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Simulación, en una pantalla tipo de conversación de WhatsApp, de los diálogos reales que cuatro de los policías supervivientes mantuvieron tras el ataque mediante esta aplicación, sms y mails.
«Doce horas esperando a que nos remataran»

«Doce horas esperando a que nos remataran»

Los SMS, whatsapp y ‘e-mails’ de los policías supervivientes dan cuenta del «infierno» que vivieron y confirman que la Embajada era el objetivo de los terroristas

melchor sáiz-pardo

Domingo, 13 de diciembre 2015, 11:12

Buenos días, señores. No sé qué tipo de información o noticias han circulado (por España) pero lo que ha pasado es que los talibanes han perpetrado un ataque directo contra la Embajada española. Han explotado un coche bomba contra la puerta que ha arrasado media manzana y han entrado a continuación disparando». Así comienza uno de los whatsapp a sus compañeros de uno de los siete policías supervivientes al asalto terrorista a la legación diplomática durante el viernes y la madrugada del sábado, y en el que murieron el subinspector Jorge García Tudela y el policía Isidro Gabino San Martín. También fallecieron dos trabajadores afganos de la misión diplomática y, al menos otras seis personas, además de dejar herido a otro agente español, Juan Luis García Morán.

Los mensajes de este funcionario, y de otros tres más de los policías supervivientes, describen el «infierno» que ellos, con parte del personal civil de la legación, vivieron durante toda la noche afgana. «La embajada es un campo de guerra. coches calcinados muertos», escribe uno. «Doce horas de ráfagas asaltos y granadas sobre nuestras cabezas... ya os contaré con calma. Volvemos a España. Ha sido la peor noche de nuestra vida», en palabras de otro de los funcionarios.

Todos ellos, casi en directo, narraron a sus compañeros y a la Dirección General de la Policía su calvario, escondidos en un búnker con la puerta rota, sabiendo que había bajas entre sus compañeros y esperando a que las fuerzas especiales de Estados Unidos, Noruega, Afganistán y el Reino Unido pusieran fin «a la peor pesadilla que puedes imaginar». «Han sido doce horas esperando que entraran a rematarnos», relata en un correo electrónico uno de los policías que intentó hacer frente a los terroristas.

Todo empezó a las 14.00 horas (hora peninsular española), 17.30 horas en Kabul. Un coche bomba conducido por un terrorista suicida se estrelló «contra la puerta» de la Embajada, situada en la calle principal del barrio de Shirpur, fuera de la ultraprotegida zona verde, donde el tráfico sí está restringido. Dentro de la misión diplomática «que quedó destruida» de inmediato, según escribe otro de los funcionarios había más de una decena de personas. Entre ellas, nueve policías y dos trabajadores afganos. «La explosión rompió todo el perímetro y dejó la Embajada inservible». La onda expansiva «que arrasó media manzana» alcanzó de lleno a varios miembros del equipo de seguridad exterior (todos afganos) que patrullaban en la calle. «A Gabi le pilló también», relata otro agente en un SMS. La habitación del subinspector García «estaba en la planta 0» de uno de los dos anejos al edificio principal, pegada al muro de la calle, «sin ninguna zona de seguridad ni nada parecido». «A mi Subi (subinspector García) lo asesinaron el primero», insiste otro mensaje.

Gran boquete

La bomba, como pretendían los atacantes, abrió un gran boquete en el muro, cerca de la casa de huspedes que la Moncloa señaló en un inicio como objetivo de los terrorista, y por ese hueco accedieron al reciento tres talibanes armados con armas largas y lanzagranadas. Para entonces, los agentes, casi todos miembros de las Unidades de Intervención de la Policía (UIP), no tenían la más mínima duda de que se trataba de un ataque en toda regla contra la misión diplomática. «Entraron del tirón. Lo tenían más que estudiado», se lee en otro mensaje. «Todo arrasado. Calculado: entró el coche bomba y al minuto los terroristas asaltaron la Embajada», sintetiza un whatsapp.

