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El futuro del mercado del automóvil es cada vez más incierto en muchas partes del mundo, especialmente en Europa, donde la imposición del vehículo eléctrico ha llevado a un cambio radical de la oferta disponible. Tanto es así, que un breve análisis a los lanzamientos que están por llegar este 2025 pone de manifiesto la fuerte apuesta del grueso de marcas por la movilidad eléctrica. Y eso que sus ventas siguen siendo residuales. Mazda no es ajena a estos problemas y las sanciones de la Unión Europea a los vehículos a combustión y algunos de sus modelos no han tenido más remedio que sucumbir, como el nuevo Mazda 6, que será cien por cien eléctrico. Pero por mucho que tenga que renovar parte de su oferta para hacer frente a la normativa de emisiones, la firma del ala sigue siendo fiel a su filosofía, a no caer ante tendencias que, simplemente, no casan en la concepción del vehículo tradicional que fabrica la marca. El Mazda CX-30 cedido por el concesionario Koni Motor es el clarísimo ejemplo de que, por mucho que cambien los tiempos, Mazda siempre seguirá siendo Mazda, una marca que nada a contracorriente y consigue salir a flote a pesar de luchar contra modas.
El diseño del CX-30 es una clarísima reinterpretación del Mazda 3 en formato SUV, con un juego de formas y líneas por las que los años parecen no pasar. Su dalentare es pura agresividad, con un capó largo, echado hacia abajo y que continúa por encima de los faros delanteros. Los faros son muy finos e igual de afilados (sino más) que el propio capó, otorgando al conjunto una mirada desafiante y agresiva. La vista frontal la remata la parrilla tipo ala formato XL que ya es seña de identidad dentro de la marca. Nada de cargar la vista con aditamentos estéticos innecesarios como falsas salidas de aireación.
En la vista lateral encontramos un vehículo muy bien proporcionado, con un diseño elegante (más aún en el color Machine Gray de la unidad cedida por Koni Motor) y sencillo. Los pasos de rueda son de gran tamaño y se encuentran en plástico negro sin pintar para acentuar la sensación de vehículo offroad. Aunque en realidad estamos ante un coche pensado por y para caminos asfaltados.
Si bien es cierto que la parte delantera es una clara adaptación del Mazda 3 a la carrocería SUV, la trasera se diferencia mucho más. Al igual que su hermano compacto, no juega a sobrecargar la chapa vista con elementos superfluos que no aporten nada a la funcionalidad, pero no es tan redonda. Aquí tenemos una vista más horizontal, con más presencia que la del Mazda 3. Las líneas son ligeramente más afiladas, al igual que sus pilotos. La parte baja se remata con un paragolpes en plástico negro sin pintar y dos generosas colas de escape de verdad de la buena.
La habitabilidad del CX-30 se erige como el principal motivo de venta de este SUV del segmento C frente a su hermano compacto. Perdemos algo de dinamismo pero ganamos en funcionalidad. El maletero se va a los 430 litros con las dos filas de asientos disponibles y 1.406 si abatimos la banqueta trasera. Sus formas son muy aprovechables y el piso queda a la misma altura que la boca de carga si lo colocamos en la altura superior, pues cuenta con dos niveles de altura. Su portón en manual en las versiones de acceso y automático en las más altas de gama, aunque también lo podremos equipar de manera opcional si la versión elegida no lo trae de serie.
En la fila de asientos trasera tenemos gran sensación de amplitud, gracias a un buen aprovechamiento de los 2.655 milímetros de batalla, con buen espacio para las rodillas, cabeza y hombros. Las ventanillas tienen buen tamaño, mejorando aún más la sensación de amplitud, y la posición es ergonómica y natural. La banqueta central, como manda la norma en este segmento e incluso en segmentos superiores, es de uso ocasional, pero puede utilizarse.
En las plazas delanteras encontramos esa filosofía que tan bien define a Mazda plasmada en un salpicadero sencillo y minimalista, que huye de ofrecer un impacto tecnológico brutal a sus ocupantes en un primer vistazo en pro de la funcionalidad, la ergonomía y el raciocinio. Contamos con mandos físicos para todo aquello que la lógica demanda: climatizador, controles multimedia e incluso un dial para manejar la pantalla central de infoentretenimiento, que si bien es táctil se coloca en una posición lejana a la mano, pero que es muchísimo mejor para no apartar la vista de la carretera. De diez.
