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Los motivos que nos suelen llevar a comer a las ventas son el atractivo de un enclave rural y la promesa de una carta de cocina tradicional, rústica y con sabor. Sin embargo, demasiado a menudo tenemos que aceptar a cambio comedores inhóspitos con una decoración trasnochada y poco atractiva; entornos ruidosos; ambientes cargados y un servicio acelerado y en ocasiones incluso brusco.
Proponerse almorzar en pueblos turísticos de segunda línea de costa ofrece otra perspectiva. Aquí, a menudo el mayor obstáculo, dado que la mayoría de la clientela de la que viven es extranjera, es dar con una carta donde se preserve de alguna manera la identidad de la comida local.
Dirección: Ctra. de Casares, Km 8
Teléfono: 952894199.
Horario: Cierra Martes. Resto de días abierto de 10.00 h a 17.00 h
Algunos platos: Paté casero de champiñón y atún: 6 € ; Potaje del día: 9 €; Rabo de toro: 13,50 €
La Venta Victoria de Casares logra resolver ambas ecuaciones a favor del visitante. Ubicada a ocho kilómetros del pueblo de Blas Infante, se abre al norte hacia el hermoso paisaje de la Sierra Crestellina y, desde su coqueta terraza y sus ventanales, permite descender con la vista hasta el Mediterráneo. Reformada hace un par de años con un gusto exquisito y de gestión familiar, en lugar de grandes comedores abarrotados ofrece distintos espacios cómodos y acogedores, incluyendo un reservado para grupos con capacidad para más de 20 personas en la primera planta. Abierta desde las 10 de la mañana para ofrecer desayunos caseros, a mediodía su carta de comidas, sencilla y complementada con guisos y propuestas del día y de temporada, logra contentar al público local y al foráneo con una oferta donde se concede espacio a los quesos y a embutidos casareños como la morcilla de chivo o los chorizos al vino; donde se pueden encontrar opciones vegetarianas (el potaje del día, receta de la abuela, suele ser de garbanzos y verduras de la estación), y donde tienen espacio también productos como el cabrito de la zona (en caldereta o al horno, con patatas fritas caseras y verduras), el guiso de rabo de toro o, en temporada, alguna carne de caza como el jabalí o el venado, que se sirve sobre todo al ajillo. Como concesión a la clientela internacional, algunas salsas para las carnes se complementan con nata y, en el caso del pollo, muy celebrado, con nata y bacon. Y como guiño a la cocina de las ventas, también se ofrecen platos tipo 'montes'; patatas fritas (caseras) con huevo y chorizo o con huevo y lomo. Los postres, sencillos como corresponde al tipo de establecimiento, se hacen en casa, y es especialmente celebrado el arroz con leche. La bodega, sin ser extensa, ofrece opciones con una buena relación calidad-precio, igual que el resto de la carta. El servicio es atento y de trato correcto. Si bien en momentos de mucho ajetreo puede ser lento, lo compensa con su amabilidad y cortesía.
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