A. P.
Viernes, 12 de enero 2024, 10:00
En los modelos totalmente eléctricos (en los híbridos apenas es perceptible) el frío acusado también pasa factura. De entrada, el aceite que lubrica la transmisión se espesa con la bajada del termómetro, lo que incrementa la fricción interna y provoca un descenso en la autonomía de sus baterías.
Publicidad
Pero es que además la última se ve trastocada (salvo en modelos contados) por el uso recurrente de la calefacción, que lógicamente implica un elevado consumo eléctrico (también lo hace en verano el equipo de aire acondicionado).
Al final, es habitual que durante los meses más gélidos perdamos hasta un 25% de kilometraje entre repostajes. Y eso que, en parte, se puede compensar precalentando el vehículo mientras se encuentra reponiéndose enchufado a la red eléctrica, pues la mayoría de estos vehículos permiten activar estas funciones (carga y precalentamiento, a modo de temporizador) desde aplicaciones específicas instaladas en el teléfono móvil.
Como 'guinda', la carga de las baterías también es menor : las temperaturas bajas afectan a la rapidez con la que fluye la energía, o lo que es igual, a la cantidad de ésta que se puede proporcionar para la aceleración y la rapidez con que recarga. Una batería fría también limita la función de frenada regenerativa, que la recarga de forma parcial en circulación.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.