Secciones
Servicios
Destacamos
«La casa es eso, no son más de cuatro paredes. Hay que salir». Desde el sofá de su casa, donde recibe a SUR, Sarah Almagro concede su primera entrevista a un medio de comunicación tras 8 meses de «trayectoria difícil», como llega a definir ... el largo camino recorrido desde que en julio pasado entró en el hospital con fuertes dolores y salió cuatro meses después sin sus pies y sus manos por el fallo multiorgánico que le provocó una septicemia. Ha descubierto una vida nueva. Sus planes de futuro han cambiado, adaptados a un día a día que de momento le obliga a continuas visitas al hospital. Su entereza llama la atención. Ha conseguido reírse de ella misma y ello, asegura, es su mayor logro. «Mi hermano fue el primero que me propuso jugar a piedra, papel, tijeras, y nos reímos mucho».
–¿Cómo te encuentras?
–Ahora, la verdad, muy bien. La herida que me quedaba por cerrar gracias a la cámara hiperbárica ha cerrado bien. Sigo con la diálisis y con la rehabilitación. Pero ya en casa. Después de todo lo que se está montando, una no se puede sentir sola, es imposible. No sé cómo explicarlo. Es imposible estar sola y eso es lo que te hace seguir adelante. He visto a otras personas que se hunden ante situaciones como estas, no lo llevan bien mentalmente. Yo lo llevo con humor. Hay veces que hasta me paso y me meto conmigo misma por las manos o los pies, que me faltan, y mis padres se quedan como: ¿nos reímos o no nos reímos?
–Toda esa ola de solidaridad que tu caso ha despertado, ¿cuándo tomas conciencia de ella ?
–Estando en el hospital mis padres me decían: se está liando una... como para darme ánimos. Y yo les respondía: vale, sí. Es cuando salgo del hospital, el 1 de diciembre, salgo a la calle, voy a un acto que organizaron los bomberos, cuando veo que la gente me saluda por la calle y me doy cuenta de que tenían razón. En un restaurante había un chico que vi que empezaba a mirarme, a dar vueltas hasta que me dice: ¿eres Sarah, no? Se puso hasta nervioso, se hizo una foto conmigo...
–¿Te sientes cómoda en esas situaciones? Este sábado recibes además un reconocimiento de los Bomberos de Marbella.
–Al principio me costaba todo esto, tanta gente que me daba ánimos. Ya no. Lo agradezco mucho. Esta será la primera vez que me entregan un reconocimiento. Estoy muy cómoda, me va la marcha (ríe). Me gusta mucho salir, la casa está bien pero me gusta más salir. Yo estaba siempre fuera. Me puse mala un domingo, el viernes antes salí de fiesta, y el sábado estuve con amigos en casa. Lo piensas y es una locura, un día estaba bien y al siguiente, fatal.
–Hay mucha gente que se ha volcado además contribuyendo a la compra de las prótesis que tus padres quieren para ti.
–Se han implicado muchas personas, de Marbella y de fuera de Marbella, desde niños pequeños hasta los más mayores. Y en cada uno de ellos que se ha acercado a mí he visto reacciones diferentes. Lo más pequeños, por ejemplo, me miran y me buscan esas partes que me faltan. Los más mayores son quienes peor lo llevan. No saben qué decirte, les da como ansiedad mirarme. Y los más jóvenes, me ven y siguen a lo suyo. Y luego están los que son padres, que veo que respiran con alivio como pensando: menos mal que a mí no me ha tocado.
–¿Cómo recuerdas aquel día del mes de julio del año pasado cuando empezó todo y acabaste en el hospital?
–Sólo recuerdo que me encontraba fatal. Tenía un dolor de cabeza muy fuerte, y me dolía barriga sobre todo, me tuve que sentar en silla de ruedas para poder entrar al hospital (Costa del Sol). Me dejaron allí, en urgencias, para pasar a triaje. Le dije a mi madre que no podía más del dolor y comencé a gritar y ese momento ya me hicieron caso en esas urgencias que están siempre colapsadas, y más en verano que era. Recuerdo que pasé a triaje y la doctora me dijo que me daba un calmante para que me tranquilizara. Todos los calmantes que me dieron al principio no me hacían nada, yo seguía igual, con los dolores cada vez más fuertes. Luego creo que me sedaron porque no recuerdo más. Sólo estar después en la UCI, pero ya me sentía bien, aunque vi que las partes distales, manos y pies, estaban negras por todo lo que me habían puesto, pero yo me encontraba bien, no me acordaba de nada. Había tenido muchos sueños raros, pero no sabía aún que había tenido un shock multiorgánico, ni que había pasado esa gravedad. Hasta que me lo dijeron, aunque al principio no me lo dijeron todo.
–¿Quién habla primero contigo?
