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Carmen Alcaraz
Sábado, 22 de abril 2023, 02:00
Situada en pleno corazón de Castilla y León, Valladolid es una tierra de vinos y arraigada gastronomía. La provincia cuenta con cinco denominaciones de origen, algunas tan importantes como Ribera del Duero, Rueda o Toro. Y para acompañar como se debe este tesoro líquido, la ... mesa vallisoletana es tradicional y contundente, con platos de enjundia como el lechazo o el cochinillo que se combinan con ensaladas verdes o verduras de temporada.
Pero no solo de asadores vive una ciudad que, como aseguran numerosas fuentes, ha sabido patrimonializar los pinchos hasta el punto de contar con un Concurso Nacional de Pinchos y Tapas que el pasado año celebró su edición número 18.
Además, Valladolid tiene el encanto de contar con un gran número de establecimientos destacados en las inmediaciones de la Plaza Mayor, a diferencia de otras ciudades en las que el centro es una tela de araña en la que caen con funesto destino gastronómico los locales.
Una de las tabernas imprescindibles es Los Zagales, que destaca por su afición a los trampantojos, gracias a los cuales ha logrado en varias ocasiones primeros premios del certamen. También innovadora y muy reconocida en concursos, en Villa Paramesa sorprenden con su buen trabajo, creatividad y mimo de los productos para disfrutar cada bocado. Los enamorados del torrezno encontrarán en Alarcón un templo consagrado este manjar y a otras insignias castellanas como la oreja o las patatas revolconas.
En medio de la tradición de asadores y tabernas surge un restaurante de cocina molecular que propone disrupción y «mucha locura». Alvar Hinojal, chef creador de Alquimia (https://alquimiavalladolid.es/), da rienda suelta a su creatividad trabajando productos locales de una manera diferente y magistral. El restaurante se organiza en dos espacios, Crisol gastrobar, más informal, con propuestas que animan a viajar por el mundo del sabor; y Laboratorio, con una estrella Michelin, donde el equipo da rienda suelta a su ingenio a través de los menús dopamina y serotonina, que reinventan recetas con múltiples texturas.
Aunque es una pugna complicada, si preguntas a un pucelano por el mejor asador de la ciudad, probablemente te refiera este establecimiento tradicional donde se come auténtico lechazo cocinado como antaño en horno de leña y productos de la tierra.
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