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JOAQUINA DUEÑAS
Marbella
Lunes, 5 de diciembre 2022, 00:28
La llegada de Pedro Pérez y Juan Luis Galiacho al Bazar de Cáritas de Marbella coincide con una buena noticia para ambos, el anuncio de la segunda edición de 'Encarna: en carne viva', el libro que vienen a firmar. Y es que la figura de Encarna Sánchez sigue despertando tanta curiosidad como filias y fobias 26 años después de su muerte. La primera pregunta es obligada. Con todo lo que se sabe sobre la locutora, ¿eran necesarias más de 550 páginas para contar sus historia? Los autores lo tienen claro: «Sí, porque no se había contado la verdad», afirma Galiacho, que trabajó al lado de la comunicadora cinco años como jefe de investigación y que habla de «una asignatura pendiente», especialmente para Pérez, su productor durante 20 años.
«Se han hecho muchas insinuaciones y se han dicho muchas falsedades por parte de gente que no había estado con ella», precisa, por lo que su objetivo es dar a conocer a la auténtica Encarna pero sin «blanquearla» ni «ajustar cuentas», puntualiza. «Es para conocer al personaje, sus relaciones personales, sus éxitos y sus fracasos, sus excesos y sus habilidades» sobre una mujer a la que describe como «pionera» y como «gran defensora de la mujer en un mundo machista» y que valora como «la mejor comunicadora de todo el siglo XX , la mejor pagada en la radio y la mujer con más poder en un medio radiofónico».
El libro describe los avatares de una mujer que «venía de la mina, de lo más humilde», que no fue al colegio y que «aprendió a leer y a escribir gracias a un profesor vecino suyo en Almería que le enseñó a cambio de que cuidara a sus dos hijas.», recuerda el productor.
«A los 4 añitos le fusilan al padre por ser republicano y eso ya marca su vida. Luego vivió abusos y malos tratos en el orfanato al que va con 8 años», desgrana Galiacho. Unos hechos que marcaron su vida y que comenzaron a forjarle una coraza que terminaría de desarrollarse durante su vida adulta cuanto en el 70 la invitan a salir de España «porque no se plegaba al régimen».
Comenzó así su periplo americano que la llevó al México dominado por el PRI (Partido Revolucionario Industrial), la República Dominicana, también bajo un régimen dictatorial, y Puerto Rico, donde le estafaron 200.00 dólares de la época. Se marchó entonces a Los Ángeles hasta que la colonia cubana de Miami la acoge en esta ciudad estadounidense para regresar a España tras la muerte de Franco.
«Se enfrentó a un mundo dominado por hombres en las radios y en los consejos de administración», aseguran los autores que datan su época más feliz a principios de los 90, durante su estancia en Marbella.
«Si Encarna se fue a la tumba con algún secreto, fueron sus relaciones personales. Creemos que en su vida solo fue feliz aquí en Marbella, los dos años felices de principios de los 90», describen. Ese fue precisamente el tiempo de su amistad con Isabel Pantoja. «Desde el 90 hasta el 93 aproximadamente, ellas tuvieron una buena relación, de empatía, de conocimiento. Eran dos personas adultas libres que entraban, salían y se divertían», señala Pérez.
Una dicha que truncó el cáncer. La propia locutora confesó a su productor que Isabel Pantoja se había portado muy bien con ella durante la enfermedad. «Le acompañaba a París donde tenía el tratamiento, le hacía la comida, estaba al detalle con ella. Eso es así, esa es la verdad».
Sin embargo, «los últimos años fueron de tensión entre las dos», puntualiza Galiacho. De un lado, «porque el carácter de Encarna se agria más a raíz del cáncer» y de otro, «porque Isabel ve que Encarna con ese temperamento puede perjudicarle». «Hay entonces unos enfrentamientos por un par de galas y eso lleva a que se distancien hasta que llega la famosa foto de Isabel con María del Monte, que ella toma como una traición», relata. Aun así, la tonadillera quiso despedirse de ella, aunque se haya dicho lo contrario.
Son muchas las historias que se han contado de Encarna Sánchez y los autores de 'Encarna: en carne viva' han querido dejar claro qué hay de realidad y de mito. Uno de los más conocidos, el túnel que supuestamente unía las casas de Encarna y de Isabel Pantoja. «¿Sabes cuánta distancia había entre las casas en La Moraleja? ¡Diez kilómetros! Ese túnel no se ha podido enseñar nunca porque no existe», afirma Pedro Pérez.
Igualmente, desmiente categóricamente la historia de que después de fallecida le cortaron un dedo para quitarle un anillo: «Eso es absolutamente falso», dice.
Jesús Gil tampoco le habría regalado la casa de La Gaviota. La obtuvo mediante «una permuta en la que ella dio su vivienda de Marbesa más 25 millones de pesetas para construir la casa». Una permuta que firmó el entonces teniente alcalde Julián Muñoz , razón por la que la Encarna pidió a uno de sus gestores que hiciera lo propio en su nombre «Si no firma Gil, no firmo yo», cuentan que dijo, al mas puro estilo «temperamento Encarna», sonríen los autores.
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