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E. Gómez/J. Dueñas
Marbella
Domingo, 20 de marzo 2022, 21:14
El centro de servicios para el pueblo ruso en Marbella, Casa Rusia, amaneció ayer domingo vandalizado con pintadas en su fachada en las que se ... mostraban esvásticas nazis junto al cartel con el nombre del recinto, así como en los cristales de la puerta principal donde la letra «s» de la palabra Rusia había sido sustituida por el característico símbolo nazi. También habían dibujado en las paredes y columnas de este edificio de negocios, que inició su actividad en la zona de Puerto Banús en 2014, varias 'Z', letra con la que se identifica actualmente a las tropas rusas que participan en la invasión de Ucrania.
Si bien las asociaciones rusas en la Costa del Sol no han querido realizar declaraciones al respecto, a principios del mes de marzo desde la Unión de Organizaciones de Compatriotas Rusos en España y Andorra, Irina Chistyakova mostraba su preocupación por las amenazas que estaban recibiendo algunos ciudadanos rusos a raíz de la guerra y aseguraba que tenían miedo ante la creciente animadversión hacia el pueblo ruso que se observaba en las calles pero, sobre todo, por lo que pudiera pasar con los niños, muchos de ellos hijos de familias mixtas ruso-ucranianas.
Esto les llevó a denunciar la situación ante los medios de comunicación y a enviar una carta pidiendo la colaboración de la comunidad educativa para minimizar el impacto de la situación entre los menores y mantener un clima de paz y tolerancia en las aulas. Así, en la referida misiva instaban a los profesores a explicar a los alumnos que «el odio, la violencia e intolerancia no llevan a ninguna parte y destruyen la convivencia». Ayer, esta situación se tradujo en un acto vandálico sobre un centro de negocios marbellí donde también hay empresas españolas.
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Ciudadanos rusos en Marbella como la empresaria del sector inmobiliario y colaboradora en la organización y promoción de espectáculos de la Escuela de Ballet Ruso, radicada en Casa Rusia, Veronika Ulkina, lamentaba lo sucedido y señalaba que «es una pena porque de esta forma nunca se resuelven los problemas, solo pueden causarse más para la gente que vive aquí». Aunque Ulkina relativizaba las pintadas en este centro de servicios, no podía esconder el velo de preocupación en su tono perlado de suspiros. «Por mi parte, no veo malas relaciones entre rusos y ucranianos. Conozco a muchos ucranianos en Marbella y no tengo ningún problema con ellos. Cada parte entiende qué pasa y que no tenemos ninguna culpa de esta situación», aseguraba. «También muchos rusos están colaborando con la recogida de comida, ropa y productos de primera necesidad para los ucranianos que están llegando», afirma.
«Lo que ha pasado en Casa Rusia es vandalismo. No creo que sea algo serio», valoró, no sin disgusto. Se trata de «jóvenes que intentan demostrar que tienen poder». «Es feo, pero no creo que sea algo peligroso. Es algo que puede pasar con cualquier situación de este tipo con otras nacionalidades», sentenció. Cosas similares sucedieron con la guerra de Irak o con la de Afganistán, insistió y recordó que «la gente va a las embajadas, protesta y hace pintadas. Son cosas inevitables a las que no quiero dar mucha importancia», reflexiona a la vez que apostilla que «a mí no me gusta y claro, la gente que tiene negocios en Casa Rusia sufre». En la Escuela de Ballet Ruso, con sede en el edificio vandalizado, hay medio centenar de alumnas de diferentes nacionalidades. «Niñas que disfrutan de su pasión y conviven en armonía», apostilla Ulkina. «De hecho, ahora la mayoría no son rusas. Hay españolas, inglesas, ucranianas, rusas, francesas o italianas», subraya.
Desgraciadamente, «no se puede hablar de normalidad y claro que todos vamos a salir perdiendo. Aunque ahora mismo no lo notemos lo haremos en poco tiempo, en solo unos meses», abundaba esta empresaria rusa afincada en Marbella que está «preocupada por el futuro de mis hijos que viven en Rusia, como todos». «El mundo es pequeño y frágil y no tenemos nada claro qué va a pasar», afirmaba. «Es tan fácil destruirlo todo y tan difícil hacer algo bueno que es importante que nadie tome decisiones brutales. Ya un presidente ha tomado una decisión –comentó sin aludir directamente al presidente de la Federación Rusa, Valdimir Putin que iniciaba la guerra hace cuatro semanas– y no me gustaría que otros siguieran en la misma senda», insistía y lamenta de nuevo que esté habiendo consecuencias en el mundo de la cultura o del deporte. «Es fácil romper, pero intenta recomponerlo de nuevo», concluye.
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