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Viernes, 19 de junio 2015, 11:32
La Policía Nacional ha desarticulado una organización criminal presuntamente dedicada a la explotación sexual de jóvenes rumanas en locales de alterne en La Coruña, Málaga y Guadalajara, deteniendo a cinco personas de nacionalidad rumana e imputando a una más por la presunta comisión de delitos de trata de seres humanos, prostitución y pertenencia a organización criminal. Entre los arrestados figura el cabecilla de la trama, el cual llevaba el cálculo exacto de todos los servicios sexuales prestados por las víctimas así como de los beneficios obtenidos.
Los miembros de la red les propinaban brutales palizas para obligarlas a ejercer la prostitución. Además, se ha logrado liberar a cinco víctimas de dicha organización, que habían sido engañadas, controladas, amenazas y coaccionadas por la organización. La organización captaba a las mujeres tanto en Rumanía como en España mediante el ofrecimiento de falsos trabajos en nuestro país. Con ello lograban que las víctimas se trasladaran voluntariamente hasta la provincia de Málaga, donde residía el principal responsable del grupo.
Las investigaciones comenzaron en octubre de 2014 a raíz de las declaraciones manifestadas a los agentes por parte de algunas de las mujeres de nacionalidad rumana que estaban siendo explotadas sexualmente, junto a otras, por una organización criminal compuesta por compatriotas suyos.
En sus declaraciones relataron cómo un ciudadano de origen rumano se dedicaba a obligar a varias mujeres a ejercer la prostitución con la ayuda de su pareja sentimental. Ésta era además la encargada de vigilarlas dentro de los clubes de alterne, empleando para ello todo tipo de métodos coercitivos y trasladándolas constantemente de un sitio a otro en la provincia de La Coruña, todo lo cual le reportaba enormes beneficios que le permitían mantener su alto nivel de vida.
Hospitalizadas por las palizas recibidas
La violencia ejercida por los componentes de la organización era tal que, en ocasiones, las víctimas requirieron asistencia hospitalaria por diversas lesiones, siendo esta situación indiferente para los miembros de la organización, pues las obligaban igualmente a ejercer la prostitución inmediatamente al salir del centro médico.
Para doblegar la voluntad de las mujeres, se valían de un sin fin de agresiones y de un estricto control de sus movimientos, permaneciendo en coches cercanos mientras las explotaban sexualmente y ordenándoles que se asomaran por la ventana del club de alterne con la frecuencia que ellos establecían. También controlaban sus comunicaciones, estando obligadas a realizar llamadas de control todos los días en horas y minutos exactos, recibiendo continuas palizas si no lo hacían, lo que generaba en las víctimas un estado de dependencia psicológica y de indefensión absolutas, evitando a su vez posibles denuncias y huidas.
Las investigaciones también permitieron determinar que el grupo investigado se dedicaba paralelamente al tráfico de sustancias estupefacientes, comprando drogas de diferentes calidades y mismo tipo, para volver a cortarlas, conseguir más cantidad y revenderlas, lo que los reportaba importantes beneficios.
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