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Julián Muñoz, con la vara de alcalde en el Ayuntamiento de Marbella. Josele

Julián Muñoz: Uno de los símbolos de la época negra de Marbella

Trayectoria ·

La figura del exalcalde representó como pocas una era en la que la corrupción política alcanzó un protagonismo hasta entonces inédito

Martes, 24 de septiembre 2024, 09:13

La trayectoria pública de Julián Muñoz representa posiblemente como ninguna otra la época en la que el bochorno y la corrupción alcanzaron protagonismo en la vida pública. Un fenómeno que en un principio se consideró interesadamente que estaba acotado al Ayuntamiento de Marbella pero que acabó contaminando a gran parte de las instituciones españolas. Se trató de un largo episodio que se inició en los albores de la década de los noventa del siglo pasado y no se dio por agotado hasta el pinchazo de la burbuja inmobiliaria casi al final de la primera década de este siglo.

Muñoz, que entró a la vida pública como concejal de Fiestas del primer equipo de gobierno montado por Jesús Gil en 1991, jugó durante toda aquella época diferentes papeles. Pasó de ser el escudero más fiel de Gil a disputarle a éste el liderazgo de la organización que se había apoderado de la institución municipal de Marbella e infectar luego buena parte del entramado social de toda la ciudad para expandirse posteriormente a otros municipios de la Costa del Sol.

Fue sucesivamente protagonista principal en las páginas del periodismo rosa por su romance con Isabel Pantoja, alcalde despojado de su puesto apenas dos meses después de haber ganado las elecciones con una arrolladora mayoría absoluta y la persona con más condenas de todo el sistema judicial español. Saltó de los platós de televisión al banquillo de los acusados y de las celdas de diferentes cárceles del país a otra vez los programas de la televisión basura. Fue responsable directo de un quebranto millonario en el Ayuntamiento de Marbella, pero alegó insolvencia a la hora de responder por ese saqueo.

Toda esa trayectoria, prácticamente retransmitida en directo por los medios de comunicación durante más de tres décadas, se inició con el aterrizaje del entonces presidente del Atlético de Madrid, Jesús Gil, en la vida municipal de Marbella. Muñoz ofrecía el perfil que el futuro alcalde buscaba para conformar la lista electoral con la que iniciaría su proyecto de hacerse con el Ayuntamiento de Marbella y ponerlo a su servicio: personas desvinculadas de la política y del interés general, sin pasado ni presente, pero con codicia y dispuestas a obedecer al jefe en todo lo que mandara. Años más tarde, tras la ruptura con su mentor, Jesús Gil se lo recordaría en una célebre discusión de taberna televisada en 'prime time': «Yo llegué millonario a Marbella, tú estabas tieso».

Búsqueda de fortuna

Efectivamente, tras llegar procedente de la localidad de Arenas de San Pedro (Ávila), Muñoz llevaba algún tiempo en la Milla de Oro buscando, sin éxito, fortuna en el sector de la hostelería cuando el Grupo Independiente Liberal (GIL) llamó a sus puertas. Así fue como, tras inaugurarse en la política en un discreto séptimo lugar en las listas del GIL para las elecciones de 1991, las que marcarían el inicio de la nueva época, fue subiendo en el escalafón gracias a dos cualidades en las que superó largamente a los demás: paciencia y obediencia. Paciencia para soportar las humillaciones públicas y privadas del jefe a la espera de que quienes le precedían en el escalafón abandonaran. Obediencia para poner la firma en donde le decían, aunque fueran documentos que no quería o no sabía entender. «Yo firmaba convenios hasta en el capó de los coches» se justificaría años después ante los tribunales que le reclamaban por su protagonismo en el saqueo del patrimonio de suelo de Marbella.

Al principio todo fue más sencillo. Su primera responsabilidad fue la delegación de Fiestas, lo que le permitió labrarse un contacto directo con los vecinos y las asociaciones barriales. En los siguientes mandatos fue teniente de alcalde de Nueva Andalucía y de San Pedro Alcántara, el distrito donde vive un tercio de los marbellíes y que se acabaría convirtiendo en su gran plataforma política.

Gil reclamaba de los suyos una obsecuencia sin límites y algunos de sus fieles empezaron a percibir que aquel camino de enriquecimiento rápido podía terminar tras las rejas. Por desconocimiento, irresponsabilidad o codicia, Julián Muñoz ignoró el peligro y siguió poniendo la firma donde el jefe indicaba y otros no se atrevían. Las deserciones de concejales mejor situados en la estructura municipal –como Pedro Román, Antonio Serrano o Antonio Sampietro- le allanaron sucesivamente el camino. Así fue como tras la tercera victoria electoral, en 1999, Julián Muñoz ascendió a primer teniente de alcalde, lo que equivalía a alcalde accidental permanente. El desprecio de Jesús Gil por la institución municipal colocaba a Muñoz la mayor parte del tiempo no sólo encabezando el protocolo, sino también en la presidencia de los plenos y de las comisiones de gobierno. Su nombre también seguía figurando al pie de todos los documentos.

El destino le reservaría todavía un nuevo salto en la jerarquía municipal. En 2002, la sentencia del 'caso Camisetas' supuso el abandono obligado del capo, condenado a una pena de inhabilitación, y el consiguiente ascenso al frente del Ayuntamiento del hasta entonces 'número dos'.

Jefe del gobierno

Con aquel relevo, Julián Muñoz se convirtió en el jefe nominal del Gobierno municipal, pero el jefe verdadero no estaba dispuesto a que su antiguo escudero se apropiara del negocio. La explotación privada del auge inmobiliario que vivía Marbella seguía siendo una fuente inagotable de ingresos cuyo control Gil no estaba dispuesto a ceder después de haberlo manejado a placer durante más de una década.

