«Si se añaden paredes al MGEC, yo vendré a colgar grabados»
Xavier Vilató, artista ·
El sobrino nieto de Picasso reivindica el museo marbellí coincidiendo con la exposición que explora el trabajo de la saga familiarXavier Vilató, artista ·
El sobrino nieto de Picasso reivindica el museo marbellí coincidiendo con la exposición que explora el trabajo de la saga familiarAtiende la llamada desde su casa-taller en la región francesa de Borgoña, a unos 200 kilómetros de París. Un espacio en el campo al que se refiere como un «refugio» donde da rienda suelta a su carácter polifacético como creador. Xavier Vilató Lascaux acaba ... de aterrizar tras un viaje exprés a tierras malagueñas, que ha incluido parada en Marbella. En concreto, en el Museo del Grabado Español Contemporáneo (MGEC) con ocasión de la última exposición producida por la pinacoteca y que lleva por título 'Picasso-Vilató-Xavier. Una línea familiar'. Muestra que pone en relación su obra gráfica con la de su padre, Javier Vilató, y su tío abuelo, Pablo Ruiz Picasso. Vilató (Boulogne-Billancourt, Francia, 1958), artista con piezas en importantes colecciones públicas y privadas como el Centro de Arte Reina Sofía o la Biblioteca Nacional de Francia, no ha visitado el museo marbellí con las manos vacías. Como ya hizo en 1994 y 2001, ha traído bajo el brazo una importante donación de obras para el MGEC y se compromete a realizar más aportaciones con motivo de la futura ampliación de la pinacoteca.
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–¿En qué punto del mapa está?
–En el campo, en Borgoña, donde tengo unos talleres y unos estudios de cine. Aquí trabajo y me escondo.
–¡Qué lujo!
–Pues sí. El gran lujo es hacer lo que a uno le gusta.
–¿Qué se va a encontrar el público en la exposición del MGEC?
–El público se va a encontrar una gran discusión familiar. Hay familias a las que les gusta el fútbol, a otras los toros o la botánica. En nuestra familia una manera de comunicar entre nosotros era el trabajo y en especial a través del grabado, donde es muy difícil hacer trampas. El grabado fue siempre un terreno de discusión entre mi tío abuelo y sus sobrinos. Tras llegar a París en el 39, una de las primeras cosas que hizo Picasso fue llevar a sus dos sobrinos al taller de Lacourière, que era el más conocido. Allí hicieron su primer grabado, bajo la mirada del tío Pablo. Y yo también hice mis primeros grabados en ese mismo taller, donde hemos trabajado todos con los mismos artesanos impresores. Ahora, estoy trabajando con uno de los últimos que imprimió grabados de mi tío.
–Ha dicho que en el grabado es muy difícil hacer trampas. ¿En otras disciplinas se hace trampas?
–El arte es una expresión de autenticidad y de pagar con tu autenticidad, pero entrar en el taller solo e intentar sacar de uno mismo cosas que sean diferentes es duro. Esta es una disciplina muy especial y muy poca gente aguanta esto toda una vida. Es muy fácil hacer algo más comercial, que brille más, que sea más vistoso...
–¿Vendible?
–Vendible. Sí. Eso es más fácil que intentar sacar de uno mismo algo que te sorprenda para intentar sorprender a los otros. Así que yo diría que sí (se hace trampas), que mucha gente no paga con su autenticidad y que por eso hay muchos artistas pero muy pocos que realmente lo son.
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–¿Está harto de que los periodistas le preguntemos por Picasso?
–Una cosa que la gente no sabe es que hasta los 45 años nadie sabía nada de mi relación con Picasso. Huía de ello. Construí mi obra sin que se supiera y cuando empecé a tener resultados que me calmaron un poco el ego y sobre todo, después de la muerte de mi padre en el año 2000, fue cuando empecé a contar más de esa relación familiar. Yo siempre lo he visto como algo que me ha nutrido y que ha sido importante en mi vida, que me ha ayudado a entender cosas más deprisa que a otros, pero al mismo tiempo es una cosa que pesa mucho. El ojo del otro es muy importante.
–¿Cómo ve a Antonio Banderas en el papel de su tío abuelo en 'Genius'?
–Yo quiero mucho a Antonio Banderas y me parece un gran actor, pero para mí es muy complicado valorar eso. Si yo hago una película sobre la madre de Banderas supongo que la visión que dé nunca será la que él pueda sentir. Casi todo lo que se ha hecho sobre Picasso se nutre de la leyenda negra y lo que le puedo decir es que yo le reconozco muy pocas veces. Y no me refiero a esta serie, que no la he visto. Es muy complicado hacer cosas sobre épocas que la gente ha conocido, porque en general no se identificarán como reales. Además, el relato es el que es y siempre es el mismo. Se habla muy poco de su sencillez o de su trabajo.
