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JM Sánchez Gordillo, Pedro Rollán, Toño González-Linares y José María Sánchez.
Alcaldes absolutísimos

Alcaldes absolutísimos

Los regidores más votados aspiran a revalidar la confianza de sus vecinos aunque ven difícil repetir sus holgados triunfos

NURIA VEGA

Miércoles, 20 de mayo 2015, 00:11

«No estamos para batir ningún récord, estamos para gobernar». Al otro lado del teléfono habla José Antonio, Toño, González-Linares, alcalde de San Felices de Buelna, un pueblecito de Cantabria con un nombre que invita a dejarse caer por allí. Este exciclista de los años setenta, que llegó a ganar una contrarreloj en el Tour de Francia al belga Eddy Merckx, vuelve a presentarse a las elecciones municipales y autonómicas de este 24 de mayo a sus 69 años de edad con 16 de gobierno.

Aunque en su equipo se vanaglorian de contar con uno de los regidores más respaldados de toda España, González-Linares reitera que el apoyo no cae del cielo y que la clave del éxito es siempre el trabajo. El 86,4% de los poco más de 2.300 habitantes de San Felices apostaron en la última legislatura por el Partido Regionalista de Cantabria. Tanto, que en el consistorio local la oposición no ocupa ninguna silla. El electorado cedió los 11 concejales al PRC.

A sus 36 años y habiendo cosechado hace cuatro años el 87,2% de los sufragios, José María Sánchez puede presumir de ser el alcalde más votado del país. Lleva desde los 24 al mando del ayuntamiento y, en este tiempo, «en el despacho, en el bar o en casa», los habitantes de La Coronada le han confiado sus inquietudes, problemas y han compartido con él hasta los episodios amorosos. Al fin y al cabo admite que eso y no otra cosa es la vida. «Ha habido incluso quien antes de irse de viaje ha querido dejarme las llaves de su casa por si surgiera algún percance durante su ausencia», evoca agradecido.

En La Coronada, a diferencia de San Felices, sí hay oposición. La ejerce una sola persona, un concejal del PP. Pero ni en este municipio ni en el de Cantabria hay rastro de fuerzas emergentes como Ciudadanos o Podemos.

No es el caso de otra de las localidades donde los votantes apostaron con fuerza por su alcalde en los últimos comicios. En Torrejón de Ardoz, Madrid, el popular Pedro Rollán, elegido por el 68,5% del electorado, conoce a los candidatos de estas nuevas formaciones en su municipio y pronostica que el cambio de dinámica y de correlación de fuerzas obligará a «hacer política de otra manera» y a buscar acuerdos.

Torrejón, de más 125.000 habitantes, nunca fue un bastión de los populares, pero Rollán cree que sólo con otra mayoría absoluta podrán evitarse los problemas de gobernabilidad y anticipa que estos comicios estarán «muy reñidos». «El castigo a la marca PP aumenta de manera proporcional al tamaño del municipio», advierte, aunque su método para revalidar sigue siendo el mismo: «A más escucha, más apoyo de los votantes».

La crisis

Los recortes y el desempleo se han dejado notar, sin embargo, en grandes y pequeñas localidades. De ahí que la mayor parte de los alcaldes teman que el porcentaje de apoyo caiga inevitablemente cuando en la última legislatura los ciudadanos han sentido que algo fallaba y que, por lo tanto, su nivel de vida ha empeorado. El efecto de la crisis podría verse reflejado en las urnas hasta en Marinaleda, donde gobierna desde 1979 Juan Manuel Sánchez Gordillo.

El regidor, heterodoxo dirigente de IU y fundador del Sindicato Andaluz de Trabajadores, arrasó en los comicios de 2011 con el 73,08% de los votos y está convencido de que su pueblo no le retirará la confianza. Su trayectoria pasa por haber impulsado una comunidad solidaria, que es lo que a su entender representa Marinaleda. Y el principio fundamental por el que se guía es el de ser coherente «entre lo que dice y lo que hace». Esta será su última legislatura.

También el alcalde de San Felices dice que este será su último mandato. Ambos aseguran que se encontrará sin problemas un reemplazo. En el caso de Torrejón, «Dios dirá», porque Rollán prefiere no anticipar los acontecimientos. Más aún en la situación actual de volatilidad. Quien, entre otras cosas por su juventud, está seguro de que no culminará su vida laboral en el ayuntamiento, es el socialista de La Coronada, que hoy por hoy no descarta dar el salto a la política nacional. Al fin y al cabo, todos ellos cuentan con uno de los avales más valiosos, el del respaldo rotundo de las urnas.

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