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«¡Date media vuelta, que estamos una mijilla más pa'trás!». Por si hay algún despistado, este es el cartel que se encontrará estos días ... quien vaya a La Pechá de siempre, esa 'esquinita verde' de la calle Lorenzo 14. Y lo seguirá siendo, porque se ha trasladado a otra esquina, la de enfrente. El número 21, no tiene pérdida. Mismo logo, mismo color, misma esencia, pero multiplicando por siete el espacio. De 37 metros cuadrados pasa a 260 y una capacidad para cerca de un centenar de personas.
Esa es la principal novedad. «Nuestro esfuerzo es que, más allá de eso, no se note diferencia. Es la misma carta, con algo más; la misma decoración, con algo más; y el mismo equipo, con algo más (dos más en cocina y seis más en sala, catorce en total)», cuenta Raúl Nieto, cuya principal motivación para mudarse era buscar un local en el que no tuviera que decir a tanta gente que no había sitio. Además de poder ampliar la carta. Porque la cocina no daba más de sí.
«Si añadíamos un plato, teníamos que eliminar otro», recuerda el hostelero malagueño, que se planteó trasladarse a algún otro barrio, pero al mismo tiempo, no quería irse del Soho. «Aquí estoy encantado, me ha dado mucho y tampoco quería alejarme demasiado del lugar en el que nos ha buscado la gente desde que empezamos». Casualmente, un día vio el cartel de 'Se alquila' en el local de enfrente. Y, casualmente, allí ha abierto la nueva Pechá un 11 de junio, el mismo día que hace cuatro años se estrenaba en el Soho.
Desde entonces, no ha hecho más que afianzar ese aire de taberna antigua, pero actualizado, con mucha chispa, raíz con toque creativo y buen rollo que ya es marca de la casa en La Pechá. Sólo hay que ver la carta: en lugar de buscar la tapa, la media ración y la ración, hay que ir a por la 'mijilla', la 'hartá' y la 'pechá'. Son sus equivalencias en un ambiente muy malaguita, tanto en la cocina como en la decoración.
Buena parte de ella viene de la pequeña Pechá. Carteles antiguos de feria, o imágenes y anuncios de otra época son algunos ejemplos. Proceden de la colección propia de Raúl Nieto. «Y aún tengo muchos más», avisa el hostelero, que se confiesa «muy malagueño» y no quiere «que se pierda nuestra identidad». Lo dice con una mezcla de nervios, ilusión y alivio por abrir al fin: «En este último año nos ha preguntado muchísima gente, había expectación, pero más ganas que nosotros no tenía nadie».
Las obras y la burocracia han ido retrasando la apertura. Varios meses después de lo previsto, ya es una realidad. Y viene con novedades: casi el doble de contenido en carta, un apartado de postres y la opción de hacer reservas. «De momento, empezaremos con unas plazas limitadas, tampoco queremos perder de vista nuestra esencia como lugar de tapeo, informal, de rotación», advierte Raúl Nieto, haciendo hincapié en su inquietud por mantener el mismo espíritu en este nuevo local.
De ahí que lo haya distribuido en mesas altas y hasta haya reproducido aquella ventana tan característica del antiguo establecimiento. Se la topará a la entrada, ya que divide uno de los espacios en los que se reparte esta recién estrenada ubicación que se estructura en forma de 'U', cuenta con dos entradas y se distribuye en varias zonas: la principal, diseñada como una especie de terraza interior añadida, que juega con una supuesta fachada tras la que se encuentra la cocina semiabierta; la zona de barra a un lateral; y una tercera sala en el otro lateral.
Por lo demás, las habituales recetas tradicionales «tuneadas», el producto de la tierra o su ya famoso vermú. Picoteo y mucho para compartir. Con incorporaciones como las gildas, los pimientos del Padrón o las alcachofas con jamón. Tampoco se descuida a los veganos con propuestas como el vegabao, con verdura y hummus, ni a los fieles del sardibao y el morcibao. Sin olvidar los clásicos, caso de los cartuchos de pescado, los distintos tipos de tortilla, la ensaladilla rusa, el atún en manteca y con tomate picante o la pulguita de pollo cajún.
Todo se puede encontrar en la carta agrupado en diferentes apartados en los que, por supuesto, no falta guasa: 'Te quiero mucho cartucho', 'Por mí y por mis compañeros' o 'Estate aliquindoi'. Además de otra novedad: 'Sábado, sabadete, arrocito del Pepe', o lo que es lo mismo, los sábados, paella. «Nuestra idea siempre ha sido convertirnos en un sitio en el que comer y beber bien, pero que a la vez sea divertido, por eso nos gusta hacer las cartas así, para que en cuanto la veas, ya sonrías».
Raúl Nieto lleva la sonrisa de serie cuando trabaja, disfruta «viendo a la gente disfrutar». Se dedica a la hostelería desde muy joven, lo suyo es vocacional. De hecho, cuando ha tenido algún parón no podía ser muy largo, lo echaba pronto de menos. Ahora tampoco se aleja mucho de La Pechá. Sólo descansarán los domingos. Por tanto, el horario es otra de las cosas que se mantiene: de lunes a sábados, de 12.00 a 00.00 horas. «Queríamos ajustarnos lo máximo posible a lo que ha sido hasta ahora La Pechá». Aquella de la que ahora se despiden para moverse apenas una 'mijilla' y crecer una 'hartá'.
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