La operación estaba milimétricamente calculada por los terroristas. «Han entrado al asalto» y «han ocupado los tejados», de forma inmediata. «Nos refugiamos en el búnker aunque no era seguro porque una de las puertas no cerraba por los daños de la explosión», explica a sus compañeros un miembro de la UIP. «Al oír las primeras ráfagas desde el búnker donde están nuestras habitaciones, cogimos las armas y cerramos la puerta. La otra puerta de escape quedó dañaba por la onda expansiva y no la pudimos cerrar, así que el sitio no era seguro», describe ese mismo momento otro agente refugiado en los sótanos del edificio principal. Las críticas por la falta de seguridad del refugio se repiten en los mensajes. «Puerta supuestamente de seguridad que no cerraba con la explosión», apostilla un tercero.

Fue entonces, en el búnker, cuando los policías se dieron cuenta que faltaba el subinspector Jorge García Tudela. Aunque su móvil daba señal, él no respondía. Su cuerpo sin vida había quedado tendido en el aparcamiento exterior, entre los escombros del anejo, pero sus compañeros no lo sabían. Por ello, dos decidieron ir a rescatarle con la esperanza de que estuviera todavía vivo. Pero los terroristas estaban esperando precisamente eso. Habían dejado el cuerpo del subinspector como señuelo. «Gabi (el policía Isidro Gabino San Martín) salió con otro compañero a ver si encontraba al Subi (subinspector García) porque no nos contestaba y le dieron, creo, que desde la azotea, donde ya se habían colocado para disparar a todo el que vieran», señala uno de los agentes que se quedó en el búnker. «Isidro y otro compañero salieron a buscar a Jorge porque no contestaba y posiblemente le dispararon (a Isidro Gabino San Martín) desde el tejado. Allí quedó (el subinspector). No podíamos salir porque tenían tomadas posiciones estratégicas en altura», detalla otro.

El Rey siguió toda la noche la liberación del personal escondido

  • Aunque el presidente del Gobierno había dicho en los actos electorales en Murcia y Orihuela que el ataque en Afganistán no era contra España ni contra la Embajada y dio por solventado el percance el viernes po la noche, en la Zarzuela tenían, al parecer, una información más completa. Una nota de la Casa Real daba cuenta de que Felipe VI fue consciente en todo momento de la gravedad de los hechos y estuvo siguiendo «toda la madrugada» la operación de «liberación del personal de nuestra Cancillería en Kabul hasta la resolución final».

  • Los Reyes, además, expresaron su «absoluta condena y repulsa por el atentado sufrido por nuestros compatriotas». Don Felipe y doña Letizia dieron el pésame a las familias de los dos policías abatidos en el asalto talibán a la Embajada en Afganistán, el subinspector Jorge García Tudela y el agente Isidro Gabino San Martín. Don Felipe y doña Letizia trasladaron, además, su «gratitud, admiración, afecto y ánimo» a todos los hombres y mujeres que en las Fuerzas Armadas, la Guardia Civil y la Policía «dedican su vida a ser vir a España y a la ausa de la paz y la seguridad internacional» en todo el mundo.

«He sobrevivido»

Estremece el relato del policía que salió con San Martín para rescatar al subinspector. «Hola. He sobrevivido. Al compañero me lo mataron a cinco metros. Al compañero le dispararon mientras salíamos a ver si el Subi estaba vivo. Yo estoy vivo porque me parapeté y salí corriendo». Tras la fallida operación de rescate, los agentes, con San Martín desangrándose y herido de muerte, decidieron no volver a salir del dañado búnker y esperar el rescate o la muerte a manos de los terroristas que se habían enseñoreado de toda la legación desde sus puestos privilegiados en las azoteas. Afortunadamente, sí hubo rescate, aunque demasiado tarde para San Martín, que murió de camino al hospital en manos de su compañero García Morán, el funcionario herido en la balacera.

«Gritos en arabe, tiros, bombas, muertos por todos lados». «Han sido doce horas esperando que entraran a rematarnos. Al final los americanos los neutralizaron. Pero el ataque era contra nuestra Embajada y quien diga lo contrario miente», afirma uno de los policías. «Ha sido contra la Embajada. No contra el guest house (casa de extranjeros). Díselo al jefe», remata un segundo.

«Nos han sacado a las 6.30 de la mañana los americanos y un equipo SWAT (fuerzas de élite) de Noruega». «Lo que hemos vivido aquí es culpa de mucha gente. La embajada estaba aislada en la peor zona de la ciudad y sin seguridad ninguna. Hemos llorado mucho y estamos todos muy destrozados», se despiden otros compañeros de Jorge García Tudela y de Isidro Gabino San Martín.

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