Fares ha apostado por el campo para el desarrollo comercial de su empresa
Con mucho acento

Fares El Mouhawess, un libanés entre aguacates

Domingo, 7 de agosto 2022, 23:54

La vida le mandó señales. Parecían muy claras. Su destino estaba en la Costa del Sol más occidental. Fares El Mouhawess es un libanés de ... acento andaluz que ha pasado por muchos oficios y cometidos en su vida. De todos ellos, con su mentalidad abierta y ágil, ha aprendido. Tanto es así que ha desarrollado varios negocios prósperos desde su llegada a la provincia de Málaga hace ya diecisiete años.

Publicidad

Tras dos incursiones puramente turísticas a Benidorm y Marbella, un buen día visitó la ciudad de Ronda, donde residía su entonces cuñada. A partir de ahí, el clima, la gente y otros factores terminaron de cautivar a aquel joven ex militar, que había pasado previamente ocho años destinados en Mali.

Nació y se crió en Batrún, una de las ciudades más antiguas del planeta, situada al norte del Líbano, en una zona que estuvo más alejada de los conflictos bélicos que ha vivido su país en los últimos años.

De su país guarda un importante legado. El idioma, la gastronomía, la habilidad comercial y sobre todo el talante abierto y dialogante. Esto último es lo que más le ha ayudado a abrirse camino como empresario en la provincia de Málaga.

Publicidad

«Tenemos una mentalidad diferente, no nos aislamos sino que convivimos y nos adaptamos allá donde vamos a vivir», explica.

Fares, curiosamente, comenzó su vida laboral en España como camarero en un restaurante libanés de Puerto Banús: «Ahí comencé a aprender mucho sobre cómo piensa la gente aquí».

Años después de aquello se lanzó junto a su socio a comprar una finca de treinta hectáreas en El Burgo con cultivos de secano, donde predominaban olivos y almendros. Al igual que su abuelo fue agricultor, Fares también se implicó en el campo andaluz.

Publicidad

Aunque reconoce que los comienzos con aquella explotación fueron titubeantes, él y su socio se dieron cuenta de que podían vender al exterior, tanto el aceite de oliva ecológico que producían como la miel de las colmenas. A partir de ahí comenzó a irles muy bien.

«El producto español tiene mucho valor fuera, pero aquí no se lo damos», lamenta este empresario.

Del olivar pasó a los frutales, con cítricos y aguacates en la zona más occidental de la provincia de Málaga, entre Estepona y Casares. Consiguió casi triplicar la producción de subtropicales con la implementación de notables mejoras. Además, hizo la conversión a producción ecológica, porque cree que «por ahí pasa el futuro del campo en España».

Publicidad

Más adelante montó junto a su socio una empresa de VTC con nueve empleados. No es ni mucho el último negocio de este emprendedor innato, que lo único que pide es que le dejen invertir y trabajar. En este sentido, pide «agilidad» a las administraciones para que no se ralenticen los proyectos de los inversores que quieren hacer negocio en el país.

Este empresario, que se confiesa «amigo de sus trabajadores», pide sobre todo «lealtad y compromiso» para los que quieran formar parte de sus negocios. «Yo no vine aquí para ser millonario sino para no depender de otros y para que mis hijas tuvieran un hogar donde sentirse libres», afirma.

Publicidad

«El producto español tiene mucho valor fuera, pero aquí, lamentablemente, no se lo damos tanto»

Como buen libanés, es lanzado para los negocios. Prefiere el fracaso que lamentarse de no haberlo intentado. Hoy vive entre aguacates en la finca situada en El Secadero (Casares), a quince minutos de Estepona, que fue su primer hogar en España y hoy lo sigue siendo de sus hijas.

«Para mí Estepona es la ciudad perfecta, lo tiene todo, gracias especialmente a lo que ha hecho su alcalde en los últimos años», elogia Fares, al que suele verse a menudo tanto por allí como por otras localidades de la provincia de Málaga y de Cádiz. Incluso puede presumir de conocer buena parte de los municipios de Andalucía.

Noticia Patrocinada

Facilidad para los idiomas y don de gentes

Cuando llegó a la provincia de Málaga a vivir, ya dominaba el árabe, el inglés, el francés y el bambara, idioma africano que aprendió en su periplo en Mali.

No tuvo pereza de aprender la lengua de Cervantes. «Me puse con la tele y con un ordenador rudimentario con traductor para empezar», asegura. Después pasó a usar los libros de texto de sus hijas.

Hoy, si hay un acento que sobresale cuando habla español, es el andaluz. Seguramente, porque hoy la mayoría de sus amigos son del terruño.

«Me gusta relacionarme con la gente de aquí desde el principio», afirma. De su país de origen, se trajo esa forma de ser, en la que prima la convivencia, independientemente de creencias religiosas o políticas. No en vano, asegura que en su grupo más cercano de amigos hoy tiene desde seguidores de VOX a comunistas. «Yo siempre digo que soy neutral». Sonríe. Se nota mucho que a Fares su vida malagueña le ha sentado bien.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad