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Empecemos por el principio: el tejeringo no es un churro exclusivo de Málaga, aunque el nombre y la técnica particular de este churro hecho a la antigua usanza se hayan conservado más en esta ciudad que en otras. Las comidas tradicionales no entienden de fronteras, ... y menos algo tan antiguo y básico en el Mediterráneo como las masas de harina fritas. Los reglamentos de los zocos andalusíes establecían una zona dedicada a los freidores, y si tenemos en cuenta que la campiña andaluza ha sido productora de trigo y aceite de oliva desde época romana, podemos deducir que los churros, parte de la numerosa familia de la familia de las 'frutas de sartén', tienen una larga tradición.
También la tiene el émbolo, invento consistente en un tubo que se encaja dentro de otro para proyectar hacia fuera las masas o líquidos que se introduzcan. El émbolo es el mecanismo básico de la jeringa, y la jeringa es lo que da nombre a este delicioso churro, que se diferencia de ruedas, madrileños o porras, en que la masa se lanza al aceite hirviendo de forma manual. En el siglo XIX la jeringa ya se utilizaba para moldear y dosificar masas, y en la campiña andaluza había un oficio vinculado con su uso: el de 'jeringuera'. Las jeringueras, por lo general mujeres, eran las churreras.
El tejeringo es, pues, el churro de jeringa, al que se le daba una forma circular para poder ensartarlo en un junco que luego se anudaba para dárselo al cliente. En la película 'Atraco a las tres' (J.M. Forqué, 1962) hay una escena deliciosa en la que los aprendices de atracadores comen churros mientras planifican el golpe. Los van arrancando del junquillo, y por cierto que aquellos churros se parecían más a los tejeringos que a los madrileños que conocemos hoy, hechos con boquilla estriada.
Este tradicional churro llegó casi a desaparecer en Málaga. Hasta hace una década, resistían algunas churrerías tradicionales que los vendían, como el bar El Caracol (C/Cristo de la Epidemia, 1) o Los Valle (Calle Cuarteles, 54). En 2013 sin embargo, dos nuevos negocios apostaron por él; la churrería La Malagueña (C/ Sebastián Souvirón, 6), cuyo propietario, Antonio Llorente, buscó a maestros churreros que manejaran la técnica del tejeringo, y Antonio Arrebola, churrero de quinta generación y fundador de Tejeringo's Coffee (Tejeringos Coffee). Esta empresa, que ha renovado la imagen del tejeringo sin descuidar su esencia artesanal (el tejeringo no se puede congelar ni mecanizar), tiene 14 locales.
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