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Todo empezó como una estrategia para hacer más rentable sus cultivos. La familia Berrino, de origen italiano, le dio la vuelta a sus planes para sacar más rendimiento económico a las frutas que cultivaban, entre las que se encontraban el mango, las naranjas o los limones.
«Cada vez se paga menos en el campo y los costes de producción son más caros», sentencia Antonio, el joven empresario que, con el apoyo incondicional de sus padres, decidió crear la marca TurboJam, que gira precisamente en torno a la fruta. Empezaron con algunas mermeladas a partir de su propia materia prima y ya han explorado y consolidado otros productos como confituras con estevia, cremas o incluso zumos.
El despegue fue en 2021, cuando Antonio Berrino había cumplido la mayoría de edad. En ese momento empezó a cobrar forma una idea de negocio que se basa también en el pilar de lo saludable, lo que no tiene que ser incompatible con lo dulce. De hecho, las mermeladas y otros productos de TurboJam buscan en la medida de lo posible que la mayor parte del sabor venga aportado por la fruta, que llega hasta el 92% en muchos casos. Y lo que es más importante con el mínimo de azúcar. De este último, sólo requieren lo justo para que puedan servir para conservar las mermeladas o cremas.
Es decir, nada de aditivos artificiales. No en vano, tienen un lema que es mucho más que un principio de intenciones: '100% orgánico, 0% de tonterías'. En este sentido, Antonio Berrino tiene claro que para hacer una mermelada lo más saludable posible basta con «fruta en su estado óptimo de maduración» y azúcar, o en su defecto edulcorantes que se han contratado como saludables, como la estevia. Con uno o con otro, han logrado hacer ya más de medio centenar de referencias.
Hoy el amplio repertorio de TurboJam está disponible en su tienda on line, donde hay tanta variedad que resulta difícil elegir. Así, entre las mermeladas con el mínimo de azúcar, hay desde sabores más o menos convencionales, como manzana, fresa, melocotón, naranja o frutas del bosque, a otros más originales, como mango y kumquat o distintas combinaciones entre estas dos frutas exóticas y otras. Mango con cacao o con jengibre son algunas de las propuestas más singulares.
En el caso de las confituras con estevia, el listado también es relativamente amplio: ciruela, limón y mango, pera, kumquat, mandarina, fresa o melocotón, entre otras. «Ahí la fruta representa el 97% y el 3% restante es con una infusión de hoja de estevia ecológica, que deja un sabor mucho más agradable que cuando se usan polvos preparados de esta planta», detalla Antonio.
Eso sí, donde han roto moldes ha sido en la combinación de fruta con ron añejo. Con esta bebida clásica combinan el mango, la pera o mezclas de frutas como el limón y la naranja.
Otra propuesta original de esta empresa adherida a la marca promocional Sabor a Málaga es lo que Antonio Berrino llama «la colección salada», porque combinan perfectamente para canapés, quesos, patés o incluso carne. Entre ellos está el chutney de mango o la mermelada de pimiento rojo.
También se pueden encontrar algunos zumos, donde se mantiene la misma filosofía, con lo máximo de fruta posible y sin aditivos químicos.
A través de la experiencia de estos tres años de andadura, con mucho de prueba-error, a sus 21 años, Antonio Berrino, con el empuje de sus padres, ha conseguido consolidar este proyecto que también ha servido para impulsar la economía de Cútar, donde tienen la pequeña factoría de la que salen desde las confituras más sencillas hasta algunas que sorprenden por la mezcla de frutas.
Hoy, además de vender on line en toda España, también distribuyen sus productos en distintos puntos de la provincia, en distintos establecimientos comerciales, como la panadería Al Grano, en la avenida de Molière, en la zona oeste de Málaga.
La materia prima, siempre que se puede, es de sus propias fincas o de agricultores de su entorno, lo que le da un valor añadido de sostenibilidad y de herramienta para combatir la tan temida despoblación rural. Hay que tener en cuenta que Cútar es un encantador pueblo situado entre Comares, El Borge y Benamargosa, situado a una hora de Málaga, tras un sinuoso recorrido por carretera.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Ignacio Lillo | Málaga
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