Esther Gómez
Marbella
Jueves, 28 de abril 2022, 00:03
De salida, a muchos marbellís el nombre de Juan Carlos Casado no les llamará la atención, mientras que para otros les será tan familiar como ... el de su otorrino de cabecera; pero lo que probablemente la mayoría desconoce es que este médico cordobés afincado en Marbella desde hace más de 15 años y al que el Ayuntamiento entregaba el 31 de marzo el Premio T de Trans en el Día Internacional de la Visibilidad Trans, es uno de los padres de la glotoplastia moderna –más conocida como técnica de feminización de la voz– y el especialista al que acuden mujeres procedentes de los lugares más remotos del planeta como Australia, Canadá, Malta o Sudáfrica para que las ayude a sentirse más a gusto consigo mismas.
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Codirector del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Quirónsalud Marbella y especialista en patología de la voz, el doctor Casado es uno de los ocho especialistas en el mundo capaz de realizar este procedimiento quirúrgico que permite modificar la frecuencia voz y que demandan sobre todo, aunque no exclusivamente, mujeres transgénero. «El 95 por ciento de las personas que se interesan por esta operación son chicas que tienen un tono grave», es decir, «cuyo registro vocal está por debajo de los 130 o 140 hercios, un rango estereotipadamente masculino» y en las que «su voz no se corresponde con su aspecto físico».
Para estas pacientes, «escucharse acorde a su cuerpo las ayuda a reafirmar su autoestima y a tener seguridad», comenta. Además, añade que para ellas es «un punto de inflexión algo tan cotidiano como puede ser llamar por teléfono y que al otro lado, quien atiende, las identifique como mujeres».
La glotoplastia es «un procedimiento seguro y el resultado final es muy satisfactorio». Consiste en acortar, tensar y reducir el grosor de las cuerdas vocales, según requiera cada caso, para «conseguir un timbre vocal por encima de los 165 hercios, que tradicionalmente se percibe como femenino».
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Esta técnica se realiza vía endoscópica y con anestesia general –detalla Casado– y su complejidad radica, en gran medida, en la «dificultad para dar los puntos a las cuerdas vocales», aunque gracias a un instrumental de sutura más preciso, en cuyo diseño él mismo ha participado –comenta con satisfacción–, y similar al que utilizan los traumatólogos para realizar artroscopias, los tiempos de la cirugía se han reducido considerablemente. Antes, el paciente debía estar en quirófano y anestesiado alrededor de cuatro horas; mientras que ahora la intervención se lleva a cabo en un tiempo que no supera los noventa minutos.
Dos semanas de reposo de voz absoluto –algo imprescindible– y algunas sesiones de rehabilitación de logopedia completan un tratamiento que una vez finalizado tiene «resultados espectaculares», asegura.
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Aunque esta operación la piden mayoritariamente mujeres transgénero, también acuden a consulta pacientes con sulcus o mujeres cisgénero que «por diferentes trastornos no tienen una voz aguda», matiza el especialista.
Entre las enfermedades que pueden conllevar una alteración del tono vocal y necesitar de cirugía para solucionarlo hay algunas poco conocidas como el Síndrome de Klinefelter o el de Morris; pero también hay otras habituales, como el ovario poliquístico.
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En el polo opuesto están quienes visitan al médico interesados en su masculinización; por un lado, hombres transgénero que tienen un tono femenino; y por otro, adultos que sufren puberfonía, es decir, que «no han hecho la muda vocal en la pubertad y tienen voz de niño», explica. La primera opción para ellos es el tratamiento a base de testosterona ya que «se ha visto que el consumo de andrógenos produce una voz más grave», algo que no ocurre a la inversa con el consumo de estrógeno. «En un 20 por ciento de los casos –subraya– no se consiguen resultados por lo que hay que recurrir a la cirugía».
Pero igual que ocurre con otros tratamientos médicos, estas operaciones no sólo se utilizan para solucionar problemas de salud y cada vez con más frecuencia se emplean con fines estéticos, ha apuntado Juan Carlos Casado. Aunque en Europa no es tan habitual, en Estados Unidos hay actores que recurren a este tipo de cirugía, bien para conseguir un timbre más agudo, como los cómicos; bien para lograr uno más grave y por tanto «más dramático y atractivo desde el punto de vista cinematográfico».
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En España estas operaciones se ven todavía como «algo muy espectacular», aunque la tendencia está cambiando y los otorrinolaringólogos dedicados a este área «debemos estar preparados para recibir la demanda de personas que no están a gusto con su voz», así como para resolverlo, matiza.
Respecto a si sería posible diseñar la voz, al doctor Casado le gustaría pensar que sí, «pero la realidad dice que no», porque en la dicción, aunque se eduque y se modifiquen los músculos, «hay algo con lo que se nace» y que no se puede copiar. Al menos, no hoy.
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