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La vida empresarial ha dado un vuelco con la aplicación de las medidas para atajar el coronavirus. En Marbella, con una economía centrada muy mayoritariamente en el sector turístico, una buena parte de las empresas han tenido que paralizar su actividad. Sin embargo, en el ... Centro de Iniciativas Turísticas (CIT) Marbella, la mayor organización empresarial de la ciudad con 480 empresas asociadas, la actividad es cada día más intensa. Las peticiones de información y de asesoramiento para afrontar la situación se han multiplicado. La gerente de la organización, Begoña Castillo, ha trasladado el despacho a su casa. Toda la actividad presencial de la asociación se ha anulado y desde hace más de dos semanas las horas de trabajo y las que comparte con su marido y sus tres hijas adolescentes transcurren bajo el mismo techo. Organizarse en esas circunstancias no es sencillo.
Hasta que comenzó el confinamiento, la actividad de Castillo y su equipo, conformado por seis personas, cinco de ellas mujeres, transcurría en jornada continua desde las nueve de la mañana hasta las cinco y media de la tarde, con una breve pausa para el almuerzo que la gerente completaba casi siempre en poco más de diez minutos y sin apartarse de la mesa de trabajo. «Ahora intento respetar el horario, pero es muy difícil. Alas ocho y media de la tarde sigo todavía con el teléfono», sostiene.
El CIT Marbella está recibiendo desde que comenzara a aplicarse el estado de alarma infinidad de consultas de las empresas asociadas. «Nos piden sobre todo información y asesoramiento con el papeleo», explica. Pero cada empresa es un caso diferente. Algunas han tenido que cesar su actividad desde que se aplicaran las medidas para contener el avance de la pandemia, otras han seguido operativas y han mantenido servicios o se han tenido que reinventar para poder seguir ofreciendo sus productos y servicios.
La asociación ha puesto en marcha la campaña #yomequedoencasa #Citatiendedesdecasa – con un mailing masivo a empresas asociadas para que hagan llegar su información vía vídeo para publicar en las redes sociales– y ha puesto a disposición de todos los asociados sus canales telemáticos para hacer llegar información de interés de sus negocios. Pero sobre todo, lo que hay, es una demanda constante de información y de asesoramiento. Y así no es fácil mantener los horarios.
En casa de Castillo, casada con el empresario Francisco Gómez y con hijas de 13, 16 y 17 años, se intenta mantener una rutina. El despertador suena a las ocho y una hora más tarde está cada uno en sus actividades. «Por suerte en el colegio de mis hijas, el Attendis Las Chapas, se han organizado perfectamente y las niñas mantienen su rutina vía telemática desde las nueve de la mañana hasta las cinco menos veinte, con una pausa a la una y media, cuando comemos todos juntos», explica.
Aun así, las actividades ahora son más. «Antes me tenía que ocupar sólo de hacer la cena porque las niñas comían en el colegio, ahora tengo que hacer dos comidas diarias, y eso supone tiempo», explica.
También, reconoce, hay más motivos para distraerse que en la oficina, y hay tareas que no pueden esperar. «Ahora a veces tienes que parar a media mañana para poner una lavadora». Pese a que presume de buena organizadora, hay algo que sin embargo aún no ha conseguido. «Me propuse hacer ejercicio todos los días, pero la semana pasada sólo tuve tiempo una vez».
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