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TXEMA MARTÍN
Viernes, 23 de mayo 2014, 13:14
Había ganas de averiguar qué se escondía bajo el nombre de Screen TV, un ciclo organizado por el Festival de Málaga sobre la ficción televisiva internacional, y que nos anima a ver las series de un modo diferente, es decir, como se ve el cine. Lo hace en sus dos grandes esencias: en exhibición pública (gratuita, para más inri) y en pantalla grande, cuestiones que contradicen la manera habitual de consumir este tipo de productos televisivos, de forma privada aunque para criticarla luego- y en pantallas domésticas. Y cómo son esas pantallas, porque hay que ver la transigencia de algunos, casi siempre del gremio de los corsarios, capaces de contemplar bellísimos planos con una calidad de imagen y sonido indigeribles y, según el caso, con subtítulos de aficionado. Eso parecía ser lo que tocaba hasta que la industria audiovisual, con lentitud, se ha apuntado a la tendencia de las series para convertirla en moda, y ayudar a su consideración como categoría cultural de primer orden.
En Screen TV, que se celebra del 4 al 8 de junio en el cine Albéniz, colaboran canales de televisión como FOX o BBC, cuya participación sirve para recordarnos que la hegemonía del mercado de la ficción no es norteamericana sino anglosajona. Estas marcas participan en el ciclo como distribuidoras. La única productora presente es Endemol, empresa poco relevante en la ficción, pero sobresaliente, por así decirlo, en la telerrealidad, un filón en España. Quizás en los próximos episodios de esta muestra se colabore con las productoras, con encuentros especiales como los pases privados de episodios pilotos que hacen en EEUU para tener una pista sobre la acogida del público.
En realidad, esta muestra iba a ser nutriente de otro ciclo, Pantalla TV, que correspondía a series nacionales y que se debía celebrar poco antes del Festival de Málaga, algo que al final se descartó. Quizá no fuera vista con buenos ojos por la cadena que patrocina el certamen, donde la televisión ha estado siempre presente. En cualquier caso, un ciclo de series españolas podría tener algún remedio como mercado profesional, pero en principio resulta poco suculento si nos fijamos en la calidad de nuestra ficción. Crematorio parece ser la excepción que se repite como coletilla. Lo cierto es que cada vez se exportan más series nacionales, pero parece que habrá que esperar a que este proceso se haga grande; esperemos que llegue algún día en los que la ficción española pueda defenderse con más dignidad.
Una cuestión de pantallas
A las series les acompaña la sombra de las descargas que están ahí, latiendo, aunque eso no quite el sueño a los productores; uno de los directores de Juego de Tronos de HBO (la serie más descargada en 2013 y que, por cierto, busca localizaciones en Andalucía) y representantes del gremio admiten que las descargas no les afectan porque la avanzadilla de seguidores les otorga popularidad. Y esa fama trae consigo la compra de derechos de emisión en más países y más oportunidades de negocio. Tampoco el futuro de las series parece proyectado en la distribución tradicional. Netflix, la gran cadena de emisión por Internet y que ha excluido a España en sus planes de expansión -por las descargas y por lo poco que todavía gustan aquí los subtítulos-, pone a disposición en el mismo momento todos los capítulos de cada temporada de la tremenda House of cards. Algo que, por otro lado, favorece esta costumbre tan enfermiza pero tan natural de los atracones. Aunque se nos venga a la cabeza la imagen de aquel ratoncito de laboratorio apretando con convulsiones el botón del placer, todos nos hemos pegado alguna vez un empacho de capítulos a la mínima oportunidad. Screen TV también quiere reflejar esos caprichos y ofrecerá maratones de temporadas completas de Falling Skies o Top of the Lake. En algunos casos las proyecciones durarán seis horas; es menester que en el cine Albéniz tengan la piedad de hacer alguna pausa. Con un par de mesas redondas y conciertos, éste no será el ciclo definitivo sobre series de televisión, pero funcionará como programa piloto de una muestra con una prometedora vocación, cuyo atractivo deberá ir más allá del tamaño de la pantalla.
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