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Muchos de quienes estuvieron allí aún conservan como oro en paño la entrada con la que pueden acreditar a las generaciones posteriores que asistieron al primer concierto que el 'Rey del Pop' ofreció en España y que tuvo lugar en el Estadio Municipal de ... Marbella el 5 de agosto de 1988. 5.000 pesetas se pagó por la entrada. Este próximo agosto se cumplirán 30 años de aquel acontecimiento que en pleno verano paralizó durante días la agenda de saraos -entonces diaria- de los miembros de la jet set que lideraban Gunila Von Bismarck y amigos.
Con aquel concierto que congregó a 28.000 personas llegadas de distintos puntos del país y que colapsó la autovía A-7 desembarcaba en España la gira 'The Bad Tour' con la que Michael Jackson entró en el libro Guinness de los récords al ser el ciclo más largo de conciertos de la historia.
Fue memorable para quienes disfrutaron de dos horas de actuación en las que el astro, en un escenario de mil metros cuadrados y 600.000 vatios de sonido y con tres pantallas gigantes, repasó sus grandes éxitos. No hubo bises, pero no defraudó. El paso del tiempo ha convertido aquella actuación en mítica. Jackson se acompañó, como telonera, de la cantante neoyorkina Taylor Dayne. Pero sobre el escenario había otra estrella, Sheryl Crow, que entonces hacía de corista y que años después alcanzaría el éxito internacional en solitario como cantante y guitarrista de country-rock, ganadora de nueve premios Grammy.
30 años después aquel recital es recordado por otras muchas circunstancias que lo rodearon. La visita del artista a Marbella fue sin duda memorable, sobre todo para los fotógrafos de prensa de la época que terminaron dando un plante a la organización por las estrictas y en algunos momentos hasta ridículas medidas de control a las que se les sometió. El concierto tuvo lugar el viernes 5 de agosto. Jackson aterrizó en Marbella en la madrugada del jueves previo. Desde entonces y hasta los ensayos se reclutó en el hotel Los Monteros, lejos del centro de la ciudad y al pie de la autovía, establecimiento que convirtió en su cuartel general. Según la crónica que publicada SUR en aquellos días, pagó 630.000 pesetas diarias por una suite que contaba con un salón de 90 metros cuadrados, con una mesa de comedor para seis personas, dos cuartos de baño y un dormitorio. Pocas salidas hizo el rey del pop pero las que efectuó -para conocer la ciudad- quiso hacerlas de incógnito enmascarando su reconocible fisonomía con un bigote postizo y el pelo recogido. Como medio de transporte: un Ford Orion gris oscuro de alquiler que conducía un chófer a su disposición. Como compañía, según recoge el periódico del 4 de agosto de 1988, jornada previa al recital, «un niño británico de diez años, cuyos padres han recibido como obsequio un Rolls Royce». También viajó con él un mono. No su mascota Bubles, sino un peluche gigante que sus músicos le regalaron después de que al bicho no le dejaran entrar en el país.
De lo que parece que no dio mucha cuenta durante su estancia en Marbella fue de la gastronomía local. El cantante viajó con un cocinero personal, natural de Bali, que atendió sus exigencias culinarias sirviendo los almuerzos y cenas en la propia suite que ocupaba. Su plato estrella: pimientos rellenos de pollo. En varios baúles viajaron hasta Marbella los ingredientes empleados por el peculiar chef.
A día de hoy no sorprende que haya gente dispuesta a estar haciendo cola a las puertas de un concierto desde cuatro horas antes –hay quienes pasan días–, pero en la década a los 80 del siglo pasado aquello era toda una gesta. Y en Marbella se hizo para recibir al pequeño de The Jackson 5. Cuando se abrieron las puertas, la avalancha de público fue tal que algunos se quedaron con las ganas de ver el concierto y acabaron en el hospital. Tres personas resultaron heridas leves como consecuencia de la gran aglomeración.
Ya sobre el escenario Michael Jackson derrochó energía con una espectacular puesta en escena, como sólo él sabía hacer. Una especie de jaima le sirvió para los cambios de indumentaria, que fueron varios. Homenaje hubo a los tiempos en los que los hermanos Jackson cantaban juntos, repasando algunos de sus temas más célebres. Para cuando llegó el turno de 'Thriller', 'Beat it' y 'Bad', el público estaba rendido a sus pies.
Quienes pasaron lo suyo para captar imágenes de lo que allí ocurría fueron los fotógrafos. En las crónicas de la época se habla de «calvario» dentro y fuera del concierto. Muchos optaron por abandonar el Estado Municipal y apalancarse en el piso de un compañero periodista, José Manuel Bermudo, que vivía (y vive) junto al Estadio y desde donde se tomaron las mejores instantáneas.
Entre los asistentes al recital, un buen ramillete de famosos. Clásicos de la Marbella ochentera (y de antes) como Gunila Von Birmarck. También acudieron Lita Trujillo, Antonio Flores y Rosario, (entonces Rosarillo), el humorista Raúl Sender, Pitita Ridruejo, Pepe Barroso, Patxi Andión o Samantha Fox (de gira por Marbella ese verano). Joan Manuel Serrat, que el día antes había actuado en Estepona, tampoco quiso perderse el concierto. Acudió mochila al hombro cargada de bocatas.
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