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Hace ya tiempo que la Caleta de Vélez y alrededores se está asentando como uno de los puntos gastronómicos más interesantes de nuestra provincia, ... especialmente si nos referimos a cocina marinera, aunque por haber, hay de todo, incluso asadores de carne en primera línea de mar. Este fenómeno se debe en principio a la buena materia prima que puede encontrarse en los mercados de la zona, en especial la lonja de pescado y luego, claro está, al buen hacer de los hosteleros y a lo comedido de sus precios en comparación con otras zonas turísticas situadas al borde del mar en nuestra costa. Una vez más se demuestra que la sana competencia es buena y en este caso, en La Caleta, los restauradores se esfuerzan y afanan por ver quién se hace con el mejor producto y le da el mejor tratamiento en los fuegos. El resultado salta a la vista, numerosos establecimientos han hecho que esta zona se encuentre entre las preferidas por los buenos gourmands.
El Saladero es un clarísimo ejemplo de cómo cuando se juntan una buena materia prima, un buen tratamiento en la cocina y una atención personal agradable y cariñosa hacia el cliente, el éxito está más que garantizado. Me aseguraron que en esta casa se comían los mejores espetos de toda la provincia y yo debo añadir que no solamente espetos, también unos buenos platos de la cocina tradicional marinera y una fritura muy, muy honesta. Claramente en esta casa lo que entendemos por cocina está dividida en dos, por un lado las brasas para espetar son responsabilidad de Juan de Dios Jiménez, y la de los pucheros y sartenes de su madre, Purificación Molina.
Dirección: C/ Real s/n. Caleta de Vélez.
Teléfono: 670590563.
Cierra: Lunes.
Precio: Croquetas: 8 €. Atún encebollado: 16 €. Carabineros: 22 €.
Valoración: Cocina: 8. Sala: 6. Carta de vinos: 7 . Calificación: 7 / 10
Este restaurante familiar a pie de playa ocupa lo que en su día fue una casita de pescadores, de ahí que se aproveche al máximo el espacio de terraza al aire libre para situar las mesas, en su interior, una barra y poco más. Quienes esperen un restaurante con ciertos lujos se equivoca, aquí hay que venir a lo que hay que venir, a degustar una buenísima materia prima y a beberse un buen vino, ya que disponen de una carta atrevida, con diversidad de referencias malagueñas y a precios ajustados, carta que es responsabilidad de Francisco Llamas, quien además atiende la sala con simpatía y diligencia. Tampoco el cliente va a encontrar una carta al uso, pues solamente se reflejan unos platos base y poco más. La confianza en el producto y en el precio es esencial. En El Saladero se acaba pagando lo que realmente se come.
Lo mejor es dejarse aconsejar y empezar con unos bolos que estaban muy buenos y unos arbitanes, tiras de pintarroja secadas al sol. Después, unos chopitos en dos texturas, a la plancha y fritos; la fritura estaba de diez, blanca y crujiente. En contraposición unas croquetas de gambas faltas de contundencia y con mucho aire en su interior.
El Saladero se ha convertido en otro referente de nuestra cocina.
La fusión de tres sabores tan distintos y casi opuestos hacen de este plato uno de los más interesantes de toda la carta. La melosidad del carabinero se funde con la del huevo acompañado de unas patatas bien fritas.
Bueno y familiar plato de atún a la manera de como se hacía en las casas de La Caleta. Un buen punto de jugosidad que le aporta la cebolla a la vez que mitiga el fuerte sabor del túnido guisado.
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