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Unas flores honran la memoria de Isabel Carrasco junto a su retrato en la Diputación de León.
León aprende a vivir sin Isabel

León aprende a vivir sin Isabel

Montserrat ha sorprendido en la cárcel por su aplomo e interés en hacer cursillos. Pero su hija Triana no tiene ganas de salir de la celda. Fuera, la ciudad cicatriza la herida a toda prisa.

josé ahumada

Miércoles, 4 de junio 2014, 15:50

Triana ya no se pasa el día llorando. «Va levantando cabeza, pero ha estado machacada», confía un trabajador de la cárcel de Mansilla de las Mulas, donde lleva tres semanas encerrada. «En cambio, la madre llegó más entera, y te sorprende, porque ingresar en prisión pesa: simplemente ir oyendo que se cierran las cancelas y los rastrillos detrás de ti, impresiona». No hay duda de que Montserrat ha aceptado con más aplomo su nueva situación, y no por esos primeros momentos de fanfarroneo histérico, cuando se le oyó decir que «la mataría otras 30.000 veces». Ya ha empezado a interesarse por las actividades y cursos que pueden realizarse ahí dentro. Tiempo no le va a faltar.

Su hija, de momento, no tiene ganas de nada, casi ni de salir de su celda. Por lo visto, los primeros días no dejaba de preguntar por su madre, dando aparentemente la razón a quienes hablan de ellas como una señora gobernanta y una chica sobreprotegida. «Parece ser que ha habido un consejo del juzgado para que no estuvieran en principio juntas», explica el funcionario, ya que lo corriente es que los familiares lo estén.

Hasta que se reúnan, cada una permanece en su módulo Montserrat, el 10; Triana, el 8, cumpliendo la rutina del penal, siempre acompañadas por presas de confianza por si les entra la tentación de quitarse de en medio. Pasar de un día para otro de menear la melena al viento en el Mercedes descapotable a pudrirse en una habitación de nueve metros cuadrados con muebles de obra tiene que ser un trago. Tampoco le debe de ir mucho mejor a Raquel Gago, la otra protagonista en el crimen de Isabel Carrasco. A falta de que se aclare su papel, la agente de la Policía Local está también acusada de homicidio, tenencia ilícita de armas y atentado contra la autoridad, y permanece recluida y abatida en el área de ingresos del penal. Para las tres, es como si los relojes se hubieran detenido a las 17.17 del pasado 12 de mayo, justo en el preciso momento en que la presidenta de la Diputación leonesa caía muerta de cuatro tiros (tres por la espalda y uno de gracia, en la cabeza) sobre la pasarela que cruza el río Bernesga.

Por el contrario, fuera de la prisión que lleva el acertado nombre de Villahierro, el tiempo corre veloz. Unos ramitos de flores no muy lucidos que indican el punto exacto de la desgracia son la única huella visible de lo que allí pasó, junto con la marca de las pintadas que lo celebraban, convenientemente borradas. León vuelve a ser la capital de provincias tranquila que siempre ha sido, aunque todavía se note un exceso de ajetreo de televisiones y periodistas. «Tuvimos la suerte de que se solucionara de una forma rápida», opina Olga Fernández en su oficina de la inmobiliaria Best House, desde donde vio cómo detenían a Montserrat González y a su hija, Triana Martínez, veinte minutos después de haber dado muerte digamos que presuntamente a pesar de los testigos, a Isabel Carrasco. Olga accede a contarlo una vez más, con la esperanza de que sea la última. «Ahora está todo más tranquilo, y estamos deseando que todo esto ya se termine».

Como si nada hubiera pasado

Si el crimen no se hubiera esclarecido al momento gracias a ese policía jubilado que tan oportunamente paseaba por la zona con su mujer, que oyó los disparos y no perdió de vista a Montserrat hasta que la cogieron, las sospechas, las hipótesis y la certeza de tener un asesino suelto no hubiesen dejado pegar ojo a nadie en la ciudad. Pero hoy, los abuelos y los padres con niños pequeños siguen paseando por la parte de arriba del parque que acompaña al río, junto al dichoso puente, mientras los más deportistas corren por la de abajo, como si nada hubiera sucedido.

Queda la duda de si la herida habría cicatrizado tan rápido en caso de que la víctima no hubiese sido precisamente Isabel Carrasco, una mujer de valía reconocida incluso por sus adversarios, pero tan áspera que cosechaba profundas antipatías allá por donde pasaba. De lo primero da fe el buen estado de las cuentas de la Diputación; de lo otro, la saña con la que se ha arremetido contra ella después de muerta. Ha habido incluso detenciones por festejar el crimen de una forma que no se veía desde los tiempos de ETA. La polémica decisión de aumentarse un 13% el sueldo en tiempos de crisis, o la docena de cargos que acumulaba y engordaban sus ingresos no contribuyeron a mejorar su imagen.

