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-Carlos Fernández tiene su vida hecha en Argentina, con su familia y su trabajo. ¿Con qué documentación cuenta?
-Él tiene su documentación española.
-¿No tiene papeles de residente legal en Argentina?
-No. ... -¿Eso le genera dificultades en su vida diaria?
-No conduce ni puede coger un avión. Pero está casado y ha bautizado a sus hijos sin falsificar ningún tipo de documento.
-En algunas intervenciones públicas en su trabajo de ‘coach’ aparece como Carlos Hernández
-Sí. Al principio, por reflejo, cambia una H por una F. No es relevante.
-En San Juan se lo conocía como Carlos Hernández. Sin embargo sus hijos llevan el apellido Fernández. ¿Esto nunca le supuso un problema? ¿Nunca llamó la atención?
-No lo sabemos. Ni yo, ni Carlos.
-¿Tuvo algún tipo de protección por parte del gobierno argentino o del español o de alguna persona con poder político o económico?
-Ninguna.
-¿Cuando llega a Argentina lo hace con algún contacto?
-Llega a Buenos Aires sin ningún contacto, solo, en una situación de huida.
-¿Cómo llega hasta ahí?
-Estábamos haciendo el Camino de Santiago cuando la policía va a buscar a Carlos a su casa, el 27 de junio. Lo llaman por teléfono y le dicen que se tiene que personar en una comisaría. Él decide volver a Marbella y en el camino vamos escuchando la radio. De la misma manera que Carlos defiende su inocencia al 100% también lo hace de dos personas muy allegadas a él, Pedro Pérez y María José Lanzat. Mi hermano sabe que son inocentes y cuando ingresan en prisión a Carlos se le activa un mecanismo reflejo en el ser humano que es el de no ser capturado. Huir porque no le queda otra. Ahí tomamos la decisión.
-¿Por dónde iban en ese momento?
-Ya habíamos pasado Madrid. No recuerdo si estábamos por Jaén.
-¿Él tenía el pasaporte?
-El pasaporte estaba en la casa donde la policía había hecho el registro esa misma mañana. En la casa de mis padres.
-¿La policía registró la casa de sus padres?
-Sí.
-¿Y no se llevan el pasaporte?
-No.
-¿Carlos regresa a buscar el pasaporte?
-No. Él se queda en el camino y vuelvo yo a buscarlo. Cuando llego a mi casa no hay nadie y el pasaporte está en la mesita de noche. Yo cojo el pasaporte y algo de dinero. Regreso a buscarlo y nos vamos a Lisboa en un coche alquilado. Nos despedimos en Lisboa. El de ahí va a Brasil y después a Argentina.
-¿Él tenía algún contacto en Argentina?
-Ninguno.
-¿Judah Binstock lo ayudó de alguna forma?
-No me consta.
-¿Qué hace cuando llega a Buenos Aires?
-La primera fase fue muy dura, muy dura. Después conoce a Carla (su mujer). Ella era de San Juan. Se enamoran y se van para allí. Estuvo poco tiempo en Buenos Aires.
-¿Quién sabía en San Juan de su situación además de su mujer?
-Nadie más.
-Su mujer cuenta en una entrevista a un medio argentino que él se casa con una partida de nacimiento que le lleva su madre. ¿Las visitas de la familia eran frecuentes?
-No todo lo que nos gustaría.
-¿La policía nunca le preguntó a la familia acerca del paradero de Carlos?
-Nunca. Imagino que tuvimos un seguimiento durante algún tiempo, pero nunca nos preguntó nada.
-¿Independientemente de que las causas prescriban, usted cree que él vendrá a dar explicaciones de lo que sucedió?
-¿De qué tipo?
-Él está acusado de cometer delitos. ¿Más allá de que prescriban usted cree que dará una explicación a los vecinos de Marbella?
-Él va a defender su inocencia hasta el final. Pero también, aviso a navegantes, no se le puede estar reclamando continuamente a una persona ni vulnerando su presunción de inocencia. No podemos entrar a la exposición de que todo el mundo diga que es un delincuente o un corrupto porque la ley no ampara eso.
-¿Con lo que se ha conocido usted cree viable que pueda seguir con su vida en San Juan?
-Yo creo que sí. Me consta que mucha de la gente a la que Carlos le estaba brindando consultoría y asesoramiento personal y profesional declaran que les ha cambiado la vida y que están esperando tener consulta con él. Carlos tiene una evolución personal y espiritual constante.
-¿Su posición económica en Argentina es desahogada?
-Carlos no es rico. Vive en una casa modesta, sin grandes lujos ni comodidades. Tiene una vida normal.
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