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Respiró gasolina desde pequeño, hasta que la electrónica se cruzó en su camino. El malagueño Carlos Espinosa Jiménez, más conocido como Carlos Siles, lleva en ... el mundo del motociclismo prácticamente toda la vida. A los once años comenzó a dar sus primeros bandazos en la competición. Hoy, dieciséis años después, tiene su propia escuela de enseñanza (Moto School Málaga) y ha conseguido convertirse en un referente nacional, archivando logros como campeón de velocidad en la Copa Sur y top diez en el Campeonato del Mundo de la modalidad flat track. La llegada del coronavirus, que tantas cosas dejó en espera, llevó a Espinosa a buscar nuevos escenarios en los que crecer profesionalmente y, casualidad o destino, acabó topándose con la E-Scooter Race, una modalidad deportiva en la que se abandonan las motocicletas por patinetes eléctricos de alto rendimiento. Pionero de un nuevo deporte (solo hay tres españoles y él es el único andaluz) y con este currículum, Espinosa se erige como uno de los mejores malagueños para explicar qué es y en qué consiste este nuevo deporte que apunta a convertirse en una nueva tendencia a nivel mundial. De hecho, según confiesa el piloto malagueño, las negociaciones con España ya están abiertas para traer la competición a nuestro país e incluso «ya hay cerrados algunos aspectos».
La E-Scooter Race nace fruto de las nuevas concepciones de movilidad que surgen en el entorno urbano, donde la micro movilidad eléctrica continúa adquiriendo protagonismo. Actualmente, en Málaga, los desplazamientos en patinetes eléctricos ya suponen más de un siete por ciento de los desplazamientos urbanos. «Se trata del deporte del motor más actual que hay», puntualiza Espinosa, quien deja claro que por muy incipiente que sea esta competición, se encuentra perfectamente esquematizada: «Tenemos detrás grandes profesionales tanto de la FIA como de la FIM dedicados al proyecto. Estoy seguro de que este deporte crecerá muchísimo».
Para correr en este deporte el uso de un patinete normal está descartada. Al igual que la F1 cuenta con sus propias máquinas del asfalto supeditadas a ser lo más rápidas posibles, lo mismo ocurre con la eScooter Race, que recurre al bautizado como RS-Zero, un patinete eléctrico de altas prestaciones. «Se trata de un patinete de última generación, de unos cincuenta o sesenta kilos, fabricado en carbono y capaz de alcanzar velocidades de más de 140 kilómetros por hora», señala Espinosa. A pesar de la velocidad que pueden llegar a alcanzar, el piloto malagueño aclara que no estamos ante un deporte inseguro, pues se realizan grandes inversiones en materia de seguridad, tanto en equipamiento como en el propio circuito. «Contamos con lo último en tecnología enfocada a la protección de los pilotos. Se trata de circuitos urbanos muy bien preparados».
Poder comer de un deporte es delicia destinada a muy pocos paladares, dentro y fuera de la eScooter Race. El problema surge cuando el simple hecho de poder intentarlo es también suerte de unos pocos, algo que ocurre prácticamente en todos los deportes del motor. Aquí surge una de las primeras diferencias que chocan con la concepción tradicional del motorsport: la facilidad para demostrar si eres válido o no. Según recalca Espinosa la Federación Mundial realiza actualmente multitud de campeonatos locales, donde los campeones de estas pequeñas competiciones pasan a la siguiente fase, y así sucesivamente para poder seguir demostrando su valía. A diferencia del motociclismo y las distintas modalidades a combustión en general, los costes económicos por empezar a participar en la eScooter Race son muy inferiores: «Es un deporte muy accesible, que no requiere grandes inversiones para poder empezar».
¿Y si hablamos de géneros? Lo cierto es que las grandes competiciones del motor (véase la F1 o Moto GP, entre otras) no hacen distinción de género en la teoría, pero cuando pasamos de la teoría a la práctica la realidad es muy distinta. Son deportes dominados por hombres prácticamente en su totalidad a lo largo de la historia. En la eScooter Race la teoría pasa a la práctica, bajo una filosofía que, simplemente, evita juzgar por el género y se queda únicamente con los resultados.
Alcanzan velocidades vertiginosas para el tamaño de estos pequeñines en los que ni siquiera vas sentado, cuentan con lo último en seguridad, eliminan barreras de género y accesibilidad… y aún así, deben hacer frente a los estigmas y una denostación innecesaria por el hecho de competir sobre patinetes. «Estamos luchando contra eso, sigue existiendo una barrera psicológica en muchos países. Sobre todo, en aquellos países en los que no hemos competido. En Reino Unido, por ejemplo, hemos competido y se ha creado una comunidad enorme», relata Espinosa, que lamenta el hecho de que en España aún siga presente parte de esa barrera psicológica: «Creemos que se trata de un juguete, pero nada más lejos de la realidad».
Para Espinosa, dar la espalda a esta clase de competiciones es dar la espalda al futuro. «La micromovilidad y los vehículos eléctricos han llegado para quedarse, es el avance tecnológico y, sobre todo, ecológico por un bien para todos. Aún queda mucho que avanzar, pero es el futuro», sentencia el piloto.
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