–Al principio un poco todos, mis padres, los médicos, pero no me hablaban de todo, sino lo justo y necesario. Eso fue cuando estaba en el Costa del Sol. En Carlos Haya ya fue más profundo, hasta el punto de que en algunos momentos creo que se pasaron, dijeron cosas con las que he sufrido un montón.
–¿Qué pasó?
–Por ejemplo, una noche, estaba a punto de hacerme la última operación para los injertos y la nefróloga me dijo que mis riñones no iban a funcionar más y que iba a haber un trasplante. Eso fue de un día para otro y eso me dio mucha ansiedad... me faltaba el aire. Pero pasaron más cosas. A mí me dieron el alta aquí en la UCI e ingreso el 13 de agosto en la Unidad de Quemados en Málaga. Llegué por la tarde noche. Yo aún no sabía de la gravedad de lo que me había pasado. Vino el doctor, me empieza a mirar y ya me está hablando de quirófano. Y digo: ¿quirófano? Porque yo todavía no entendía que las partes distales estaban muertas, yo pensaba que eso regeneraría. Pero él y ya me estaba hablando de quirófano, no entendía nada. Mis padres fueron los primeros que me comunicaron que me iban a tener que cortar (hace una pausa), no, cortar no, amputar los dedos de las manos, pero luego me dijeron que no, que había que quitar un poco más. En ese momento, lo primero que me pasó es que se me cayó el mundo entero encima, pero luego lo he ido aceptado, luego un poco más, vas aprendiendo a ello, y ya lo he aceptado, y ahora mismo me río de mí misma por lo que me ha pasado.
–Eso ya es un gran logro.
–Lo sé.
–¿Como afrontas todo lo que vino después cuando ya eras consciente?
–No sé como lo he hecho. Lo he pasado porque tenía que pasarlo, no quedaba otra. La parte de los quirófanos la odiaba. La anestesia no la asimilaba bien, me dañaba los riñones, tenía que hacer diálisis y me ha dañado mucho a los riñones. Eso me daba mucho miedo. Llegué a entrar en un delirio por todos los medicamentos que me estaban dando, que eran muchos y se fueron superponiendo. Cada especialista mandaba sus cosas y todas se mezclaron.
–Con 18 años, ¿habías escuchado hablar hasta entonces de esta enfermedad?
–Nada, en absoluto. De otras enfermedades sí, de esta no sabía ni que existía. Ahora me dicen que soy una experta por la terminología médica que utilizo, me animan incluso a que estudie medicina, pero no, no.
–Tras cinco meses de ingreso hospitalario pudiste salir en diciembre, pero en apenas unas semanas volviste a ingresar otro mes.
–Las cosas se complicaron por una infección. Los lunes, miércoles y viernes, tras la diálisis, me curaban la rodilla y se ve que cogí una bacteria hospitalaria y la rodilla estaba cada vez más hinchada. Uno de los días, cuando ya estaba mal, entre mi rehabilitadora y una enfermera cogieron al doctor, lo pillaron en mitad de una consulta, me vio, y me dijo que había infección, que me viniera el sábado y al quirófano, fue instantáneo.
–¿Cómo es a día de hoy tu rutina de recuperación?
–Todavía tengo que ir al hospital a diario. Arrastro la insuficiencia renal y creo que al final habrá trasplante (guarda silencio unos segundos y agacha la mirada). Voy lunes, miércoles y viernes a diálisis y luego a curas; y martes y jueves, a rehabilitación. Y sábado y domingo a descansar, aunque me permito un rato de paseo marítimo. Estar en estas cuatro paredes, yo, que estaba siempre en la calle, se hace largo.
–Quienes mejor te conocen destacan tu fortaleza para afrontar todo esto. ¿De dónde tomas esa fuerza?
De mi familia, sobre todo. También de mis amigos, y de todos esos desconocidos que me están apoyando tanto y de muy diferentes formas.
Silvia, la madre de Sarah, aprovecha una pausa para mostrarle una suculenta tarta que una amiga de la familia ha enviado para la joven. Se le ilumina la cara. «Qué bien», dice. «Dulces sí puedo comer, aunque tengo una dieta muy restringida». «Luego le digo a mi hermano que me dé un trozo», le dice a su madre. «Mi hermano es genial, es otra de las reacciones que más me han llamado la atención».
–¿Cómo ha afrontado lo ocurrido? Él acababa de cumplir 15 años.
–Como un campeón. Ha sido impresionante. Yo tardé un poco en verlo, pero cuando lo vi dije: ¿ese es mi hermano? Se le veía cambiado, más maduro. La primera vez que vino a verme al hospital me dio un discurso en plan: te voy a a ayudar en todo lo que pueda, he hablado con el crossfit, porque yo hacía crossfit, y te van a ayudar. Claro, un niño que acababa de cumplir 15 años, yo no me lo creía. Antes nos peleábamos por tonterías, por el mando de la tele. Ahora la tele nadie la ve. Ahora las prioridades son otras.
