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Esther Gómez
Marbella
Viernes, 11 de marzo 2022, 11:57
El recién reabierto restaurante Santiago acogió este jueves un encuentro organizado por la Asociación de Mujeres Empresarias de Marbella (AMPREN), que preside Kristina Szekely y que contó con la periodista Rosa Villacastín como invitada de una jornada en la que se habló de mujer y ... empresa y a la que también asistieron la vicepresidenta de la asociación, Susana Urbano; la secretaria, Pilar Martínez; y la tesorera, Yovanka Manojlovic; además de un nutrido grupo de profesionales y emprendedoras radicadas en Marbella como la reconocida Remedios Nieto.
Durante su intervención, esta reconocida periodista, que por primera vez este año no ha participado en la manifestación del 8M en Madrid ante «la división del feminismo», destacó la importancia de que las mujeres «luchen por hacer realidad sus sueños» e insistió en que «el siglo XXI es el de las mujeres». A «los hombres les gusta destacar la rivalidad que existe entre las mujeres», comentó, pero en este sentido recalcó que, «aún siendo verdad en muchos casos, resultado de la educación recibida» las mujeres deben ayudarse y respetar la diversidad. «Me duele -comentó- que en lugar de luchar todas en la misma dirección, la división sea tan evidente»
A las jóvenes las animó a valorar a «quienes lucharon por conseguir los derechos que disfrutan hoy» porque, recordó, «la experiencia es un grado» y en su mano está «hacer realidad la igualdad entre hombres y mujeres». En cuanto al hecho de ser ambiciosas, Villacastín hizo hincapié en que serlo «no es un pecado» y es, incluso, necesaria «para romper los techos de cristal».
También quiso la invitada de AMPREN, una enamorada de Marbella y que vive a caballo entre esta ciudad y Madrid, destacar la importancia que han tenido en su vida y en su trabajo tres mujeres cercanas a ella. Su madre, «muy conservadora» pero que, aún así, le «dio libertad de elegir lo que quería hacer en la vida»; su abuela, Francisca Sánchez, mujer y musa del poeta Rubén Darío y a quien Amado Nervo llamaba «La Princesa Paca», alguien para ella «muy adelantada a su tiempo»; y Carmen Conde, su madrina y la primera mujer académica de la lengua. De ellas aprendió a «luchar, a no tener miedo y a apoyar a otras mujeres».
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