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David Lerma
Marbella
Lunes, 28 de agosto 2023, 00:02
A sus 35 años Tin Fernández no lo ha tenido fácil. Con 25 años dejó Torre del Mar, donde se ganaba la vida vendiendo ropa en baratillos con su familia ,y empezó a cantar y tocar el violonchelo en la plaza de África de Marbella tras conseguir una licencia del propio Ayuntamiento.
«Estuve en el conservatorio hasta el grado cinco profesional. Estuve nueve años», explica el músico, que reconoce que en su entorno nunca comprendieron su amor por el instrumento y menos en el ortodoxo mundo del flamenco. Poco a poco, tras muchas y exitosas actuaciones en hoteles y beach clubs de la Costa del Sol, Tin Fernández conoció la pasada primavera en Marbella al guitarrista Daniel Casares, que actuaba en el Hospitalillo y con el que colaborará en su próximo single.
«Soy gitano y en mi cultura lo que se estila es la guitarra, el cante y el baile. Nací músico, solo quería aprender. Entré con 11 años en el conservatorio y me daba igual que fuera guitarra, piano o flauta travesera. Dije que guitarra no, porque ya la tocaba mi hermano». Aunque aprobó el examen de ingreso, los niños que habían cursado los cursos elementales tenían prioridad. «Solo me dieron plaza para el instrumento que nadie quería, el violonchelo». Su padre no lo aprobaba, pero su tío Manolo, su gran valedor, lo animó a aprender a tocar el instrumento que nadie quería estudiar.
«El chelo no me aburría. Mi tío me dijo que es un instrumento que no lo toca cualquiera. Tú eres flamenco: estudia, aprende música clásica y cuando toques tu flamenco, hazlo con el chelo». Y en esto, Tin no mucha competencia, si exceptuamos a Vatio, un chelista checoslovaco quien lo introdujo en los secretos del violonchelo eléctrico y al que considera su maestro.
«El chelo aporta profundidad y delicadeza al flamenco y al mismo tiempo una fuerza que otros instrumentos no podrán alcanzar nunca. La guitarra es lo más importante en la construcción del flamenco, pero en una seguidilla o una soleá el sonido que desprende el chelo, con el sonido continuo de la cuerda, no lo da la guitarra», argumenta.
El único álbum que ha editado, 'Alma Bohemia', en el que trabajó con Juanito Heredia, percusionista de Chambao, deja claro su visión del mundo. «Sí, soy un bohemio», declara orgulloso. «Mi padre me quería casar con veinte años con una prima. Yo me negué». Lleva diez años sin hablar con él.
La posibilidad de grabar con el guitarrista Daniel Casares le enorgullece. «A ver si me preparo un poco porque me da un poco de corte», le dijo a Juanito Heredia, cuando lo animó a conocerlo. En un primer momento, estaba previsto que grabaran durante el confinamiento, un tiempo que aprovecho también para componer temas propios, pero finalmente lo hará el mes que viene.
«A mí sí que me gusta lo que tú haces. Es muy difìcil y te admiro por ello», recuerda que le dijo Daniel Casares este año en Marbella. Los días 13, 14 y 15 de septiembre grabaran por fin juntos. «Es una bulería jazz. Dani abarca musicalmente más que un guitarrista que se dedique solo al flamenco».
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