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–Cuando Picasso murió usted tenía 14 años.
–Justamente. Piense que el otro día en Málaga me encontré con dos cuadros con los que he compartido habitación, esto me pasa siempre. Es una cosa un poco esquizofrénica, las cosas que tú has visto en tu casa están en el museo. Las cosas con las que he vivido, pertenecen a todo el mundo.
–¿Qué opinión le merece el Museo Picasso?
–Creo que es un Museo que está muy bien llevado y que trae exposiciones de súper alto nivel. Yo he conocido Málaga sin el Museo Picasso, sólo estaba la Casa Natal, y creo que su existencia ha favorecido la transformación de la oferta de ciudad, que era más de sol y playa hacia una capital que es más de cultura. Se habla de Málaga como la ciudad de los museos.
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–Una auténtica marca.
–El arte es una cosa muy íntima y cuando lo transformas en una marca o en un producto siempre es peligroso, pero me parece mejor que Picasso se transforme en producto que otras cosas que son menos divertidas.
–Hablando de pinacotecas, el MGEC ha pasado una profunda crisis institucional...
–(antes de acabar la pregunta) Fue muy triste. No hay que olvidar que cuando nació este Museo no había casi nada en España dedicado al grabado. No me canso de decirlo: fue muy pionero.
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–¿Cómo se percibe hoy a este Museo desde el exterior?
–Se le sigue percibiendo como un Museo pionero, pero para estar en el mapa de los museos del mundo hay que salir fuera. Y el nudo del problema son los medios. No quiero dar la impresión de ser uno de fuera que viene a maldecir, pero pienso que el MGEC merece más medios para poder hacer más cosas. Además, tiene un potencial enorme con la ampliación. Y yo lo que digo es que si se añaden paredes, yo vendré a añadir grabados para colgar en esas paredes.
–Pues ojalá haya voluntad política de relanzar la ampliación.
–Sí, porque la cultura no tiene que aportar dinero, aporta algo que es más difícil de cuantificar. La cultura es fundamental para que la gente se involucre en un medio diferente al que le venden a través de las redes sociales. Me parece que es muy importante trabajar el imaginario colectivo. Cuando un niño ve una cosa diferente va creciendo con puntos cardinales que son diferentes y esto hace la calidad de la gente. Me parece muy triste el intento de que todos piensen lo mismo, les guste lo mismo y tengan ganas de comprar lo mismo. El arte es una ventana para ser diferente.
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–Ha mencionado a la infancia igual meto la pata, pero...
–...Yo meto la pata siempre, durante toda mi vida. Ser artista es un poco meter la pata.
–Pues vamos a ver si la meto o no. Creo que colecciona juguetes de su infancia y otros que ha ido adquiriendo posteriormente...
–(ríe) ¿Cómo sabe eso?..
–Dígame cuál es su favorito, porque seguro que ese objeto predilecto está ligado a un recuerdo especial.
–Nunca me gusta tener un favorito de algo, porque me parece una restricción. Yo intento que mi vida sea justamente lo contrario, que no haya una cosa, sino que haya muchas cosas de las que nutrirme al mismo tiempo. Eso de elegir una cosa me parece muy complicado y trato de no hacerlo. Pero si le tengo que contar una historia de juguetes, lo haré. Yo me considero una especie de chamán, considero que el artista capta cosas que los otros al no interesarse, no ven. Una de esas cosas extrañas que me pasó guarda relación con un barco de vela que me regaló mi tío Pablo (Picasso). No sé qué pasó, pero aquel barco desapareció de casa cuando yo era un adolescente. Un día, hace unos cinco años, estando en París, tenía media hora antes de una cita y me estuve paseando por un mercadillo de antigüedades donde vi el mismo modelo de velero que yo tenía y al que le había cambiado el nombre de fábrica. Me emocionó. Dije: me gustaría tenerlo. Y al acercarme me di cuenta que era el mío.
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–No puede ser...
–¡Sí! Me entró miedo y me fui. Volví al día siguiente, hablé con la vendedora y me contó que tenía una tienda de antigüedades en una de las islas, que tenía ese barco desde hacía años y que en el último momento pensó en llevarlo a París. Quizá esta sea la pieza más entrañable de mi colección de juguetes. Un barco que me ofreció mi tío Pablo, que se fue a ver el mar, que volvió y ahora está en otra isla, en Menorca.
