David Lerma
Marbella
Viernes, 22 de noviembre 2024, 18:03
'Consejos de Economía Doméstica para extremófilos' tal vez no sea un libro apodíctico, «salvo que decidamos que sí», como reza la cita del heterodoxo Nadal Suau que abre el poemario de Nadia Fabo Andrés (Donostia, 1975), ganador del II Premio de Poesía Marpoética. Hoy a mediodía el teatro Ciudad de Marbella concitó las risas de los 300 estudiantes de secundaria de los institutos Bahía de Marbella, Cilniana, Guadalpín, Río Verde, Sierra Blanca y Victoria Kent, que asistieron a la entrega del premio y fliparon cuando la poeta recitó el escarnio de una madre exigiendo a sus hijos que apaguen la luz:
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recuerdo a Madre:
laluz.
Apaga laluz.
lazuz. lazuz. lazuz.
Niña, laluz del baño.
laluz. lazuz. lazuz. La laluz del cuarto. Laluz [...]
Tremenda pero sencilla, Nadio Fabo Andrés despertó en los jóvenes marbellíes de costumbres meméticas toda la ironía, sin visos de importancia, de un poema que no solo alitera sonidos, sino que funciona como una cámara de eco. Si Nadia Fabo hubiera compuesto un poema sobre el proverbial lanzamiento de pantufla de una madre española a su prole, habría sido entendida como a la poeta polaca Wislawa Szymborska, quien se acordó de los padres de Adolf Hitler cuando eran padres primerizos y le destinaban todos sus mimos en aquel memorable poema. Esa falta de importancia consiga misma, ese relumbrón del qué se yo y su certera transposición verbal es más tierna que humorística. Nadia Fabo ha sido descubierta gracias a Marpoética, como ha reconocido el periodista y también poeta Antonio Lucas, miembro del jurado y exdirector literario del festival, que la ha premiado por involuntaria unanimidad, aunque tiene una obra que la precede.
Después del Loewe, el premio de Poesía Marpoética es el segundo mejor dotado económicamente de España. Con este premio Nadia Fabo, que se ha impuesto a los 1386 manuscritos procedentes de todo el mundo, es un felicísimo y a veces carcajeante descubrimiento. Depurada y certera con sus propios recursos, Nadia es capaz de completar la mitad de un poema con canciones de Estopa o reproducir fraseos publicitarios. Lo hace con aplomo y gracia. Esa voluntad de no tomárselo en serio es encantadora y veraz. La poesía no siempre necesita de la altura. Apañada al tiempo que como madre ha vivido, Nuria Fabo Andrés, es un poeta de verdad en un época en la que el discernimiento de la verdad no solo escasea, sino que es impostada. Y, por lo tanto, hay que inclinarse. No es un poesía de andar por casa. Eso sería lo fácil. Hay tensión con el lenguaje, pensamiento lateral y chisporroteos de cierto genio.
Tal vez mañana u hoy mismo una joven estudiante interpelada comience a admirarla. O un chico sin rumbo empiece a tantear sus primeros versos y den continuidad al significado, siempre remoto, de la poesía. En este caso, Nadia Fabo Andrés se ha salido con la suya, aunque no lo pretendiera. Y divierte, cosa rara y necesaria. No todo va a ser Rilke a todas horas.
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