Fernando Valladares Sur

Fernando Valladares: «El mejor fármaco es vivir en un ambiente saneado»

El científico advierte de que para evitar nuevas pandemias es necesario cambiar la relación de los humanos con la naturaleza

Héctor Barbotta

Marbella

Jueves, 4 de junio 2020, 00:44

Doctor en Ciencias Biológicas y profesor de investigación del CSIC, donde dirige el grupo de Ecologia y Cambio Global en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, Fernando Valladares advierte de que la explotación extrema de la naturaleza está en el origen de la pandemia del ... coronavirus. Si la humanidad no empieza a cambiar de rumbo, después de ésta vendrán otras. Con este mensaje participará este viernes en el foro Marbella Futuro 2020.

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-Muchas personas tienen la sensación de estar protagonizando con la pandemia del coronavirus una película de ciencia ficción.

-Totalmente, si

-¿Los científicos también lo ven de esa manera?

-Sí. Un científico tiene una parte como cualquier otra persona a la que le impresionan las cosas. Lo que está pasando me ha impresionado, y también a otros colegas. Pero hay también una dimensión más racional, más objetiva, que es cuando se acude a los datos.

-¿Qué dicen esos datos?

-Esta pandemia ha alcanzado algunos récords. No tanto por el virus en cuestión, que todavía está por ver todo su potencial y que habrá que ver cuando termine y se pueda hacer el análisis final, sino por la combinación de este virus con la sociedad de ahora. Un factor muy importante de esta pandemia ha sido la globalización. El factor multiplicativo, de tanta gente, con unas comunicaciones tan grandes, sobre todo con el sureste asiático, ha amplificado la velocidad de transmisión, ha complicado todo a una escala, que es histórico. Esto no había ocurrido otras veces. Los científicos trabajamos con escenarios, no somos dados a hacer predicciones. La OMS hablaba de escenarios probables, pero sin acotar en el tiempo y sin entrar en detalle, de pandemias. Sabíamos que estaba al caer, tarde o temprano, que una pandemia cogiera dimensiones. Pero claro, el momento exacto de una pandemia no lo sabes, y las circunstancias, que son las que vuelven a ésta muy distópica, tampoco. Ahí hace falta a veces la visión creativa de artistas, que puedan imaginar escenarios antes de que ocurran.

-Hay un vídeo que circuló al principio de la pandemia en el que Bill Gates vaticinaba todo esto. ¿Nos hemos dejado estar? ¿Se podría haber hecho algo para que esto no sucediera?

-Se podrían haber hecho muchas cosas. Yo soy ecólogo, no soy experto en biomedicina, aunque trabajo en grupos que me permiten entender algunas cosas. En el terreno de la ecología y el medio ambiente hay mucho que podríamos haber hecho. Tener un medio ambiente en mejor estado es una de las mejores vacunas que podemos tener. El mejor fármaco es vivir en un ambiente saneado. Nuestra situación de habernos alejado de la naturaleza y haber puesto entre medias un muro tecnológico nos ha separado de nuestra vinculación con la naturaleza, como una especie de espejismo. Y al final somos muy vulnerables. El título de mi charla, que va por problemas que nos quedan grandes, es reflexionar que tanto el cambio climático como la pandemia son problemas que nos quedan gigantes. Ante un problema tan grande, la única estrategia medianamente inteligente es evitarlo. Somos sorprendentemente buenos resolviendo problemas, pero no te la juegues cuando el problema es tan grande como esta superpandemia global que no hay manera de gestionarla.

-Hay una imagen perturbadora, en cuanto nos quedamos encerrados la naturaleza volvió a recuperar espacios, con delfines cerca de la costa, conejos en las playas o jabalíes en medio de la ciudad.

-Es una imagen muy gráfica. La naturaleza está ahí fuera y en cuanto bajamos la presión la naturaleza renace. Pero no pensemos que este renacer que hemos visto en unos meses compensa frente a la labor sostenida de degradación ambiental planetaria que llevamos décadas haciendo. Es una buena señal, es muy motivante, pero para recuperar la funcionalidad planetaria, global, a gran escala, tenemos que hacer acciones sostenidas, no pequeños parches. Esto nos debería hacer reflexionar sobre la necesidad de cambiar cosas profundas. El método sería cambiar de actitud, de relación con la naturaleza. Hay que evitar problemas para los que no hay tecnología suficiente, como esta pandemia, que nos ha pasado por encima.

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-El problema parecemos ser nosotros. En cuanto nos encerramos en nuestras casas la naturaleza renace

-Harrison Ford lo ha dicho de una manera muy llamativa. La naturaleza no nos necesita, somos nosotros los que necesitamos a la naturaleza. Por eso somos sorprendentes, sabemos las estrechísimas condiciones que hacen falta en la biosfera para que nosotros podamos vivir. Son unas condiciones muy concretas, y resulta que ignoramos ese conocimiento. La velocidad en la que generamos problemas es mucho mayor que nuestra capacidad para solucionarlos. De los nueve o diez principales límites planetarios hemos transgredido cuatro o cinco: la biodiversidad, el cambio climático, algunos ciclos de la materia. Esto es ir adquiriendo cada día más papeletas para un sorteo. Es paradójico, porque tenemos el conocimiento científico pero no le hacemos mucho caso. Me parece evidente que hay que hacer cosas radicalmente distintas a cómo tratábamos la naturaleza antes de la pandemia.

