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Nunca había practicado deporte hasta que le detectaron la leucemia en 2015. Asus 27 años, Iván González, asturiano de Illas, un pueblecito cercano a Avilés, casado y con dos hijos pequeños, cambió radicalmente de vida. Padece una leucemia crónica, sin cura y que ... le obliga a continuos tratamientos, «y los que vendrán», sostiene. No pensaba quedarse sentado en el sofá y empezó a correr. A día de hoy es uno de los mejores ultrafondistas del país. Hace cinco meses empezó una aventura. Nunca llegó a conocer en persona a Pablo Ráez, ni a su padre, con quien ayer se fundía en un sincero y emocionado abrazo a su llegada a Marbella tras una gesta de 1.000 kilómetros. La distancia entre Avilés y Marbella que ha realizado corriendo (600 kilómetros) y en bicicleta (400 kilómetros).
El objetivo de esta proeza no es otro que homenajear al joven marbellí fallecido hace nueve meses, mover conciencias sobre la donación de médula y recaudar fondos a través del proyecto www.1000kilómetroscontralaleucemia.com.
En los últimos kilómetros (desde Ojén) le acompañó Paco Ráez, padre de Pablo. Fueron recibidos como héroes con aplausos y lágrimas. Muchas lágrimas. Especialmente las de los padres y la mujer de Iván que con el corazón en un puño esperaban el final de una «prueba tan dura» que se ha prolongado durante ocho días.
El escenario para poner fin al reto no pudo ser mejor. El evento que este fin de semana ha estado celebrando en el Palacio de Congresos de Marbella la Asociación de Voluntarios de Oncología Infantil (AVOI).
«Me llevo muchas cosas de todo esto pero lo que mejor me sienta y con lo que me emociono al mirarlo es esto». Iván se levanta del pecho la gran placa que cuelga del cuello. Es la medalla que Pablo Ráez recibió hace años tras participar por primera vez en los 101 Kilómetros de Ronda. Paco, su padre, se la ha regalado en un gesto de agradecimiento.
Avilés, Oviedo, León, Segovia, Valladolid, Madrid, Alcobendas, Toledo, Puertollano, Antequera y Marbella son solo algunas de las 88 poblaciones de 10 provincias por las que Iván ha pasado en estos días en los que le ha acompañado un equipo de cuatro personas, muy pendientes de su estado de salud.
«Lo más duro ha sido la primera parte, por el norte de España. Hemos pasado muchísimo frío. En zonas muy desoladas, y los kilómetros se han hecho muy largos. Pero hemos luchado contra el tiempo y contra los dolores y ha sido fantástico», asegura el deportista, a quien le ha sorprendido haber «acabado tan bien de salud».
De esta experiencia, asegura, se lleva además la «gratitud de la gente». «He conocido a un montón de personas que sin conocerme de nada me han abierto las puertas de su casa, me lo han ofrecido todo. Ha merecido la pena cada metro que he recorrido», asegura. Por eso, y por todo lo recibido, sostiene que «repetiría una y mil veces», «descansando antes un poco, claro (bromea)».
«Piensas en 1.000 kilómetros en coche y dices... Dios mío. Imagínate andando o en bicicleta», indicaba emocionado Paco Ráez. «Sin ningún ánimo personal. Sólo la superación y crear conciencia que es lo que necesitamos. Es precioso», señalaba.
No faltó en el recibimiento la sidra asturiana. Ni la banda sonora de la prueba: ‘No dejes de soñar’, de Manuel Carrasco.
Ahora Iván González continúa su ‘otro’ reto personal. El de plantar cara día a día a la leucemia. Controlada de momento. Mientras, se sigue preparando para sus próximas competiciones deportivas. «Es el legado de Pablo Ráez el que nos unió a Iván y a mí», explica su preparador, Octavio Pérez. «Han sido 1.000 kilómetros hechos desde el corazón por Pablo Ráez, y por todos los niños que padecen esta enfermedad».
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