Leandro Pavón
Martes, 6 de diciembre 2016, 00:54
Una niña de unos diez años se paseaba ayer por los pasillos de Ultramarinos Ana, un negocio ubicado en Estepona, a unas horas en las que la pequeña debía de estar dando matemáticas en su colegio. Casi dos mil niños y adolescentes se quedaron ayer sin clase en Estepona, Manilva y Casares debido a las inundaciones que se registraron el domingo. La cancelación de estas clases por parte de la Junta en los tres municipios a la vez se ha dado pocas veces y fue una jornada una jornada no lectiva a la que se sumaron los escolares de Cártama Estación y Mijas Pueblo. «Mi hijo tenía que trabajar hoy y yo tenía que abrir la tienda. Las lluvias más fuertes fueron ayer, y no me podía permitir el lujo de no trabajar. Así que como ni él ni su esposa podían quedarse con ella, me he traído a mi nieta a la tienda», afirmaba Ana Pérez mientras aún barría el barro que el agua había dejado en su establecimiento.
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Los abuelos se convirtieron ayer en el salvavidas de los padres que no pudieron evitar ir a trabajar. «Ahora mismo voy a llevar a los dos pequeños con mi madre, porque en una hora empieza mi turno y no los puedo dejar solos», explicaba Alicia.
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