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En los tiempos actuales de globalización y en los que se ha hecho habitual que el fútbol español exporte jugadores –hace un par de décadas sólo los importaba–, puede sorprender menos el dato de Koke, que como futbolista pasará a la historia por haber militado en once clubes de nueve países distintos (España, Francia, Portugal, Grecia, Estados Unidos, Azerbaiyán, Alemania, Bolivia e India). Seguramente ningún otro profesional de este deporte en España haya alcanzado este récord, que puede tardar tiempo en superarse.
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Al margen de este detalle, la carrera de Koke se quedó en menos de lo esperado, algo que no es nuevo entre los talentos más emergentes que surgen de la cantera local.Muchos no prosperan como desearían por pretender escalar peldaños más rápido de la cuenta o por no contar con el entorno personal más adecuado o el nivel de madurez necesario. El caso es que este joven atacante –más que un 'nueve', un segundo punta o extremo– formado en el Puerto Malagueño y que luego progresó por la cantera malaguista nunca llegó a tanto.
Koke fue parte de ese filial malaguista que subió a Segunda, y en la temporada 2002-03 comenzó a abrirse paso en la primera plantilla. La disputa de la Copa Intertoto en el verano le dio una noche de gloria en La Rosaleda ante el Willem II holandés. Su cara de niño travieso y su desparpajo en el regate evocaban el espíritu de Butragueño, pero pronto el malaguismo perdió de vista a uno de sus ídolos, que se dejó seducir por los cantos de sirena del Olympique de Marsella. La gestión fue de Manel Ferrer, el mismo que trajo este verano a Okazaki al Málaga.Entonces era uno de los agentes de moda y logró una cesión con opción de compra. En el vestuario del equipo francés se hizo amigo de Ribery, y coincidió con otros como Barthez, Nasri o Drogba. Lógicamente, el proyecto deportivo le fue grande, pero la apuesta le hizo madurar. Al final de la segunda campaña allí, la 2005-06, se fue al Sporting de Portugal, tras rechazar otra opción sorprendente, ir a la Juventus para salir cedido alSiena (los préstamos tan habituales en Italia). Pero Paulo Bento no le dio bola en Lisboa y recaló en el Aris de Salónica, donde echo raíces (cinco años, de 2006 a 2011) y se convirtió en ídolo de una de las hinchadas más calientes en Grecia. Koke pasó de ser cola de león a cabeza de ratón. Siendo un joven veinteañero, el malagueño disfrutó de un alto tren de vida y a su vez había residido en Lisboa y bonitos entornos meditérraneos (Málaga, Marsella ySalónica).
Pero entonces comenzó su aventura por otros continentes. Primero, la pujante MLS estadounidense, en el Houston Dynamo;luego, un paso discreto por el Rayo Vallecano, donde admitió que llegó algo pasado de peso; la etapa exótica en el FK Bakú (su muer es rusa y tenía familia allí); un periplo en la Segunda alemana (el Regensburg, que luchaba por evitar el descenso), y jugar a más de dos mil metros de altura al fútbol en Bolivia (Blooming). Finalmente, conoció los contrastes de la India (NorthEast United) antes de regresar al club que le hizo más feliz, el Aris. Medio retirado jugó unos meses en el Alhameña granadino en Segunda Andaluza. En el camino, muchas aventuras, cinco idiomas aprendidos y ese récord que perdurará.
2002-2004 Málaga C. F. (España).
2004-2006 Olympique de Marsella (Francia)
2006 Sporting de Lisboa (Portugal)
2006-2011 Aris de Salónica (Grecia)
2011 Houston Dynamo (Estados Unidos)
2011-2012 Rayo Vallecano (España)
2012 FK Bakú (Azerbaiyán)
2013 SSV Jahn Regensburg (Alemania)
2013-2014 Club Blooming (Bolivia)
2014-2015 Northeast United (India)
2015-2016 Aris de Salónica (Grecia)
La trayectoria de Koke en el equipo de su tierra indicaba que el jugador estaba llamado a hacer algo grande. Era una de las estrellas de una generación de canteranos que hizo historia al conseguir el ascenso del equipo B a Segunda División en 2002. «Fui parte del mejor filial que ha tenido el club en su historia, la mayoría de los que formaban ese vestuario ha hecho una buena carrera en el fútbol», comenta Koke. Su debut con el primer equipo también fue el ideal: de la mano de Joaquín Peiró, con gol ante el Willem II en la primera participación del Málaga en Europa, en la Intertoto. «Luego no asumí eso de jugar más en el filial que en Primera. Vino un directivo del Olympique de Marsella a reunirse conmigo tras un partido ante el Sporting y no pude dejar pasar la oportunidad», recuerda el malagueño.
