Alejandro Camacho, tras el mostrador de dulces árabes. Marilú Báez

La Tetería de las primeras citas cumple los 30 en San Agustín

Pionero en Málaga, el establecimiento supera ya los 150 tipos de tés y la quincena de tartas caseras, a la vez que mantiene la esencia de sus comienzos en 1993, cuando tres amigos se unieron para probar suerte en una entonces calle sin vida

Miércoles, 29 de mayo 2024, 00:14

22 de diciembre de 1993. La noticia estaba en la calle San Agustín. Y no por el Gordo de la Lotería de Navidad. Por allí andaban de estreno. Nacía La Tetería. Y con ella, un nuevo concepto en Málaga. Lo importaba Alejandro Camacho desde Granada. ... Allí se reunía a menudo con sus amigos Fernando y Marta, que estudiaban en la ciudad nazarí, caldo de cultivo de las teterías. Eran algunas de sus paradas obligadas. Entonces, surgió la idea: ¿Y si montamos una tetería en Málaga? «Pensamos que quizás aquí no cuajaría mucho por el clima, que se presta menos a refugiarse en sitios así bohemios y más íntimos como estos, pero nos podían más las ganas y nos lanzamos», recuerda Camacho, reconociendo que el plan era simplemente probar, algo temporal. Se equivocaron. Desde el minuto uno funcionó.

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Han pasado algo más de 30 años y ahí sigue en pie La Tetería, ya conocida con el apellido 'de San Agustín' por la ubicación. Y eso que no fue algo intencionado: «Buscábamos un callejón escondido, algún local con recovecos en el que pudiéramos tener distintos espacios, pero nos surgió esta oportunidad, era accesible y no podíamos desaprovecharla». «De todas formas, en aquel momento, esta calle no era lo que es hoy, por aquí apenas pasaba gente, así que en cierta manera no se alejaba tanto de lo que teníamos en la cabeza», apunta Camacho sobre un local que antes era una casa de comidas y que ellos convirtieron en la primera tetería de Málaga.

Alejandro, Marta y Fernando, el día que abrieron La Tetería.

Nunca imaginaron que serían pioneros de un fenómeno que terminaría asentándose. A los pocos meses comenzaron a brotar otras alrededor, pero La Tetería siempre ha querido mantener su estilo, con ese mobiliario informal de madera, ese aire bohemio, ese ambiente acogedor y esa carta casera. Ahí está la clave, en ofrecer personalidad. En ella entra la filosofía de hacer ellos mismos «todo desde cero». No en vano, se presentan como «artesanos del té, los dulces y los buenos ratos». Y aspiran a no salirse de ese camino… con sus matices: «Hemos ido haciendo cambios y reformas cada cierto tiempo, una tetería no se puede quedar antigua, no funcionaría sin reinventarse. Nosotros hemos ido renovándonos, pero nunca hemos querido dejar de escuchar al cliente ni perder nuestro estilo».

Sin perderlo, han ido ganando. En espacio y en oferta. Además de la ampliación física, se suman las propuestas que han ido añadiendo. Empezando por una firme apuesta por los desayunos, y terminando por una selección de tés e infusiones que supera ya las 150 variedades y la quincena de tipos de tartas caseras (a razón de unas 80 unidades a la semana). En todo este tiempo, lo único que no ha cambiado ha sido Alejandro Camacho, que lleva en los genes el gusanillo de la hostelería -sus padres regentaban en el bar La Roca-.

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Cambio de socios

De los fundadores, es el único que continúa en el negocio. Desde 2016, ya no junto a Marta y Fernando, sino con un nuevo socio de origen alemán, Dirk, para más inri, dedicado a la distribución de tés. Al fin y al cabo, es la razón de ser del establecimiento. «Somos una cafetería europea especializada en té», se define Alejandro Camacho, remarcando el lado casero de la carta. Desde los crepes y las tartas hasta los batidos, los sorbetes de fruta natural o los smothies. También disponen de una selecta variedad de cafés, cervezas artesanales, batidos indios de yogur, y bebidas con té machá a base de polvo de té verde utilizado ancestralmente en la ceremonia del té japonesa. Además de infusiones, distintos tipos de chocolate caliente, cruasanes, gofres o dulces árabes.

Arriba, parte del interior del local, con la vitrina de tartas a un lado. Abajo, algunas muestras de la carta. Marilú Báez / La Tetería

Capítulo aparte merecen los desayunos. Ahí no falta el zumo natural ni el mollete, el pitufo, la chapata o la baguette. Tampoco el bol de frutas, la granola de la casa, diferentes tortillas y crepes salados, y hasta salteado de legumbres y cereales. Poco a poco han ido incorporando novedades. Como la tienda 'on line', el 'take away' o las tartas por encargo. Eso sí, se mantienen fieles a su concepto: ni refrescos ni bebidas alcohólicas. Su público busca otra cosa: «Sólo queremos que la gente sea feliz, aunque sea ese rato que viene a comerse un trozo de tarta o saborear un té, compartido o no. Es muy gratificante ver que hemos sido (y somos) punto de encuentro, pero también ese lugar al que vas a desconectar y al que vuelves porque estás a gusto».

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De hecho, son muchos los que han repetido… y los que han encontrado allí el amor. «Muchísima gente me dice que ha tenido aquí su primera cita o que ha conocido aquí a su pareja, y luego han seguido viniendo. Eso es muy gratificante porque esto para mí es mi medio de vida, pero a la vez tiene mucha vida». Alejandro Camacho no sabría cuantificar el volumen de personas que han cruzado en todos estos años la puerta de La Tetería. O que se quedan fuera, en esa pequeña terraza habitualmente con el cartel de 'completo'. No son pocos los que prefieren quedarse en esos banquetes de fuera, en plena calle, una de las pocas que se conservan de la judería malagueña.

Exterior de La Tetería, con su pequeña terraza. Marilú Báez

Ese encanto natural y la llegada del Museo Picasso les ha dejado en un lugar privilegiado, a pesar de aquellos comienzos en soledad. Hoy, con un equipo de 15 personas (algunas desde hace más de veinte años) y sin apenas mesa libre en hora punta, La Tetería mantiene el tipo. Tanto que abre todos los días del año. Y así cerca de 31.

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Bob Geldof y John Malkovich, entre sus visitas ilustres

A las espaldas, muchas historias y anécdotas. Como aquel día en el que de repente se dieron cuenta de que estaba sentado en una de sus mesas el cantante Bob Geldof, o ese otro en el que les visitó el actor John Malkovich. Por su ubicación, se han visto inmersos en más de un rodaje. No es poca la gente que llega con referencias de fuera. Aunque La Tetería tiene algo claro: «Viene mucha clientela internacional, por la situación en la que estamos y por recomendaciones que ven en Internet, pero nosotros nunca nos hemos enfocado al turista, nuestra prioridad siempre ha sido el malagueño».

No en vano, es el acento del 70% de quienes acuden habitualmente por la tarde. Esos que continúan compartiendo buenos ratos con los amigos, esos otros que siguen refugiándose allí del mundo o aquellos que siguen teniendo allí su primera cita.

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