LEANDRO PAVÓN
Lunes, 21 de noviembre 2016, 01:26
El trabajo en el campo es uno de los más duros que pueden existir en el mundo laboral físicamente hablando. El dicho popular dice que «se recoge lo que se siembra», pero en Estepona se instaló desde hace varios años una tendencia que hace que esto no sea así. Agricultores de este municipio empiezan a denunciar un aumento en los robos que sufren en sus cosechas, una práctica que empezó a despuntar con la crisis pero que actualmente ha llegado a las peores cotas posibles.
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«Es increíble que en la recolección de la fruta, nosotros tengamos que ajustarnos a la previsión de que vamos a tener robos. En muchos casos se recoge antes porque si se dejan madurar los productos, te los quitan. Al final se recolecta cuando no se tiene el precio correcto», explica la gerente de la Cooperativa Agrícola de este municipio, Gloria Godoy.
Hasta la fecha, los daños y las cifras exactas no se pueden aportar porque los propios agricultores no denuncian esos robos. «Muchas veces piensan en que deben pasar horas en comisaría y no denuncian. Y deben hacerlo porque si no, no consta», afirma Godoy, quien para intentar concienciar del dinero que se pierde en estos hurtos, decidió realizar un listado con las pérdidas ocasionadas.
«Hace un par de semanas avisamos a nuestros socios para empezar a tomar nota de estos hechos. En una hoja firmada se estima el valor de lo sustraído, los kilos y la zona.», detallo la gerente, quien espera reunir en los próximos meses la cantidad necesaria de incidencias para hacer una valoración global.
Una de las principales peticiones de la Cooperativa será el control en los comercios de la fruta que se vende. Los agricultores han localizado establecimientos en donde se expone fruta que había desaparecido de los campos esteponeros, y que había sido comprada posteriormente pro estos locales.
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Denuncia colectiva
«La idea del Consejo Rector es la de denunciar de manera conjunta con todos los agricultores para así poder hacer más fuerza. No vamos a pedir a un Policía Local que sepa identificar una fruta que no ha terminado sus tratamientos, pero ponemos a su disposición a nuestros técnicos», afirma Godoy.
La queja de la gerente de esta cooperativa que reúne 300 agricultores no es sólo por la venta en sí del producto o las pérdidas que esto ocasiona al que lo cultiva, sino por el peligro sanitario que supone. Godoy mantiene que el único que conoce el estado de esa fruta dentro de su programa es el agricultor, y es que el producto que se vende podría estar tratado y no ser apto para consumir todavía.
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Ese control en la venta de la fruta es la manera por la que la gerente cree que se podría frenar los robos en los campos esteponeros. «Al final el que roba es porque quizás tenga una situación económica difícil. Lo que no puede ser es que quien después las vende lo haga por ahorrarse unos euros. Que pase todos los controles como los pasan el resto de agricultores», sentencia Godoy.
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