La vanguardia de los neumáticos a nivel mundial sale del CEMA de Almería

Este monstruo, que aparentemente parece solo un aro de caucho, atesora en su interior una tecnología de primer nivel que ha sido testada de forma casi sádica en las instalaciones del Centro de Experiencias Michelin de Almería (CEMA). Un centro de investigación y ensayo que cumple cincuenta años y que es una de las principales joyas de la marca francesa a nivel mundial.

Un vehículo descomunal como el Caterpillar monta seis neumáticos (cada uno cuesta 150.000 euros) y cargado puede llegar a desplazar hasta 600 toneladas de peso (600.000 kilogramos), lo que quiere decir que cada una de estas gomas debe de soportar unas 100 toneladas mientras se desplaza sobre todo tipo de terrenos. Un reventón o, como dicen en Michelin, una fuga rápida de aire, mientras este gigante desciende por una pendiente del 15% puede ser un auténtico peligro. Por eso en las pistas de Almería se somete a estas ruedas a las pruebas más extremas.

El CEMA almeriense es el ejemplo de lo que representa el ADN de Michelin, según destaca el director de la instalación, Jorge Pato. Un ADN en el que la visión de futuro está clara desde el nacimiento de la empresa en Clermont-Ferrand, en el centro de Francia, en 1889. Cuando los hermanos André y Edouard Michelin fundaron la compañía de neumáticos en el país galo donde apenas circulaban 3.000 vehículos.

Más de 130 años después, Michelin sigue adelantándose a su tiempo y busca soluciones a necesidades que están por llegar. En el camino para lograrlo el Centro de Experiencias de Almería juega un papel determinante. La empresa francesa se ha marcado como compromiso que en 2050 todos sus neumáticos están fabricados con un 100% de materiales sostenibles, reciclados o de origen biológico, con el objetivo de alcanzar ya el 40% en 2030 y aumentar la eficiencia energética en hasta un 10% en comparación con 2020, sin comprometer las prestaciones.

Este reto reposa sobre los más de 6.000 expertos dedicados a desarrollar los neumáticos más avanzados con unas inversiones anuales de más de 698 millones de euros en investigación y desarrollo. En este camino, el CEMA juega un papel decisivo.

En sus instalaciones, que ocupan una superficie de 4.500 hectáreas y cuentan con una superficie total construida 60.000 metros cuadrados, el CEMA cuenta un gran complejo de pistas especializadas, con más de 100 km de longitud y todo tipo de superficies. Sobre sus múltiples trazados circulan más de 250 vehículos, que suman cada año cerca de 20 millones de kilómetros de pruebas. De este trabajo salen un buen número de variables del comportamiento de los neumáticos al haber sido testados en condiciones reales. Las pruebas ofrecen datos como la adherencia en distintos tipos de suelo, el confort, la resistencia a las agresiones y al desgaste o su comportamiento ante choques o en situaciones de alta temperatura, entre otras muchas variables.

Estos datos son analizados por más de 170 expertos que prácticamente actúan como forenses para destripar los neumáticos tras los duros test de cientos de miles de kilómetros a los que son sometidos. En el CEMA se establece la metodología, condiciones y seguimiento de las pruebas, hasta la realización material de los test, así como el diseño y puesta a punto de los equipos mecánicos, electrónicos e informáticos, la instrumentación y análisis de los vehículos o el estudio de trazados y firmes.

La ubicación del centro en Almería no es fruto de la casualidad. A principios de los años 70 Michelin buscaba unos terrenos adecuados en el sur de Europa para implantar un nuevo centro de pruebas. Una zona con un microclima particular, con un nivel pluviométrico bajo y unas temperaturas estables que permitiera hacer test en unas condiciones estables. El Cabo de Gata los reunía. Sólo había que encontrar el terreno.

La oportunidad llegó con los terrenos de una pareja de guipuzcoanos que decidieron vender la finca a Michelin. El CEMA se inauguró oficialmente el 2 de enero de 1973 y lo hacía con una plantilla de 59 personas, seis vehículos de prueba y una única pista de ensayos de 3,5 km. Apenas un año después se inició la construcción de nuevas pistas específicas para neumáticos de maquinaria agrícola y camiones.

En 1977 ya funcionaba la primera pista para realizar pruebas de forma autónoma sin conductor. Con el paso de los años, el crecimiento del volumen y del tipo de ensayos lleva parejo el de nuevas infraestructuras, edificios y contrataciones, y es a mediados de los 80 cuando comienzan las pruebas de neumáticos de turismo, camioneta y avión.

En 1982, se inician los análisis no destructivos mediante rayos X y ultrasonidos. A partir de 1992 las pruebas de rodaje en pista se complementan con ensayos en carreteras públicas. La década de los 90 finaliza con acontecimientos que ponen de relieve la importancia del CEMA dentro del grupo Michelin, como la presentación a la prensa internacional del innovador proceso de fabricación C3M.

A principios de los años 2000 comienza en el CEMA el desarrollo de los neumáticos gigantes –más de 4 metros de diámetro y 5,6 toneladas de peso por unidad– para las llantas de 63 pulgadas del CAT 797, el dúmper más grande del mundo. Otro importante avance tecnológico en esta década es la puesta en marcha de simuladores de alto rendimiento para el desarrollo de neumáticos de camión, a la que sigue en 2015 la llegada del primer brazo robótico y del microscopio electrónico de barrido.