–Recuperarte y empezar a utilizar las prótesis. Tu padre dice que hay que ir poco a poco.
–Tengo unas ganas horrorosas de tenerlas ya porque las cosas básicas como rascarte, comer, hacer la cama... no las puedo hacer. Que dices: es un rollazo hacer la cama, pues a mí me encanta hacerla y ahora tengo mucha dificultad, tengo que pedir ayuda. Con mis manos podría hacer muchas cosas. Por no pedir tantas cosas me pongo a hacerlas yo, aunque me cuesten.
–¿Te han dicho los médicos alguna fecha para poder empezar a utilizarlas?
–¿Lo puedo decir? (pregunta sus padres, que asienten). Hoy hemos tenido una cita y el doctor me ha mirado los muñones y me ha dicho que se pueden empezar ya a preparar para la protesización.
–¿Has llegado a ver esas prótesis?
–No, pero ya sé que las manos las quiero con funda, como las que imitan la piel, no serán mis manos, pero sí al menos algo parecido. He tomado contacto con otras personas que han pasado por lo mismo que yo, hemos compartido experiencia y hablamos de todo esto con toda naturalidad y me dan consejos. Hay un chico italiano, por ejemplo, que cogió lo mismo en enero de 2018. También perdió las partes distales, me dice que de todo se sale. Lo veo en Instagram y el tío es un máquina. Es italiano pero vive en Murcia. Otra chica, Desiré, hacía gimnasia acrobática, tuvo un problema en la pierna, le tuvieron que operar y por una mala praxis le tuvieron que amputar femoralmente y también es un referente para mí. Ahora es paralímpica.
–Cuenta tu familia que estás centrada en retomar tus estudios de Derecho.
–Cuando todo esto pasó yo estaba de vacaciones, había hecho selectividad con unas notas muy buenas. Me matriculé en Derecho. Estoy con cuatro asignaturas.
–¿Siempre quisiste hacer Derecho?
–Sí, quería estudiar Derecho para luego opositar, pero ahora han cambiado mis prioridades. Voy a hacer una carrera, voy a hacer Derecho, sí, pero algo más. Me han dicho que tengo que hacer deporte y que puedo llegar hasta las paraolimpiadas. Y he dicho: venga, pues fútbol (ríe). Me dicen que deporte de contacto no porque me puedo cargar las prótesis. Entonces me han propuesto triatlon, eso me gusta mucho. Y quiero ayudar, como hacía antes, a todo el que lo necesite. Me dicen que esta forma de tomarme lo que ha pasado puede ayudar a otra gente, pues aquí estoy.
–¿Qué les dirías a quienes puedan tomarte como un referente?
–Lo primero es dar las gracias porque esto sin ellos no se puede conseguir. He visto casos de personas que están hundidas. Por mi experiencia sé que otra gente, su ejemplo, te da la fuerza para avanzar. Voy por el paseo marítimo y la gente que me reconoce me da ánimos, me dicen: venga que tú puedes, y se me pone la piel de gallina con solo hablar de eso.
Los padres se Sarah Almagro, Ismael y Silvia, han decidido iniciar una campaña ante las administraciones públicas para reclamar que se cambie el calendario vacunal y se incluyan en él las vacunas de todos los serotipos de la bacteria meningocócica identificados en España. También que el catálogo ortoprotésico «se modernice».
–¿Qué te parece esta campaña en la que se han embarcado tus padres?
–Es un esfuerzo que para nosotros, por una parte, en vano, porque me ha afectado ya, pero si podemos conseguir que muchas familias no tengan ese sentimiento de que se va a morir su hija, bien hecho está. Creo que podemos ayudar mucho a la sociedad. Perder ya hemos perdido, yo he perdido, pero somos una familia que siempre hemos ayudado a la gente. Aquí somos un equipo. Mis padres siempre han sido así, yo les doy fuerza y ellos me transmiten fuerza. Todos somos uno.
–¿Qué mensaje te gustaría transmitir a la sociedad en general y a las administraciones públicas en particular?
–Que la gente no se quiera vacunar es preocupante. Muchos padres son reacios a que se vacunen sus hijos, pero parece que no se han dado una vuelta por el hospital, no han visto lo que hay. Yo he cogido bacterias, tres, de estar en el hospital. Creo que hay que vacunar. Mira como me he quedado yo porque no se han prestado los servicios de información suficientes, no se habla de la cantidad de casos de meningitis que hay al año, por ejemplo. Esa vacuna debe estar recogida. Es muy importante vacunarse, es un derecho del ciudadano. Hay enfermedades que están volviendo y que estaban erradicadas, pero las autoridades sanitarias no lo reconocen.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.