Programa Faro, una luz que acompaña a los mayores

Junto con los programas de atención a personas con diversidad funcional, de voluntariado en residencias, de formación, de voluntariado en el aula, de sensibilización y de apoyo a otras entidades pretenden crear un red de apoyo vecinal en la que todos cuiden de todos en comunidad. Y parece que, poco a poco, va dando sus frutos.

«Estamos en coordinación con las Unidades de Trabajo Social de los centros de salud y del Hospital Costa del Sol. Incluso la Guardia Civil, la Policía Nacional, la Policía Local nos derivan casos», dice su presidenta, María del Carmen Bertomeu, conocida por todos como Meli.

Antonio Espín llegó a Marbella desde París hace 35 años buscando un lugar en el que la delicada salud de su compañera no se resintiera. Todavía se emociona al pensar en ella, en el tiempo que pasaron juntos y en su pérdida. Apenas habían pasado unos meses de quedarse viudo cuando le tuvieron que operar de cataratas.

«Yo conocía a la anterior presidenta, Ana Ortega, y por medio de una asistenta social de Leganitos y el primer contacto que tuve con Marbella Voluntaria fue a través del acompañamiento hospitalario», recuerda Antonio. Eso fue a finales de 2015 y desde entonces sigue disfrutando de la compañía de las trabajadoras y los voluntarios de la asociación participando en los talleres y actividades que organizan para «burlar la soledad». «Él es una persona completamente autónoma pero viene cuando necesita ayuda... ¡Y nos tiene surtidos de bombones y caramelos!», apunta Pepi Rojas, auxiliar administrativa de la asociación. Una de las últimas veces que ha recurrido ha sido «porque necesitaba una cita en el hospital y Pepi me ayudó a pedirla».

Llevar a personas mayores o con diversidad funcional a los centros médicos, acompañarlos durante su consulta o su estancia y ayudarles a entender lo que los médicos les están transmitiendo están entre los servicios que ofrece este programa.

Encarni Ortega es una maestra jubilada que llegó a Marbella Voluntaria a través del programa de clases de apoyo por derivación en noviembre de 2010. Desde entonces no ha parado de colaborar con la organización ahí donde ha sido más necesaria. «Empecé con el hijo de una usuaria dando clases de apoyo y cuando me jubilé, empecé a irme con la madre. Dábamos un paseo, leíamos, escribía, coloreaba...», dentro del programa de atención a personas con diversidad funcional. «El primer día nunca llegas sola, siempre vas con alguien de la asociación y los usuarios te reciben con mucho cariño», comenta Encarni. «Te conviertes en una amiga», asegura. «Además de las visitas la llamo dos o tres veces a las semana», explica. «Incluso cuando está de vacaciones sigue pendiente de ella», apostilla la presidenta.

Y es que, usuarios, trabajadores y voluntarios forman una familia que quieren extender su red a todos los barrios. Por eso tienen también las campañas de sensibilización y talleres en los colegios.