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Ignacio Tylko
Miércoles, 18 de junio 2014, 20:41
Faltaba menos de una hora para arrancar el choque cuando en torno a dos centenares de hinchas chilenos sin localidades irrumpieron por la fuerza en el centro del prensa del estadio Maracaná con el único fin de colarse a ver el partido que enfrentaba a la selección de su país frente a España.
De manera increíble, una marea roja se saltó todos los controles de seguridad del exterior del recinto, rompió las puertas de cristal que dan acceso a una zona reservada para los periodistas, tiró por los suelos a su paso armarios y taquillas, y penetró en las tripas del estadio como si fuera un ejército de caballería.
No se emplearon con violencia, ni tampoco trataron de robar equipos de fotografía, ordenadores o teléfonos móviles. Sólo querían ver cumplido el sueño de ver a las dos rojas en un escenario mítico. Fueron reducidos por miembros de seguridad que salieron tras ellos después de verse en un primer momento desbordados, e hicieron una sentada. Se negaban a irse y, sobre todo, se unían para evitar poder ser detenidos. No hubo que lamentar heridos graves, aunque una señora se quejaba de un fuerte dolor en un brazo que llevaba en cabestrillo.
«Sólo queríamos entrar y ver el partido. No somos violentos y no nos propusimos meternos con nadie, ni robar objetos de valor. Sólo cumplir el sueño de apoyar a nuestro país frente a España. Mamá, estoy bien», relataba Claudio González para una televisión chilena mientras un miembro de la FIFA le invitaba a abandonar el estadio.
A buen seguro que esta invasión de chilenos, que desde primera hora del martes ya tomaron las principales zonas de Río de Janeiro, obligará a aumentar las medidas de seguridad en los accesos a los estadios. Este periodista cumple su quinta Copa del Mundo como enviado especial y jamás había presenciado algo parecido.
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