrecido muchas veces entrar en Podemos. Pero mis principios y valores están con el PCE e IU. Ahí me siento cómodo.
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