Que viva el vino
UN COMINO ·
Lo bueno de las universidades es que ya hay tantas en el mundo que siempre hay alguna haciendo un estudio científico que concluye con el apoyo a la tesis que a uno le convieneUN COMINO ·
Lo bueno de las universidades es que ya hay tantas en el mundo que siempre hay alguna haciendo un estudio científico que concluye con el apoyo a la tesis que a uno le convieneHoy no les vengo a hablar de Mariano Rajoy, estén tranquilos, aunque la frase que encabeza este artículo fuera posiblemente la que concitó un mayor acuerdo entre súbditos del Reino desde 1978. Hoy traemos en una mano la bodega y en la otra la academia.
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Lo bueno de las universidades es que ya hay tantas en el mundo que siempre hay alguna haciendo un estudio científico que concluye con el apoyo a la tesis que a uno le conviene. Dicen que son los lobbys de cada sector los que ponen los cuartos para que se hagan los trabajos y que por ello acaban condicionando los resultados. Yo no tengo datos para confirmar la hipótesis ni para desmentirla. En cualquier caso, ya me dijo cuando yo era un joven plumilla el entonces director del Museo de la Ciencia de Barcelona, Jorge Wagensberg, ya fallecido, uno de los mejores divulgadores que ha habido en este país, que «la verdad de la ciencia siempre es provisional» y eso, mal que nos pese algunas veces, no es malo sino la garantía de que no está basada en dogmas preconcebidos.
Desde que en los años noventa el estudio MONICA, el mayor de cuantos se habían hecho nunca para conocer los factores determinantes en las enfermedades cardiovasculares dio pie a lo que se llamó «la paradoja francesa» -el hecho de que los galos, a pesar de comer más grasas poco saludables, tenían uno de los menores riesgos vasculares del mundo- no han parado de aparecer trabajos que defienden los efectos beneficiosos que el vino (a través de algunos de sus componentes como el resveratrol y otros polifenoles) tiene para la salud cardiovascular. Es verdad que tampoco han parado de publicarse otros estudios que lo cuestionan y ahí seguimos.
Los autores del MONICA solucionaron la «paradoja francesa» con la tesis que era el consumo de vino de los vecinos del norte, los mayores bebedores per capita de vino en el mundo, lo que les protegía.
Poco después de que los estadounidenses incrementaran su ingesta en un 40% tras un reportaje sobre 'la paradoja' en la CBS, comenzaron a aparecer otros científicos que aseguraban que la singularidad francesa tenía otras causas y factores alimentarios y de estilo de vida de los nacidos en los cincuenta y sesenta y que ese tipo de estudios servían para formular hipótesis pero no para demostrarlas.
Los que defienden las bondades del tinto y del champagne esta misma semana son expertos de las universidades Anglia Ruskin University del Reino Unido, el Medical University de Viena, la North-West University de Sudáfrica y el George Institute for Global Health de Sydney -todos ellos países notables productores de vino salvo Gran Bretaña-, los que han llevado a cabo un estudio conjunto sobre los efectos en la salud del consumo de diferentes tipos de bebidas en el que se concluye que los vinos, probablemente por el efecto de los polifenofles, pueden reducir el riesgo de cardiopatía isquémica sin incrementar el riesgo de mortalidad, enfermedad cardiovascular, cerebrovascular y de cáncer. Casi nada. Con que solo sea verdad la quinta parte de lo que sostienen, esta noche daré cuenta de mis copitas de la cena con el doble de placer que suelo, que ya viene a ser más que alto. El análisis, que se ha realizado durante más de siete años y ha contado con la participación de 500.000 voluntarios de entre 40 y 69 años, asegura que estos beneficios no se dan en otro tipo de bebidas alcohólicas. Así que recuerden mi recomendación histórica de mantenerse habitualmente en el hemisferio fermentado del planeta con escasas incursiones en el destilado.
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A favor del consumo moderado
Lo importante de este estudio es tanto lo que dice como cuándo lo dice porque empata el partido. El último informe del Global Disease Burden, el estudio epidemiológico más completo en el mundo hasta la fecha, sostenía que el alcohol es una de las primeras causas de discapacidad y mortalidad en el mundo, lo que al parecer estaba influyendo en un posicionamiento de la OMS que no hacía distingos entre tipos de alcoholes. Lo responsable, como vemos, es no generalizar nunca y diferenciar las churras de las merinas y también de las latxas.
En 2019 se publicaron 1.230 artículos científicos sobre vino y sus efectos en la salud, con mayoría aplastante a favor de su consumo moderado. A mí, la verdad, con uno solo ya me hubiera parecido suficiente para seguir en la brecha... de la cultura, el placer, la afición y, quién sabe, a lo mejor hasta de la salud.
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