Un vendedor de la Once ayuda a sus vecinos a usar el cajero automático en Marbella

Hace 17 años, cuando tenía 24, tuvo un accidente de tráfico en el que se partió una pierna y tras una dura convalecencia le reconocieron una incapacidad que le impedía regresar a su antiguo trabajo en la obra. Unos años después comenzó a trabajar para la Once y desde hace tres lo hace precisamente en su barrio así que son muchos los que le conocen pero quien no, ya lo ha hecho desde que otro vecino publicara un vídeo en el que se le veía ayudando a un inmigrante de Senegal que se viralizó en unas horas. «Desde entonces, cada día viene alguien a darme las gracias», asegura satisfecho.

Aunque antes ya había ayudado a algunas personas, la pandemia hizo que la situación se agravara. «Hace dos años había cada vez más restricciones de horarios y había que hacerlo todo por el cajero», explica. «Entonces, yo veía como algunas personas mayores se quedaban mirando porque no sabían lo que tenían que hacer. Yo estaba aquí en frente viéndolos y no podía evitar prestarme a ayudarles», asegura. «Otras veces directamente acudían a los que estábamos alrededor y como yo estoy siempre aquí pues me pedían ayuda», dice.

Desde la irrupción de coronavirus se convirtió en algo cotidiano: «Cada día había ocho o nueve personas a las que tenía que asistir. Incluso terminaba mi jornada laboral y me tenía que quedar con alguien». Los días de cobro es cuando más personas mayores acuden y, aunque la mayoría procura ir con un familiar, «algunas, por sus circunstancias, están solas», reflexiona.

«Además, se sienten protegidos porque son muy mayores, tienen dificultades para andar o problemas de vista. Esto está muy concurrido pero no sabes con quién te puedes encontrar. De hecho hay gente que me dice: 'si no estás tú no saco el dinero'», confiesa. «Vienen a sacar sus paguillas y temen que les estén esperando porque están al aire libre sin protección», indica.

También colabora a diario con inmigrantes. «Pagar las tasas es quizás el trámite más complejo para estas personas porque no es solo escanear un código de barras sino que tienen que teclear e introducir una serie de datos», cuenta. «Yo también he tenido que aprender porque nunca había pagado una tasa ni había pagado un recibo de la luz por el cajero porque todo lo tengo domiciliado», sonríe. «Cuando vienen con un recibo de Hacienda, si la máquina lo lee, perfecto, pero si no, tienes que introducirlo manualmente: código, emisor, referencia, cantidades, nombres...», enumera. «Son muchos detalles y algunas personas casi no conocen el idioma así que les es muy difícil», asegura.

Juanma no sabía lo importante que era lo que estaba haciendo hasta que no comenzó la campaña 'Soy mayor, no idiota' encabezada por el médico jubilado Carlos San Juan. Un movimiento que logró llamar la atención del Ministerio de Economía y del Banco de España y que obligó a los bancos a dar atención presencial de 9 a 14 horas en ventanilla o en cajero. «No sabía ni que el problema era a nivel nacional. Veía que era algo que pasaba en mi pueblo porque me consta que otros compañeros también ayudan», dice. «Estamos en una organización en la que nos ayudan a nosotros y nosotros intentamos ayudar siempre porque esos son los valores de esta empresa y los míos», termina.