Francisco Moyano
Sábado, 26 de marzo 2016, 13:26
En la noche de Viernes Santo la Semana Santa de Marbella ha alcanzado el máximo rigor penitencial. Han procesionado las dos hermandades de mayor antigüedad: Nuestra Señora de la Soledad y el Yacente en el Santo Sepulcro, tercero de los Titulares de la Hermandad del Nazareno y María Santísima del Mayor Dolor. Entre la una y las tres de la tarde, la imagen del Yacente (talla del sevillano Ricardo Rivera) fue velado en el altar mayor de la iglesia de la Encarnación por caballeros legionarios del Tercio de la Legión que, un año más, se desplazaron a Marbella para intervenir en la procesión del Santo Sepulcro. Se recuperó también la antigua tradición del Sermón de las Siete Palabras en un acto oficiado por el director espiritual de la hermandad, José López Solórzano. Cuando en 1955 se refundó la titularidad del Yacente en el seno de la cofradía, fue el Ayuntamiento quien donó la imagen y desde entonces es hermano mayor honorario. Dada esta vinculación, a las ocho de la tarde, la junta de gobierno acompañada por un piquete de la escuadra del IV Tercio de la Legión Alejandro Farnesio y banda, acudieron a la casa consistorial para solicitar el uso del Pendón de la ciudad; recibidos por la Corporación municipal, recibieron el Pendón que fue procesionado. A continuación hombres de la escuadra de la Legión trasladaron al Yacente desde la Iglesia de la Encarnación hasta la plaza del Santo Sepulcro donde fue entronizado e inició el recorrido procesional. Las calles del itinerario se encontraban muy concurridas. La Banda de Cornetas y Tambores del Tercio de la Legión, a diferencia de otros años, no desfiló delante del Sepulcro, sino a los lados y detrás, arropando al trono. La interpretación del novio de la muerte en diferentes momentos fue muy celebrada. Un año más lucio el magnífico trono realizado en 1997 por Rafael Ruiz Liébana. Tras el Yacente marchó la Virgen de la Soledad, la más antigua cofradía de la ciudad, con documentación que remonta sus orígenes al siglo XVII. Procesionó sobre un histórico trono de 1916 de Platería Meneses. Una vez más, como viene siendo tradicional, hizo el recorrido sin acompañamiento musical, rompiendo el silencio exclusivamente mediante los golpes secos de las horquillas sobre el pavimento. Una decena de hermanos cofrades lucían túnicas con cola, recordando los tiempos en que todos los cofrades las llevaban. El paso por la calle Virgen de los Dolores, Ancha y la Avenida Juan Alameda, resultaron especialmente llamativos. De igual manera alcanzó gran intensidad el encuentro de ambas imágenes en la Plaza de la Iglesia momentos antes del encierro.
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