La relación entre ambos comenzó a resquebrajarse y acabó de romperse en abril de 2003, un par de meses antes de las elecciones municipales. Casualidad o no, fue justamente en esa época cuando las televisiones retransmitieron en directo el divorcio de Muñoz y su romance con la tonadillera Isabel Pantoja. Fue recién entonces cuando su exmujer, Maite Zaldívar, recordó tras años de amnesia haberlo visto llegar a casa con bolsas de basura supuestamente repletas de dinero.

Mayte Zaldívar, en una de sus visiras al hospital a Julián Muñoz.

De la noche a la mañana el oscuro antiguo concejal de Fiestas pasó a convertirse en una de las personas más conocidas de España. El personaje de gafas oscuras, bigote poblado y pantalones casi en los sobacos entraba tarde sí y tarde también a través de las pantallas en millones de hogares españoles. Ya tenía con qué enfrentarse a la popularidad de Jesús Gil.

El siguiente paso fue contratar al abogado sevillano José María del Nido, presidente del Sevilla, que comenzó a asesorarlo en el boyante negocio que suponía el control discrecional del Ayuntamiento. El divorcio con Jesús Gil era un hecho, pero ninguno de los dos se atrevió a romper la baraja públicamente antes de la cita de ese año con las urnas.

Mayoría absoluta

El 25 de mayo de 2003, con Julián Muñoz al frente, el GIL consiguió su cuarta y última victoria electoral en Marbella. Obtuvo el 47 por ciento de los votos y 15 de los 27 concejales en liza. Muñoz fue proclamado alcalde dos semanas después, pero apenas duraría dos meses en el cargo.

Nada más tomar posesión y animado por la victoria electoral, decidió romper todo vínculo con Gil y quitó al director del saqueo, Juan Antonio Roca, de las oficinas de Urbanismo para reemplazarlo por Del Nido. La ruptura se escenificó en aquel sonado programa televisivo donde ambos sacaron a relucir los trapos sucios con lenguaje y modos barriobajeros : «Tú eras un servil, pero en cuanto te pusiste la gorra de plato te convertiste en un dictador», le dijo su antiguo mentor.

2003. La pareja, en El Rocío, después de hacerse pública su relación.

Muñoz había medido mal sus fuerzas porque Gil y Roca todavía controlaban sólidos resortes de poder. Días después de la sustitución del mandamás del urbanismo marbellí, la mayor parte de los concejales del GIL firmaban una moción de censura con el apoyo de dos antiguos enemigos reconvertidos en cómplices necesarios: la exsocialista Isabel García Marcos y el exandalucista Carlos Fernández. El alcalde desplazado intentó seguir como concejal, pero en su futuro no había escaño, sino banquillo de los acusados. En octubre de ese mismo año fue condenado a dos años de inhabilitación por un delito de impedimento de los derechos cívicos, al haberle negado a la oposición un informe del Tribunal de Cuentas. Fue la primera sentencia adversa de una larguísima lista.

Devolvió su acta de concejal y empezó un desfile por los juzgados que ya no acabaría. En marzo de 2005 cayó sobre él la primera condena por delito urbanístico: ocho años de inhabilitación. Siete meses después, la segunda sentencia: un año de cárcel y ocho de inhabilitación por haber concedido una licencia en suelo rústico. El Tribunal de Cuentas lo condenó a devolver 3,5 millones de euros tras detectar irregularidades en su gestión.

Calvario judicial

Siguió el goteo. Las firmas estampadas alegremente en los documentos que durante años Gil le había puesto por delante acabaron pasando su inexorable factura. El ex alcalde acumulaba ya un centenar de causas abiertas y un par de condenas cuando en 2005 el juez ordenó su ingreso en prisión por el 'caso Banana Beach', aunque días después, cuando sólo faltaban horas para que venciera el plazo, se paralizó su ingreso en prisión hasta tanto se completara la tramitación del indulto, pese a que éste ya había sido informado desfavorablemente por el fiscal. En marzo de 2006, el juez lo imputó por otro delito urbanístico por firmar una licencia para construir en suelo no urbanizable. En julio de ese mismo año fue detenido en la segunda fase de la 'Operación Malaya' acusado, entre otros, de un delito de cohecho.

Convertido en la persona con más condenas firmes en la historia judicial española, el martes 16 de abril de 2013, casi diez años después de su consagración en las urnas, un juez lo envío finalmente a la cárcel. Acababa de ser condenado, junto a Isabel Pantoja, su exmujer Maite Zaldívar y otras personas allegadas, en el conocido como 'caso Blanqueo', pero para entonces acumulaba ya 54 condenas firmes. Comenzó entonces un peregrinar jalonado de salidas de prisión por su delicado estado de salud, reingresos una vez que los tribunales comprobaban que la salud no estaba tan mal y nuevas condenas, la mayor parte por delitos urbanísticos.

En los diferentes procedimientos judiciales en los que estuvo incurso, a Julián Muñoz se le intervinieron una vivienda con dos garajes y trastero en la céntrica avenida Ricardo Soriano de Marbella y otras cinco fincas en esa ciudad, tres inmuebles en su localidad natal, Arenas de San Pedro, , una embarcación y cuatro vehículos de lujo, un Land Rover, un Mercedes, un Audi y un Porsche Cayenne.

El resto de la fortuna que se le supone nunca fue encontrada y el Ayuntamiento de Marbella, principal acreedor judicial del exalcalde, sólo consiguió que se le embargara un tercio de su pensión de 1.110 euros, es decir 333 euros mensuales. Para cubrir la deuda con la ciudad que lo hizo alcalde, sólo por el 'caso Saqueo 2' hubieran sido necesarios 138.839 meses, es decir 11.569 años.

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