Paradigma del nepotismo y figura clave de la política municipal en la Costa del Sol

Antonia Muñoz se había transformado en un exponente burdo y exagerado que acabó avergonzando a su propio partido, Izquierda Unida

Héctor Barbotta

Sábado, 18 de octubre 2014, 01:41

No se puede decir que Antonia Muñoz, que ayer dimitió como alcaldesa de Manilva después de que la investigación de la Guardia Civil sobre un caso de enchufismo masivo en el Ayuntamiento estrechara el cerco sobre ella y algunos de sus familiares más cercanos, se avergonzara de las prácticas que la habían convertido en un paradigma de la política de los favores, el nepotismo y la arbitrariedad. En una actividad donde la recompensa al mérito y la igualdad de oportunidades brilla por su ausencia, Antonia Muñoz se había transformado en un exponente burdo y exagerado que acabó avergonzando a su propio partido, Izquierda Unida, que en diciembre del año pasado le instó a dejar la Alcaldía. Muñoz optó por dejar Izquierda Unida, la formación a la que había llegado nada más crearse como una de las militantes históricas del Partido Comunista en la Costa del Sol.

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Cada vez que le preguntaban por su política de enchufismo de familiares, amigos y afines, Muñoz no escurría el bulto: «Todos hacen lo mismo», solía decir. Posiblemente no le faltara la razón, aunque ella no se preocupaba en disimular. En el verano de 2011, tras las últimas elecciones municipales, no dudó en completar la nómina de 20 directores de área en un Ayuntamiento de apenas 14.000 habitantes con su hermana y la mujer de su hijo, además de varios miembros de la lista de Izquierda Unida que no habían conseguido acta de concejal. En aquella ocasión, cuando el enchufismo en el Ayuntamiento ya le había supuesto la apertura de una causa judicial, ni siquiera se guardaron las formas. Los nombramientos se superponían entre sí. Había cuatro directores de Juventud, otros tres del área de Extranjeros, dos de Asuntos Sociales, dos de Deportes y dos de Fiestas.

Muñoz, hija de una humilde familia de labradores y emigrante en Barcelona durante su juventud, aunque regresó a Manilva nada más casarse, se afilió a temprana edad al Partido Comunista, y en 1987 se convirtió en la primera concejala de su pueblo. Asidua de las procesiones, a las que suele acudir con mantilla, y aficionada al fútbol, fue presidenta de la Unión Deportiva Manilva Sabinillas. Bajo su mandato, el club obtuvo el ascenso a Tercera División.

Dueña de un estilo de hacer política que sus detractores consideraban populista y sus partidarios, sencillo y cercano, Antonia Muñoz fue protagonista fundamental de la muchas veces esperpéntica vida política de Manilva durante los últimos 27 años, donde los pactos contranatura, las traiciones y los cambios de alcalde a mitad de legislatura marcaron durante años la trayectoria municipal. También fue figura clave de Izquierda Unida en la Costa del Sol, mientras su voto resultó fundamental para que la coalición mantuviera su cuota de poder en la Mancomunidad de la Costa del Sol. Caída en desgracia cuando la nueva configuración política de la Costa le hurtó cualquier poder de decisión, en diciembre del año pasado la dirección de IU, harta de los escándalos, le pidió que dejara la Alcaldía. Antonia Muñoz decidió dejar su partido y conservar el sillón. Hasta ayer.

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