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Numerosas casas de campo, aisladas por la crecida de los cauces en Estepona
El día después del temporal ·
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El día después del temporal ·
El desbordamiento de la casi totalidad de ríos y arroyos del municipio mantiene cortados los accesosUn día después del desastre, numerosas casas de campo de Estepona seguían ayer aisladas a causa del desbordamiento de la totalidad de ríos y arroyos. Mientras emprendían las penosas labores de limpieza, los vecinos afectados se preguntaban si una correcta limpieza de los los cauces hubiese evitado o al menos atenuado los efectos del agua caída.
La mayoría de los consultados por este periódico coinciden en que si se hubiera realizado esa tarea, las consecuencias del inédito fenómeno meteorológico del domingo no hubiesen sido tan graves. Miguel Quirós, presidente de la Asociación de regantes del Guadalobón, recordaba ayer, mientras visitaba a los propietarios de campos inundados, que hace diez años que no actúan las brigadas de limpieza rural del Ayuntamiento.
A ello se suma la confusa legislación sobre las competencias en ríos y arroyos y las medidas de protección de especies del entorno fluvial. «Aquí no se echa cuenta de los arroyos secos», se queja José Aragón, con su finca anegada en una zona situada entre dos aguas en el camino de Los Pedregales. Aquí se desbordaron el río Guadalobón y el arroyo de La Miel. La cañas han invadido el río Guadalmansa. Todo el ancho del cauce a la altura del vivero Agrojardín es casi imperceptible por las montañas de caña que lo cubren. Los responsables de este negocio hablan de una especie de tsunami y sospechan que la presa de Guadalmansa abrió sus compuertas sin aviso, lo que provocó una riada. El río Padrón creció, según Antonio Macías, que tiene su huerta justo al lado, hasta 35 metros de ancho. Al menos hasta donde pudo ver, porque el miedo a ser arrastrado por la corriente hizo que huyera.
«Me fui corriendo porque creía que me ahogaba. El agua del río llegó por encima de los árboles de mi huerta», explicaba mientras recogía los escombros del muro que ha tirado el agua con su fuerza.
José María Sánchez no lo dudó un momento y se ofreció voluntariamente para que el Ayuntamiento cogiera parte de su terreno y habilitara un carril. El Consistorio acudió de inmediato y ya en la noche del domingo se pudo abrir el paso para los 2.000 vecinos de la urbanización Forest Hill que habían quedado durante todo el día incomunicados después de que el río Padrón se llevara un tramo de la carretera de acceso a sus viviendas.
La rotura de este acceso era una caída anunciada. Monike Calvente, presidenta de la comunidad Los Cruces de Forest Hill comunicó la pasada semana a Protección Civil que el río se estaba comiendo el terreno bajo el vial. «Pero se limitaron a poner una valla en el borde», lamenta.
María Ángeles Carrión fue otra de las heroínas de la jornada. Regenta la única panadería de Forest Hill, La Alacena, y se vio desbordada ante «la marabunta» de vecinos que acudió a su local para comprar pan y comida ante la falta de suministro eléctrico.
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