-¿Qué es lo que hay que hacer?

-Esto volverá a ocurrir, y quién sabe si el próximo patógeno en lugar de ser respiratorio entre por otro lado. La coexistencia es fundamental, tú no puedes pretender erradicar a todos los patógenos de la tierra. A nadie le viene bien, empezando por nosotros mismos, ecosistemas simplificados a los que les faltan especies. El homo sapiens tecnologicus sólo entiende de sistemas simplificados, pero la naturaleza tiene otras leyes, es más sucia, mas caótica, menos predecible. Tu crees que puedes estar al margen de todo eso hasta que una mutación en un virus o una variante en un virus entre en contacto y tienes un sistema muy degradado donde no están los mecanismos de regulación que normalmente existen o que hacen que ese riesgo baje mucho. O que el grado de infecciosidad del animal concreto que entra en contacto con el humano concreto haya aumentado por razones múltiples, porque lo tienes estresado, porque te los llevas a un mercado que vaya a saber... Todo tiene un origen común, que nos hemos creído que podemos hacer lo que queramos. Pues no. Que nosotros estemos o no, a la naturaleza le da exactamente igual, somos nosotros a quienes nos interesa que la naturaleza funcione, que coexistan los patógenos entre sí, que haya ecosistemas funcionales, y que no falten muchas piezas.

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-Siendo éste un virus de origen animal se podría pensar que la forma de protegerse es aislarse.

-Esa es la idea de la derivada tecnológica. Tenemos tendencia a pensar que todo lo tenemos que controlar, que muerto el perro se acabó la rabia. Pero no. Podemos matar a todos los perros y seguirá habiendo rabia. ¿Vas a matar a todos los gatos, a todos los murciélagos, a todos los cerdos? Supón que lo logras hacer. Pero después de la rabia viene el ébola. Es la política de la burbuja. ¿Una burbuja de cuántas cosas? Los virus pueden entrar por los sitios menos pensados. La ciencia que conecta con la biología es probabilística, porque hay muchos factores y no los conocemos todos bien. No sabemos la función de muchas especies ahí fuera. No se trata de aislarse, sino de salir ahí fuera y conocer las reglas del juego de la naturaleza. Cuando uno analiza la evolución de epidemias, pandemias y zoonosis ve que han ido aumentando en frecuencia. Y algunas de ellas se hacen muy graves y se salen de lo local.

-¿Cuál ha sido la importancia de la globalización en la expansión de la pandemia?

-Hay dos tres grandes factores, y uno de ellos es la globalización. Si no hubiese ocurrido en el sudeste asiático sino en zonas tropicales de Asia no habría pasado ni mucho menos lo mismo. Hubiese quedado mucho más localizada y el tratamiento sanitario in situ hubiese funcionado mejor con ayuda internacional. La globalización es un arma poderosísima, pero puede funcionar en un sentido o en otro. La gripe española de 1918, si hubiese ocurrido en un mundo tan superpoblado y tan conectado como éste hubiese podido ser un cuello demográfico para la especie. Hubiesen quedado muy poquitos y quién sabe dónde.

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-¿Qué debe aprenderse entonces?

-Ni más ni menos que hay que cambiar el modelo socioeconómico, nuestra manera de sobreexplotar la naturaleza cuando no sabemos cuánto hace la naturaleza para protegernos. ¿Cuánto vale esa función de protección? ¿Cuánto estamos dispuestos a pagar? Hay funciones que cumple la naturaleza que las conoceremos cuando deje de hacerlas.

-Las opiniones en esta pandemia parecen divididas entre los defensores de la salud y los defensores de la economía, como si no fueran compatibles.

-Por desgracia nos hemos encontrado con el límite de que los recursos no son infinitos. Y tenemos la tendencia a pensar que sí lo son. Anteponer la economía a la salud de las personas no lo dicen tácitamente Trump, Bolsonaro o Vox, pero es claro, porque tienen a la economía en un altar. Yo eso lo puedo respetar, pero es insostenible. La economía por encima de todo no es sostenible. Eso es lo que nos ha traído aquí. Si no cambiamos eso volveremos a caer en otra pandemia. Si tú no quieres que tus hijos celebren el próximo cumpleaños confinados tendremos que hacer algo distinto. Yo no puedo resumirlo en palabras más sencillas.

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-¿Usted cree que cuando salgamos de esto habremos aprendido algo?

-La palabra aprender es muy neutra y eso es muy fácil de responder. Aprenderemos de infecciones, de epidemiología, de fármacos, de estadística, de coordinación internacional... La pregunta es si haremos algo para evitar una nueva pandemia, y ahí me entran muchas dudas.

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