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Ángel Escalera
Martes, 20 de diciembre 2016, 01:15
Tras 38 días ingresado en el Hospital Carlos Haya, donde le hicieron un trasplante de médula ósea, Pablo Ráez recibió ayer el alta. El joven marbellí, de 20 años, abandonó el centro hospitalario con la alegría de poder pasar la Navidad en su casa y consciente de que la batalla contra la leucemia que sufre continúa. «De ánimo estoy muy bien, pese a que las noticias no son todo lo buenas que esperaba (aún tiene un 4 por ciento de leucemia). La vida es así. Hay que vivir día a día y que pase lo que tenga que pasar. Si ahora estoy bien, pues vamos a disfrutar de ello, sin pensar más allá», afirmó en la puerta del hospital.
Como buen luchador que es, aseguró que no se va a dar por vencido en la batalla emprendida contra la leucemia. «La vida te va enseñando y tienes que aprender de lo que te enseña, si no lo haces no sirven de nada las pruebas que te pone». Respecto a cómo piensa pasar las fechas navideñas respondió que tiene ganas de comer turrón y chocolate, y estar en su casa con su familia.
Pablo Ráez explicó que tendrá que someterse a revisiones continuas y exhaustivas para que le vayan ajustando el tratamiento, porque han surgido algunas complicaciones. «Me tienen que estar controlando continuamente para que no haya ningún tipo de problema», señaló el joven marbellí, que espera no tener que volver a ingresar en el hospital.
Sobre los 38 días que ha permanecido hospitalizado significó que, aunque no habían sido perfectos, porque habían surgido algunas complicaciones, ha estado bastante bien y el tiempo ha pasado relativamente rápido. «La vida pasa. No te das cuenta. Todo pasa y todo llega», señaló. Y añadió: «Mientras me estaban dando el alta he pensando en los miedos y en las dudas; la incertidumbre existe. Todo eso me ha hecho reflexionar: que pase lo que tenga que pasar. Yo siento que ya he cumplido con mi cometido. De verdad, la muerte no es nada grave. Si yo mañana me muriese, lloraría mi familia, porque es lo normal, pero la vida sigue. Estoy feliz, porque, me pase lo que me pase, tanto bueno como malo, es una gran lección que he aprendido. Haber podido ayudar a tanta gente me ha hecho sentir que he cumplido mi propósito en la vida».
Minutos antes de que le dieran el alta, Pablo Ráez escribió en las redes sociales:«No sé que será de mí, pero nunca lo he sabido. Lo que sé es que salgo de una batalla para entrar en otra, pero es que no me rindo. Soy Pablo Ráez Martínez y yo no me rindo».
El padre del joven marbellí, Francisco Ráez, dijo: «De ninguna manera iba a estar ya mi hijo curado del todo. Todo lo que venga será bienvenido. No vamos a rendirnos. Hay que ser optimistas siempre. Ahora hay que ver si la médula que le han puesto termina de hacer su efecto. Eso requiere mucho tiempo. Se trata de esperar y no desesperar». Francisco Ráez agregó:«Es muy triste que con mi niño siempre salgamos con un sabor agridulce, pero es lo que hay. Ni echamos las campanas al vuelo ni desesperamos».
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