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DAVID LERMA
Marbella
Sábado, 17 de septiembre 2022, 23:41
Las dos docenas de pinos reales centenarios del Parque Vigil de Quiñones tienen su historia. Tras fatigar el Archivo Histórico de Marbella, el historiador local Francisco Moreno cifra su edad en 238 años. «Algunos sobrepasan los 40 metros de altura con un extraordinario ramaje que forma una copa que en algunos casos supera los 30 metros de diámetro. Están abandonados a su suerte», afirma en un artículo reciente titulado 'Cuando el Ayuntamiento sembró un bosque'. El antiguo pinar de Valdeolletas, hoy parque Vigil de Quiñones, cuyas obras de remodelación comenzaron en enero de este año con un presupuesto de 600.000 euros, «está sufriendo un daño tremendo», asegura. La asociación Ecologistas Malaka ha ido más allá y ha presentado una denuncia a la Fiscalía de Medio Ambiente de Marbella por las actuaciones del Consistorio por la vulneración de la Ordenanza Reguladora del Uso y Protección de Zonas Verdes y Arbolado del Municipio.
En concreto, acusan al Ayuntamiento de vulnerar el artículo 25 de la normativa, en torno a las pavimentaciones realizadas en la actuación, que «asfixian raíces, colapsan la nutrición y cambian el nivel freático inicial». Así como, de manera más general, el artículo 8, donde se establecen las condiciones de uso específicas y sus limitaciones. Desde ecologistas Malaka, integrados en Ecologistas en Acción, afirman que, «a pesar de estar integrado en la malla urbana, no es un parque más. Es un parque forestal y tiene unas condiciones ambientales distintas».
La actuación del Ayuntamiento, según la asociación, es un ejemplo de «parque duro» y se quejan de haber reducido la superficie permeable. «Cuando llueve, no solo se riega las plantas, sino que mantiene unas condiciones de humedad que les permite desarrollarse y sobrevivir al estrés térmico e hídrico, aparte de colapsar las raíces». Los ecologistas no tenían constancia del trabajo del historiador Francisco Moreno, que en su artículo destaca, sobre todo, su valor patrimonial.
«Con árboles de tal antigüedad, habría que eliminar todo lo que le pueda dañar, conservarlo e inventariarlo. Hablamos de un bosque histórico bicentenario. Son árboles singulares que en otros sitios se habrían convertido en una atracción principal. Son majestuosos. En la delegación de Parques y Jardines debería haber gente que los hubiese valorado desde el punto de vista botánico. Forman parte de nuestro patrimonio», asegura el historiador.
Según Moreno, la pista que abrió su investigación fue el «enigmático» documento que otorgó mil reales al caballero diputado don Antonio Salinas, fechado en 1784 y hallado en el Archivo Histórico Municipal. Allí se describe una operación de trabajo silvícola, inducida por el señor ministro de Marina, para «la laboración de monte y cerca del terreno». A partir de ahí, Moreno ha podido reconstruir la historia del pinar de Valdeolletas, que formaba parte de los terrenos municipales desde tiempos de los Reyes Católicos, una zona de extensión total indeterminada entre el convento de San Francisco y el Trapiche, y entre Guadalpín y el Chorreadero.
En 1792 los plantones de pino real ya habían arraigado y, ya en 1850, el pinar es «un orgullo para la ciudad y lugar preferido de los ciudadanos para sus salidas campestres festivas». Desde entonces se convirtió en un lugar favorecido por los marbelleros, donde se celebraban 'giras', nombre de posible origen árabe que describe la comida «que se hace entre amigos, con regocijo y contento. Fue un movimiento espontáneo», asegura el historiador.
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