«Tenía un trato muy duro y era soberbia y seca, pero no le gustaba que le hicieran la pelota explica el dueño de uno de los restaurantes que frecuentaba. No era una de esas políticas que va saludando a la gente. Si te conocía, te saludaba; si no, no. Nadie se acercaba a darle dos besos».

Recuerda cómo, después de las comidas con compañeros de la Diputación, ella cogía la cuenta y dividía mentalmente para ver a cuánto salía cada uno. «Miraba por el dinero aunque ella no pagase la factura. Valía más dormida que cien hombres despiertos».

La gente de León parece contrariada porque se asocie su ciudad a un suceso tan siniestro. Desde que, hace tres años, una panda de sudamericanos robaron y mataron a una joyera, no se había registrado un hecho tan macabro. «Nos hemos quedado sobrecogidas porque son cosas que pasan en Madrid. León solo sale en la tele por el frío», comenta una chica mientras atiende en su cafetería. Ella vio también cómo se llevaban a Montserrat y a Triana. Su compañera lo cuenta: «Había mucha gente y muchos coches. Yo pensé que igual era una bomba». Más tarde se enteró de lo que había sucedido. «Yo he atendido a Isabel Carrasco en una tienda de ropa. Siempre venía a comprar con el novio. Era muy pesada y daba mucha guerra».

La moda era una de las debilidades de la presidenta leonesa. Trataba de sacarse partido con ropa llamativa y le gustaban las minifaldas y los taconazos. El público se daba codazos cuando acudía a algún acto con una gargantilla enorme con la palabra SEX. Cuando murió, calzaba zapatos de plataforma rosas y llevaba su bolso con estampado de leopardo.

Lázaro García, portavoz de Unión del Pueblo Leonés en la Diputación y adversario político de Isabel, tenía la suficiente confianza como para bromear con ella cuando iba atrevida. «Era un torbellino, una mujer de ordeno y mando, pero cuando estaba fuera se relajaba. Es verdad que los suyos no se meneaban. A veces venían con alguna cosa y me decían mejor se lo dices tú. Yo intentaba rebajar esa tensión».

Esa familiaridad no le evitó sufrir la prepotencia con que actuaba en la casa, que es como se refieren al Palacio de los Guzmanes, la sede de la Diputación, quienes trabajan allí. «Antes, todos los diputados podían aparcar en las plazas de garaje, pero ella decidió que solo lo hiciesen los del PP. El resto, que somos diez, teníamos que arreglarnos con cinco plazas de un aparcamiento cercano e intentar que no nos pusieran muchas multas. Esto era suyo». Fue ese mismo poder abrumador en la casa, asegura, el que le llevó a prohibir que se colgase el retrato de su predecesor, Francisco Javier García-Prieto Gómez, del PP, en la galería de cuadros de presidentes. «Le cogió manía», resume Lázaro García.

También se la cogió a Matías Llorente, actualmente diputado no adscrito. «Me dijo: Menudo hijo de puta es este tío... Te vas a enterar... Ya te llegará tu hora». Él pidió que se investigasen las oposiciones en que los parientes de políticos del PP sacaban dieces, y también los trabajos que no dejaban de salirle al novio de la presidenta. «Todos los presidentes que la precedieron dejaron una gran obra. La ás importante de ella fue la reforma de la planta noble de la sede de la Diputación, donde estaba su despacho, en la que se gastó 1,3 millones de euros».

Con los más necesitados

«Nadie tomaba una decisión sin que ella lo autorizara, así que ahora hay un vacío. Se nota que como ya no está la reina del palacio la gente camina de frente y va más desahogada, pero ahora son los demás los que tienen que gobernar. Desde que falleció, todo lo que se ha hecho es puro trámite», opina Llorente. «Ya les dije a sus compañeros el otro día que espero que los espíritus vengan de noche, y de día, cuando está habitada la planta noble, se queden en los cementerios».

«La gente tiene una percepción institucional de ella, y quizás no ha trascendido tanto que se trataba de una persona muy humana y preocupada por los demás», defiende su compañero de partido y gobierno Jaime González, portavoz del Grupo Popular. «Toda la estructura organizativa e incluso física que hay aquí es obra de ella, así que estamos llenos de recuerdos y de sentimientos de pena».

Es él quien descubre la cara más amable y desconocida de Isabel Carrasco. «Estaba muy comprometida con los más necesitados. Cuando empezaron los recortes, los ajustes nunca afectaron a los centros de discapacitados o de ancianos. Cuando Vicente del Bosque visitó el centro ocupacional Cosamai para discapacitados intelectuales, se quedó asombrado cuando vio que Isabel conocía a todos los chavales por el nombre. Esta señora viene por aquí, dijo».

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