Koke aterrizó en Marsella cedido con una opción de compra. «Creo que el Málaga nunca pensó que fuesen a pagar por mí, pero lo hicieron». El delantero tuvo la suerte de disfrutar de muchos minutos en la Liga, ya que el entrenador reservaba al equipo titular para jugar la UEFA. «Mi adaptación sorprendió incluso a mi familia; a los dos meses ya hablaba francés», explica Koke, que ahora se ve como un pionero en una época en la que aún no era común que los futbolistas españoles emigrasen a otras competiciones. Tras dos años en Marsella, en los que compartió vestuario con Barthez, Nasri y Drogba, Koke salió de nuevo cedido en enero de 2006.
Antes de recalar en la liga portuguesa, Koke estuvo a punto de jugar en el Calcio. «Yo salía de una lesión en el hombro y mi representante me buscó un equipo para seis meses. La Juventus se interesó, pero quiso hacerme un contrato para que jugase en el Siena, que iba el último de la liga. Si me salía iría a la Juventus, pero si no, se olvidarían de mí», explica el jugador. Finalmente se decantó por otra opción, la del Sporting de Lisboa. «Llegué con el equipo ya hecho y peleando por la liga. Paulo Bento no me dio demasiadas oportunidades», confiesa.
Tras rescindir su contrato con el Olympique en agosto de 2006, el club francés tuvo varias ofertas por los servicios de Koke. El representante del delantero en ese momento, Manel Ferrer, estaba interesado en hacerse con un puesto en el Aris de Salónica y comenzó a llevar jugadores españoles a Grecia. «Al principio el plan era probar un año para ayudarlo. Al final Manel acabó saliendo de mala manera de Salónica, y yo, enamorado del club», cuenta Koke con una sonrisa. Al año ya era capitán de un equipo que a su llegada acababa de ascender a la máxima categoría y cuya afición lo bautizó con el sobrenombre de El Príncipe. «Allí viven el deporte de otra forma. Los aficionados te endiosan, para ellos eres parte de la historia de su club», apunta. En lo deportivo, Koke vivió en Salónica los mejores años del Aris. «Competir con el Olympiakos y el Panathinaikos es imposible, pero cada año peleábamos en Europa y éramos el equipo más querido por los griegos», recuerda el malagueño. Allí también conoció a uno de los entrenadores que más lo ha marcado: Héctor Cúper.
De su querida Salónica solo lo pudo sacar una jugosa oferta de la liga estadounidense. «En el Aris ya no podían sostener mi salario y me encontré con una oferta en la que incluso me lo mejoraban», explica Koke, que también estuvo tentado de volver a Málaga de la mano de Fernando Sanz. Sin embargo, su camino en la Major League Soccer fue corto: «A los dos meses supe que no iba a ser feliz. Pasé de vivir una experiencia increíble cada domingo a una liga que estaba por hacerse». En junio de 2011, a los tres meses de haberse incorporado, Koke salió de Texas rumbo a España.
Tras un verano en busca de ofertas, Koke recaló en el Rayo Vallecano. «Al dejar Estados Unidos nunca pensé que fuese a perder tanto económicamente. Pasé a cobrar un 10 % de mi sueldo en Houston», confiesa el delantero, que firmó con el club madrileño el 1 de septiembre de 2011. «Llegué pasadísimo de peso y tras un mes y medio entrenando, el equipo estaba rodado. Sabía que no iba a contar para Sandoval y no sé aguantar en el banquillo», comenta Koke, que a pesar de todo ahora enseña la camiseta del Rayo orgulloso: «¡Cómo quiere la gente al Rayito!».
