Mini Cooper SE: un coche genial, pero mejor a gasolina

Aunque el actual Cooper ya acusa el paso de los años, lo cierto es que la firma inglesa ha ido actualizando al modelo constantemente para mantener su vigencia tecnológica y de equipamiento, así como ciertos retoques estéticos. Aunque de estética, tampoco hay mucho que tocar, ya que cuenta con un diseño bastante atemporal, con una línea desenfadada y agradable. Sus ópticas delanteras circulares, su enorme boca delantera, el techo flotante, la verticalidad de sus pilares o la Union Jack escondida en sus pilotos traseros acentúan su estética juguetona y su imagen de 'coche capricho'.

El juego de proporciones en su carrocería de tres puertas está muy bien conseguido, con morro corto y un capó pequeño (que al levantarse deja las ópticas 'al desnudo', con un aspecto muy Racing). Este coche mide 3.850 mm de largo, 2.495 mm de distancia entre ejes, 1.727 mm de ancho y 1.432 mm de alto. Con estas medidas, obviamente, la habitabilidad y la capacidad del maletero se ven altamente repercutidas.

El Cooper SE se ofrece con cuatro niveles distintos de acabados: Essential, Classic, Mini Yours y Resolute Edition. Dependiendo del acabado elegido, el Cooper SE contará con mayor o menor nivel de equipamiento, variedades cromáticas para la pintura y detalles estéticos.

La unidad probada cuenta con el acabado Classic, algo menos llamativo que los otros dos, especialmente por la utilización de unas llantas en 16 pulgadas con un diseño algo más discreto que las opcionales de 17 pulgadas.

Para mover al conjunto, que tiene un peso de 1.440 kilos en vacío, el Cooper SE recurre a un motor que envía toda la fuerza a las ruedas delanteras. Genera 184 caballos y 270 NM. Con todo, acelera de 0 a 100 en 7,3 segundos y tiene una velocidad punta limitada electrónicamente a 150 kilómetros por hora.

El motor está alimentado por la batería de iones de litio que encontramos en el BMW i3, colocada en forma de T bajo los asientos. Es una batería que tiene una capacidad de 32,6 Kw/h, lo que, según Mini, le otorga una autonomía teórica de 234 kilómetros. En la práctica esta autonomía es bastante más reducida. Conseguir 180 kilómetros reales ya se antoja como un reto. Esto es francamente una pena, pues el coche cuenta con un chasis genial, que bien podría salir a carretera abierta sin ningún problema, pero con esta autonomía queda relegado a un uso urbano casi en su totalidad.

A la hora de recargarlo podemos pasar de un 0 a un 80 por ciento en dos horas y media con un Wallbox de 11Kw y en 35 minutos en una estación de 50Kw. Esta potencia de carga es la máxima que admite el Mini Cooper SE a la hora de cargarlo.

El interior del vehículo es, como no podía ser de otra manera, pequeño. El coche está homologado para cuatro plazas, ofreciendo dos asientos individuales en la fila trasera. Estos asientos no son los típicos que podemos encontrar en otros modelos que realmente solo sirven para dejar la chaqueta y algún que otro objeto. En el caso del Mini son utilizables. No son las plazas más cómodas del mundo y dependiendo de tu tamaño probablemente ni entres, pero un adulto de talla inferior al metro ochenta podría viajar «cómodamente» en trayectos cortos. Colocar a alguien para un viaje largo ahí dentro podría considerarse maltrato. No tiene salidas de aireación, las ventanillas traseras son pequeñas y ni siquiera pueden bajarse. Pero para una emergencia, están ahí y se pueden utilizar.

Contamos con un maletero bastante escueto de apertura manual, con una capacidad de 211 litros, ampliables a 731 litros con los asientos plegados. La boca de carga no es mala, aunque queda un pelín alta. Una vez abierto nos encontramos, eso sí, unas formas muy aprovechables, con un pequeño doble fondo que, en esta versión eléctrica, está reservado para los diversos cables de carga.

En cuanto a equipamiento, en el acabado Classic no echamos en falta nada, pero tampoco sobra nada. Los altavoces de serie ofrecen un sonido muy aceptable, la pantalla de infoentretenimiento, de 8,8 pulgadas, queda algo antigua comparada con los sistemas de alguno de sus competidores, aunque su funcionamiento es más que correcto y cuenta con Apple Car Play de manera inalámbrica.

El cuadro de instrumentos, también digital, recurre a una pantalla de 5,5 pulgadas sin posibilidad de personalización. Encontramos información suficiente en el cuadro, pero se echa en falta algo de personalización.

No contamos con sensores de estacionamiento delantero ni cámara de marcha atrás en este acabado, pero sí con sensores de marcha atrás, retrovisores plegables eléctricamente o asientos delanteros calefactables.

Es cierto que si pensamos en utilitarios urbanos eléctricos hay muchos modelos que pueden rondar por nuestra cabeza y, si bien este Cooper es eso, un utilitario eléctrico, no creo que ninguno llegue a ser un rival directo de este. Porque el Cooper juega a otra filosofía. Cuando uno piensa en un utilitario urbano eléctrico, normalmente pensaremos en un coche con una dirección desmultiplicada y ligera, una suspensión blanda capaz de tragarse las irregularidades de la carretera, unos asientos cómodos, con un mullido blando y agradable, etc. Mini no juega a eso. Es un coche que, como ya hemos dicho, con esta motorización se queda en urbano, pero que con esta puesta a punto parece haber sido concebido para carreteras ratoneras de montaña. Tiene una dirección dura y directa, una suspensión firme, una distancia entre ejes corta que lo hace aún más reactivo…el Mini es un juguete, un coche capricho con una puesta a punto de capricho.

No me confundáis, en ciudad se comporta bien. Su motor eléctrico tiene fuerza suficiente, pero en un uso cotidiano tiene un funcionamiento suave y agradable y la suspensión no llega a ser molesta en ningún momento. Además, con el modo de retención alto (activo siempre al encender el vehículo), podemos utilizar el Mini con un solo pedal.

Estamos, en definitiva, ante un coche genial, que prima la diversión de conducción y la agilidad frente al confort. Yo con mi dinero lo tendría claro, Mini Cooper S, sin la E. La versión gasolina corre más, es más barata y a igualdad de precio te lo puedes llevar hasta arriba de equipamiento. Y lo más importante, si algún día se te antoja hacer un viaje largo, podrás hacerlo sin esa ansiedad por la autonomía y constantes paradas que sí que tendrás con el eléctrico…si es que te atreves a hacer un viaje largo con su autonomía. Eso sí, perdemos la ansiada etiqueta 0 de la DGT.

Además, si lo que quieres es el Mini Cooper eléctrico, lo mejor que puedes hacer es esperar a que salga su cuarta generación, que ya acepta pedidos. Tienen precios muy similares, mayor potencia y habitabilidad y, sobre todo, casi el doble de autonomía. Dicho esto, perdemos, aún más, la estética Mini original (si es que aún quedaba algo en esta generación). Pero si la estética del que está a punto de rodar por las carreteras te convence y tienes claro que quieres un Mini, espera y apuesta por el nuevo.