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Poco o nada tienen que ver la primera generación con la segunda del Mercedes GLA, el SUV de acceso al mundo Mercedes que comparte plataforma con el Clase A. Estamos ante un coche más serio y refinado en todos los sentidos. Desde el diseño a ... la calidad de rodadura o utilización de materiales.
Desde su presentación a finales de 2019 hasta la actualidad, Mercedes ha ido realizando pequeños cambios en este GLA para que no solo se vea actual, sino que se vea a la última. Eso sí, por suerte, mantiene las motorizaciones de toda la vida, como las diésel puras (con sus debidos filtros antipartículas y toda la tecnología posible para contaminar lo mínimo posible). Los de Daimler han sido inteligentes al mantener en su catálogo una tecnología que para muchas personas sigue siendo la más idónea. Porque sí, el diésel sigue siendo el rey cuando hablamos de largos trayectos y de altas velocidades de crucero.
En el plano estético queda patente la utilización de la plataforma del Clase A en sus medidas (4,41 metros de largo, 1,83 de ancho, 1,62 de alto y una batalla de 2,73). Aunque esto no es algo malo ni muchísimo menos. Para empezar porque el Clase A es de los compactos más bonitos que existen actualmente en el mercado. Y para terminar, porque por mucho que quede patente la utilización de su plataforma, Mercedes ha sabido dotar de identidad propia a este GLA.
Los faros, completamente en LED, se vuelven más gruesos, se levantan los volúmenes y la línea de cadera para dotar al conjunto de esa estética algo más todo camino que la de su hermano compacto.
La caída del morro en su parte final le otorga esa cara de tiburón que tanto caracteriza el lenguaje de diseño de muchos de los últimos Mercedes que han salido al mercado. Esta nueva generación recupera la seña de identidad de la marca que habíamos perdido levemente en algunos modelos del pasado. Se ve moderno y joven, pero al mismo tiempo elegante. Es un coche con el que poder ir a cualquier lugar y no desentonar lo más mínimo.
La unidad probada viene equipada con un motor de cuatro cilindros en línea diésel de 1.950 centímetros cúbicos. Es un motor moderno, con bloque y culata de aluminio, turbo de geometría variable, inyección directa… con todo, es capaz de generar 150 caballos de 3.400 vueltas a 4.400 y un par máximo de 320 Nm desde tan solo 1.400 revoluciones por minuto a 3.200. Viene asociado a una caja de cambios automática de doble embrague multidisco bañados en aceite y ocho relaciones que envía la fuerza a las ruedas delanteras. Con todo, es capaz de acelerar de cero a cien en 8,8 segundos y alcanzar una punta de 208 kilómetros por hora para un conjunto que para la báscula en 1.660 kilos en vacío. También se ofrece la opción de equipar tracción a las cuatro ruedas.
Son cifras más que suficientes para mover al conjunto con soltura, incluso cuando el coche va cargado. Según ciclo WLTP el consumo mixto es de 5,3 litros cada cien kilómetros. Podemos conseguir cifras similares en carretera abierta, aunque en consumo mixto la cifra es algo superior. Cuenta con un depósito de combustible de 43 litros. No es ni grande ni pequeño, aunque con estos consumos, podemos hacer cientos de kilómetros sin necesidad de preocuparnos por la autonomía.
El Mercedes GLA cuenta con uno de los interiores que más llaman la atención dentro de su segmento y categoría. El primer impacto visual, con su doble pantalla sin marcos y la luz ambiental hacen que muchas personas queden encandiladas desde el minuto uno. Pero dejando de lado este despliegue visual, lo cierto es que la calidad de fabricación es buena, con revestimientos en cuero en multitud de molduras y plásticos blandos en la parte media y superior del salpicadero. Aspectos que pueden pasar desapercibidos en un primer vistazo, como el subir y bajar de las ventanillas, están sumamente cuidados, con una suavidad en su funcionamiento exquisita. Se hace uso intensivo del negro piano en la parte central de la consola, un material muy vistoso, pero que se ensucia con mucha facilidad.
En cuanto al equipamiento es el cliente (y su cartera) quien ha de decidir los límites, porque para Mercedes no existen. Puedes equiparlo con absolutamente todo lo que puedas imaginar, siempre y cuando estés dispuesto a pagarlo, porque como buena marca aspiracional aquí hay que pasar por caja para todo. Incluso para contar con Android Auto y Apple Carplay.
El único defecto que le encuentro a este interior es la utilización de botones táctiles en los mandos del volante. Son menos intuitivos que unos botones táctiles de toda la vida y en ocasiones los accionas sin querer. Tienen una parte positiva, y es que permiten aglutinar un mayor número de funciones en un espacio más reducidos. Este sistema permite, por ejemplo, controlar prácticamente por completo la pantalla de infoentretenimiento principal a través de uno de sus paneles táctiles.
El espacio de este Mercedes es el propio de un SUV del segmento C. Tenemos mucho espacio en las plazas delanteras, pero también un buen espacio en las plazas traseras. El ancho total del coche hace que la plaza central sea menos utilizable, pero cuatro adultos pueden viajar con total comodidad en este coche. En las plazas traseras vuelve a quedar patente que estamos en un coche aspiracional, con espacios para dejar objetos, salidas de aireación, dos tomas USB de tipo C. Pero, sobre todo, en la utilización de materiales. En estas plazas no se ha escatimado en gastos. Volvemos a encontrar alcántara para los paños de las puertas, plásticos blandos y cuero.
El maletero, de accionamiento automático en esta unidad, ofrece 435 litros de capacidad, con una boca de carga amplia que queda un pelín alta. Eso sí, tenemos piezas que protegen la carrocería para evitar rallones o desperfectos a la hora de cargar objetos pesados. Las formas son diáfanas y contamos con distintas soluciones para agarrar objetos de pequeño tamaño, evitando así que se deslicen por toda la superficie del maletero.
La puesta a punto del GLA juega a ofrecer un coche cómodo pero que no sacrifique dinamismo. El conjunto transmite sensación de solidez en su pisada y funcionamiento. Esto lo consigue con una suspensión que, sin ser seca, agarra con firmeza la carrocería en los cambios de apoyo, una dirección directa, que no afilada, con un buen tacto de dureza (regulable según el modo de conducción). El mullido de los asientos recuerda a la misma configuración que la suspensión: cómodos, pero firmes. Son muy agradables al tacto y ofrecen una sujeción lateral suficiente para el conjunto.
En ciudad se comporta bien, con un motor que no transmite vibraciones en el interior del habitáculo y con una cabina muy bien insonorizada. En carreteras reviradas se comporta aún mejor. Uno no espera encontrarse este nivel en un coche de esta clase, con un chasis que permite muchísima más chicha y un coche que, en general, tracciona muy bien, no tiende al cabeceo y tampoco a irse de morro o de culo.
Aunque sin duda alguna, con esta motorización su hábitat natural son las autovías y autopistas. El coche se muestra aplomado a altas velocidades, transmitiendo una enorme sensación de seguridad. Además, con la octava marcha permite llevar el motor muy poco revolucionado, consiguiendo unos consumos excelentes.
El Mercedes-Benz GLA parte desde los 46.503 euros, aunque una unidad como la que hemos probado ronda los 56.000 euros. No es un coche precisamente barato, pero siendo justos con Mercedes, ¿qué coche lo es hoy día?
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