De nuevo en el camino de Koke lo tenía todo hecho con el Legia de Varsovia se cruzó una oferta millonaria en un país con escasa tradición futbolística. Su aventura en Azerbaiyán tuvo el mismo resultado que su paso por la MLS. «Económicamente estaba bien. Mi mujer, que es rusa, tenía familia allí, Bakú es muy bonita... Pero me vuelvo a dar cuenta de que no soy feliz». Lo futbolístico vuelve a tener más peso para Koke: «Llegué a ganar una Copa e incluso marqué en la final, pero los partidos oficiales eran en campos de entrenamiento en los que los aficionados estaban pintados en la pared».
Los problemas con su contrato con el FK Bakú obligaron a Koke a no pisar los terrenos de juego en seis meses. Al rescate del malagueño llegó el Regensburg alemán, un equipo de la segunda división que en enero de 2013 ocupaba el farolillo rojo de la categoría. «Fue una de las mejores experiencias que he tenido. Jugar en la Bundesliga 2 es impresionante, casi más que hacerlo en la Primera División española. Todos los campos estaban llenos en cada partido». St. Pauli, Hrtha Berlín, Kaiserslautern... Estadios míticos que devolvieron a Koke las ganas de disfrutar del fútbol profesional a pesar de no poder lograr la permanencia del Regensburg.
En 2013 Koke iba a volver a cruzar el Atlántico para jugar en la liga boliviana. «La gente es muy incrédula y se ríe cuando les dices que juegas al fútbol en Bolivia. Pues allí se vive de lujo...», comenta el delantero, que entró en las filas del Club Blooming, de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. «Me quedé impresionado cuando llegué. ¿Peligroso? Claro que es peligroso, pero Málaga también lo es», explica. De allí se llevó uno de sus mejores recuerdos como futbolista, disputar el derbi de Santa Cruz entre Blooming y el Oriente Petrolero ante más de 40.000 personas. «Cuando me fui me debían parte del contrato, pero sabía que el club había hecho un esfuerzo por encima de sus posibilidades por tenerme y se lo agradecí. Nunca reclamé ese dinero», explica orgulloso Koke, que ahora «sabe lo que es el fútbol boliviano y la de gente que hay detrás de un club como el Blooming».
La decisión de participar en la recién nacida liga india fue para Koke puramente económica. «Los dueños de los clubes invirtieron unas cantidades desorbitadas el primer año. Es un país de extremos, de extrema riqueza y extrema pobreza. Vi hoteles de un lujo impensable en España», recuerda Koke. Las condiciones climatológicas obligan a disputar todos los partidos del campeonato en apenas tres meses y medio, lo que, unido a las largas distancias entre las ciudades, hacen del fútbol indio un deporte complicado. «Cada cuatro días estábamos haciendo viajes eternos. Llegábamos dos días antes del partido para poder descansar un poco. Es el único pero que le pongo a mi experiencia en la India», explica el jugador, que se reencontró con excompañeros como Josemi y Calatayud, ambos en el Atlético de Kolkata.
A su vuelta a Grecia tras cinco años de trotamundos, Koke asegura haberse encontrado el mismo país que dejó: «Los griegos siguen siendo gente feliz, a la que le gusta vivir en la calle mucho más que a los españoles. Eso sí, el nivel de la liga ha bajado bastante porque algunos clubes tienen problemas para pagar a sus jugadores». Prueba de ello es el propio Aris, al que los apuros financieros obligaron a descender a la tercera categoría del fútbol griego en 2014. En 2015 el club resurgía de sus cenizas y para ello qué mejor que contar con El Príncipe, que llegó junto a otro español, Raúl Bravo. Koke estaba de nuevo en casa, junto a su mujer y a su hija. «Tengo claro que es allí donde quiero morir futbolísticamente», comentaba entonces. Su futuro también está ligado a la ciudad de Salónica: «No sé aún qué quiero hacer: no sé si formarme como entrenador, director deportivo... Pero será en este club. Creo que tengo buen ojo para fichar jóvenes promesas, veo el fútbol de forma diferente». Tanto es así que hace tiempo que su posición en el campo es la de centrocampista. Vaya donde vaya, Koke no tendrá problemas de comunicación: habla cinco idiomas.
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