Que el impacto tecnológico no sea tan grande como el de sus rivales no significa que carezca de tecnología, pues el CX-30 cuenta con toda la tecnología habida y por haber: asientos y volante calefactables, control de crucero adaptativo con reconocimiento de señales, Head-Up display, cámara 360 grados, todos los ADAS imaginables y un larguísimo etcétera. Todo esto lo ofrece, además, con una calidad de ensamblado y materiales que lo acerca más al segmento de vehículos aspiracionales que al de los generalistas.
Para sorpresa de la industria, el bloque motor 2.0 Skyactiv-G ha sido sustituido por un motor de aún mayor cilindrada, cosa curiosa teniendo en cuenta las tendencias actuales. Se trata de un cuatro cilindros en línea con bloque y culata de aluminio de 2.500 centímetros cúbicos de cilindrada, capaz de desarrollar 140 caballos a 5.000 vueltas y un par máximo de 238 Newton Metro de par a 3.300 revoluciones por minuto. Con estas cifras es capaz de mover al conjunto de 1.455 kilos (un peso algo comedido teniendo en cuenta los estándares actuales) de cero a cien en 9,8 segundos y alcanzar una punta de 194 kilómetros por hora. Si, es verdad, las cifras no son de infarto, pero es que aquí lo importante no son los números, si no cómo consigue esas cifras.
Estamos ante un motor extremadamente suave, de un tacto dulce y metálico. Su finura es tal que cuesta diferenciar el régimen de revoluciones en el que está funcionando sin mirar la manecilla. Es de esos motores que suben de vueltas y no parece pasarles factura. Según ciclo WLTP el consumo mixto se para en seis litros cada cien kilómetros, aunque la realidad es algo mayor. En torno a los siete y medio. La relación de compresión es muy alta, tal y como nos tiene acostumbrados Mazda: trece a uno. Aunque la marca asegura que puede funcionar con 95 sin ningún problema. Contamos, además, con la etiqueta ECO de la DGT gracias a su micro hibridación de 24 voltios.
Una vez nos ponemos a los mandos del CX-30 cedido por Koni Motor nos percatamos de varias cosas en los primeros kilómetros. La primera es su posición de conducción que, si así lo queremos, podremos rebajarla mucho más que la gran mayoría de sus rivales. O si por el contrario nos gusta ir sobre el coche en vez de abrazados por este, también podremos subir mucho la altura del asiento. El margen es muy grande. Lo segundo es el aislamiento general del coche, de sobresaliente. A velocidades de ciento veinte kilómetros por hora no hay filtraciones de viento en la cabina y el sonido de rodadura está muy mitigado.
Su motor podemos asociarlo tanto a una caja automática como a una manual. Aunque desde SUR te recomendamos que te lances a por la caja manual si lo que te gusta es conducir. Buen tacto, recorridos directos y muy gustosa de engranar. La dirección está ligeramente afilada. Un punto por encima de lo habitual, pero no lo suficiente como para tener que ir corrigiendo su trayectoria en autovía. Lo mismo ocurre con la suspensión, un punto por encima del nivel de dureza acostumbrado en su tipología, pero sin necesidad de hacer una tabla incapaz de digerir las irregularidades de la carretera.
Estamos, en general, ante un vehículo con un tarado preciso, un chasis noble y una puesta a punto excelente. De esas que no requieren distintos modos de conducción. El Mazda CX-30 es un vehículo de paseo, de esos que no incitan a buscar los límites de adherencia sino de disfrutar de la ruta y de cómo el vehículo fluye por la carretera.
Los precios del Mazda CX-30 parte desde los 31.340 euros al contado y sin descuentos para su versión de acceso con el mismo motor y cambio de la unidad probada hasta los 45.540 euros con el motor 2.0 de 186 caballos, cambio automático, tracción a las cuatro ruedas y acabado Takumi. Estos son los precios oficiales, aunque lo más seguro es que si te acercas al concesionario tengan algún descuento vigente.
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