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HUGO SIMÓN
Viernes, 11 de agosto 2017, 12:35
“Cantar al amor ya no bastará”. La frase de su célebre canción ‘La cosa más bella’ resume con exactitud el planteamiento de Eros Ramazzotti en su concierto anoche en Starlite, el único programado por el compositor en España. Si el dios griego del ... amor se valía de un arco y un carcaj con dos clases de flechas, este Eros romano debió intuir que no le valdría tan solo con su singular voz nasal y su aura de eterno seductor italiano para enamorar en Marbella. Que no le bastaría un amplio repertorio de bellas canciones para hacer bien las cosas. Quizás por ello, se presentó en el auditorio de la cantera de Nagüeles con un potente directo y un show marcado por la complicidad con el público y una acentuada vis cómica. En ocasiones, incluso histriónica. Siguiendo la escuela de maestros como Ugo Tognazzi, Totó, Alberto Sordi o Nino Manfredi, el cantante del barrio de Cinecittá no dejó de bromear a lo largo de toda la velada ante los cerca de 3.000 espectadores –entregados, sorprendidos y risueños- que no quisieron perderse la velada.
Ramazzoti tiró de todos los recursos. Se engañaron aquellos que esperaban ver al Eros más melódico. El compositor romano exprimió su lado más rockero, apostando por las guitarras eléctricas, el saxofón y la percusión de una banda integrada por músicos italianos y británicos de nivel brillante. Especialmente en la primera parte del concierto, donde el cantante mostró su faceta más enérgica con creaciones como ‘La sombra del gigante’ –con la que arrancó la actuación-, ‘El tiempo no atiende a razones’ o ‘Fábula’. La segunda fase incluyó algunos temas más acústicos, como ‘Una historia importante’ u ‘Otra como tú’, y no faltaron las baladas de siempre, los temas más reconocibles y más aplaudidos por el público, entre las que se encontraron las clásicas ‘Si bastasen un par de canciones’ o ‘Cosas de la vida’. Pero, incluso en este último caso, la base instrumental estaba muy lejos del pop melódico de sus primeros años.
El espectáculo no fue solo musical. “Vamos a cantar canciones, que es mejor que hablar, porque hablar lo hace todo el mundo”, advirtió Ramazzotti, que bromeó de manera constante con sus músicos y con los espectadores. No dudó en interrumpir la actuación para hacerlo en varias ocasiones. Para ofrecer agua a un cámara, para tomar prestado el móvil a una chica y contarle a su “mama” que su hija se encontraba allí “con cuatro hombres” y hasta para decirle a un hombre que no fuera todavía al baño y esperara a que terminara la canción para “ir a hacer pipí”. Animó a los asistentes a hacer el amor y no la guerra, improvisó sobre las tablas, se tumbó en el escenario, bajó del mismo para abrazarse al público, escenificó la unión de España e Italia colgándose al cuello las banderas de ambos países -después de que desde las primeras filas le hicieran llegar la roja y gualda- e hizo gala de su dominio de la guitarra, quizás recordando que en su día no le permitieron entrar en el conservatorio. Hasta se atrevió a cantar en inglés imitando a Elvis Presley. Todo un show.
Entre tanto espectáculo y comedia, hubo mucha música. El italiano, de 54 años, hizo bailar a los espectadores, los enterneció y propició que el auditorio se llenara de móviles grabando parte de sus canciones más míticas. Ramazzoti cerró el concierto con una bella y extensa versión de ‘Música es’ con la que terminó de rendir al público. Si es que quedaba alguien aún sin someterse al poder de Roma. De regalo, tres bises variados. ‘Un angelo disteso al sole’, con un Eros en solitario sobre el escenario interpretando en básico con una guitarra acústica; la bailable ‘Fuoco nel fuoco’ y el colofón final con ‘La cosa más bella’, coreada por todo el auditorio de Starlite en un mensaje cómplice y recíproco entre el italiano y el público: Gracias por existir.
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