–Sé que usted es un enamorado de Menorca y de la forma de vida payesa. ¿Ejerce de payés y además de crear arte, crea tomates y pimientos en la huerta?
–Tengo gente que me ayuda. No quiero quitar protagonismo a nadie. Pero sí, me ocupo cuando puedo y me gusta hacerlo. Es una manera de vivir y comer más sana. Menorca es una isla del Mediterráneo y en el supermercado, sin embargo, encuentras calamares de la Patagonia. Estamos en un mundo muy loco. Me parece que los calamares tienen que viajar menos. Y que los tomates crezcan a unos cuantos metros de la cocina me parece mejor. Pienso que cada vez necesito más el campo. Todo esto forma parte del equilibrio de mi vida. La pintura que hago es una pintura muy vital y con raíces en la tierra.
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–¿En qué está trabajando ahora?
–Siempre estoy trabajando en varios proyectos a la vez, que es lo que vuelve loco a mi entorno. Estoy trabajando la cerámica en Barcelona, en Gallifa, con la persona que trabajó con Miró. Esto me ocupa mucho, no pasa mes y medio sin que vaya por allí. Muy cerca está la fundición con la que trabajaba Miró y también estoy haciendo bronces grandes. Pero aquí también estoy acabando una peli y preparando otra, trabajando en un dibujo animado... Como ve estoy en muchas cosas y tocando muchos palos diferentes que es lo que me gusta.
–Por lo que cuenta, no parece esa clase de artista que se obsesione por terminar un proyecto.
–Intento terminarlo todo. Pero los proyectos tienen su 'timing'. Hay cosas que sabes que te van a llevar años y que tienes que ser muy paciente, pero hay otros proyectos que si no los haces esta mañana no se harán nunca. Lo bonito es mezclar este tipo de actitudes y de maneras de trabajar. Hay dos grandes ejes en mi trabajo: el trabajo solitario, el del taller en el que estás solo contigo mismo durante horas, y los trabajos que se hacen con otros. El cine es una cosa de tribu, acabas con 20 personas trabajando en lo mismo; el grabado es con uno o dos; la cerámica es también con uno o dos... Es decir, cada vez me muevo en un ambiente diferente y la gente trae lo que sabe hacer. Eso es muy bonito. A mí me gusta nutrirme de estas cosas solitarias y al mismo tiempo de esas otras con mucha gente.
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–¿Es una persona generosa en el proceso de creación?
–No sé si soy una persona generosa porque al mismo tiempo soy un vampiro que me nutro de la sangre joven (ríe), pero ser generoso me parece importante. No serlo sería un contrasentido. Si eres artista te tiene que gustar la gente y tienes que tener un interés por el otro, si no lo tienes vas mal; estás en la línea de los artistas de los que hablamos al principio, de gente que hace del arte un oficio, un 'business'. Yo no hago 'business'. Intento que mi vida sea lo más mágica posible y si puedo traer magia a los otros, mejor.
Título 'Picasso, Vilató, Xavier. Una línea familiar'.
Muestra Cerca de 50 obras de muy diversos formatos que explotan técnicas como la punta seca, el aguafuerte, el buril o la litografía, así como matrices y útiles.
Dónde MGEC. C/ Hospital Bazán s/n. Marbella. Hasta finales de marzo.
–¿Ha aprovechado su viaje a Marbella para hacer nuevas donaciones al Museo del Grabado?
–Exactamente. Hacía unos años que no pasaba por el Museo del Grabado y coincidiendo con la apertura de esta exposición pensé que era un buen momento para ampliar su colección una vez más. Como sabe, desde el inicio apoyé e hice donaciones de obras. Creo que hay muchas joyas en Marbella, pero una de las más ocultas e importantes y que tiene más repercusión en el mundo es el MGEC. No sé si la gente en Marbella valora esta institución al nivel al que tenía que estar valorada.
–¿Qué donaciones ha realizado?
–Me di cuenta que en esta exposición (compuesta por medio centenar de estampas pertenecientes a la colección del MGEC), donde se muestra a las tres generaciones de grabadores de la familia, faltaba alguien, José Fín (su tío), que no estaba representado en la colección. Así que decidí traer una buena colección de obras suyas para que podáis tener a la familia al completo. Es una donación que se compone de una docena de grabados de Fín y también del último libro de mi padre (Javier Vilató), donde hizo sus dos últimos grabados. El Museo ya tenía una selección muy completa de Vilató, así que esta donación, donde se integra también un librito mío, viene a poner un broche a la colección.
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